Kim Basinger, el ocaso tranquilo de quien fue mito erótico en los ochenta
La actriz, que protagonizó el 'striptease' más imitado de la historia del cine, acaba de cumplir 65 años libre para hablar sobre su pánico escénico y sus adicciones
Kim Basinger forma parte de la historia del cine, del arte de la seducción y del erotismo. La escena de la película Nueve semanas y media, en la que realizaba un striptease frente a un jovencísimo y atractivo Mickey Rourke, la catapultó a finales de los años ochenta a la categoría de mito erótico, pero también la persiguió para siempre. Desde su estreno en febrero de 1986 han pasado más de 32 años, pero la huella que dejó en la carrera y la vida de Basinger aún continúa.
Basinger, que cumplió el pasado sábado 65 años, sigue siendo una mujer bella aunque su rostro refleje no sólo el paso del tiempo y las batallas estéticas por aminorar sus efectos, sino también las huellas de una vida no tan dorada como prometía su carrera en sus comienzos. En 1983 una portada en la revista epítome del erotismo, Playboy, le abrió la puerta del cine y ese mismo año llegó su papel de Domino Petachi en Nunca digas nunca jamás, la chica Bond que baila en el filme con el más célebre agente secreto interpretado, en esa ocasión, por Sean Connery. Después llegaron las escenas junto a Mickey Rourke en un filme del que nadie recuerda el argumento pero sí las pasiones que levantó su protagonista femenina con su desnudo al ritmo de la música de Joe Cocker. Fue suficiente para que su nombre se asociara para siempre a una actriz convertida en objeto de deseo, y no se libró del peso de esta fama ni cuando consiguió el Oscar a Mejor Actriz Secundaria por su interpretación en L.A. Confidential en 1998.
Intentó con verdadero ahínco conseguir papeles más serios acordes a sus dotes como actriz, pero la sombra de un desnudo impecable la ha perseguido hasta ahora y ella permanece en las sombras cuando otras intérpretes han conseguido reengancharse gracias al auge de las series de televisión que han sacado del olvido a otras compañeras de generación. Su última aparición sobre una alfombra roja fue en 2017 cuando interpretó un papel simbólico en Cincuenta sombras más oscuras, otro filme que le volvió a recordar que el mito del erotismo la acompañará para los restos.
Su vida personal ha sido como sus películas: una noria con altos, bajos y mucho tiempo de anodina soltería. Primero se casó con el maquillador Ron Snyder, un matrimonio que duró nueve años y que no tuvo hijos. Después llegó a su vida el actor Alec Baldwin con quien estuvo casada desde 1993 hasta 2002 y tuvo a su única hija, Ireland. Esta relación, fotografiada hasta la extenuación por la fama de la que entonces disfrutaba la pareja, acabó en un crudo proceso de divorcio con acusaciones de ida y vuelta para conseguir la custodia de la hija que tenían en común y que entonces tenía siete años. Baldwin calificó a su exesposa de psicópata y de querer poner contra él a la niña. Muchos años después, la actriz habló de aquella etapa y de lo desagradable que resultó para ella y su hija: “Un divorcio es difícil para un niño sin importar cómo se produzca. Pero el nuestro fue muy público y sucio. Crie a Ireland de una manera poco convencional. Solo quería que se sintiera libre. Si quería invitar a amigos y rayar las paredes con lápices, me parecía bien. Hoy estamos bien, la vida sigue”, dijo entonces. Pero bromeó diciendo que debería haber elegido mejor sus películas porque en una de ellas conoció a su exmarido. Para rodarla renunció a protagonizar el filme Durmiendo con mi enemigo. “¿No es curioso?”, afirmó entonces Basinger, “luego me fui precisamente a dormir con el enemigo”. En los últimos años mantiene una relación sentimental con Mitch Stone, quien fue su peluquero.
Lo realmente curioso es que la mujer que elevó la temperatura de medio mundo es en realidad una tímida compulsiva afectada por el miedo escénico durante toda su vida profesional. La actriz no ha ocultado nunca que sufría frecuentes ataques de ansiedad y agorafobia, una situación con la que ha tenido que luchar durante años y que en ocasiones le ha hecho recluirse durante meses en su casa. “Todavía me pongo ansiosa a veces, pero ya no me paraliza como solía”, afirmó en una entrevista hace unos meses.
Pasión por los animales
En la vida de la intérprete existen algunas curiosidades mucho menos conocidas que las sinuosas curvas de su cuerpo. Sus compañeros de instituto han dicho que en su juventud Kim Basinger casi no hablaba y parecía una ermitaña. A los 16 años perdió una apuesta con su padre y se presentó a miss Athens, la ciudad de Georgia donde nació. Allí desfiló, bailó, cantó y ganó y comenzó su nueva vida como modelo, trabajo con el que consiguió ganar bastante dinero pero que también ha confesado se gastó en estupefacientes. Durante mucho tiempo tuvo que luchar con sus adicciones hasta conseguir salir limpia de ellas.
Antes de que comenzara su relación sentimental con Alec Baldwin, por Hollywood corrió el rumor de que Kim Basinger había mantenido un tórrido romance con la actriz Jodie Foster. Nunca llegó a confirmarse pero sí es cierto que vivió una breve relación con el cantante Prince mientras rodaba Batman. De esta época manifestó: "Solo diré que no me puse ninguna restricción durante esa etapa". Saquen sus propias conclusiones. Eso sí, el romance la animó a probar suerte y sacar un disco, Hollywood affair, que según los críticos podía haberse ahorrado.
Los animales son una de sus grandes pasiones, ha llegado a tener casi veinte gatos y nueve perros, y según ella sus mascotas le hacen relativizar las cosas y los problemas del día a día. La música es otro de sus refugios. Su padre tocaba en una big band y a ella le encanta tocar el piano y la guitarra.
Cuando el dinero entraba sin límite en sus cuentas corrientes llegó a comprar un pueblo entero de Georgia, su Estado natal, y pensó en crear un parque temático sobre Hollywood. El proyecto nunca llegó a hacerse realidad y la elevada indemnización que tuvo que pagar tras negarse a cumplir el contrato de una película que debía protagonizar, la obligó a malvenderlo y a retirarse una temporada.
Mientras otras actrices viven el ocaso de su carrera con desesperación, a Basinger no parece importarle demasiado. Aceptó el papel en Cincuenta sombras más oscuras por la insistencia de su hija y el brillo de las bambalinas no parece crearle inquietudes: “No siento presión por no estar donde solía”, afirmó en una entrevista. “Lo estuve y fui muy afortunada pero sería muy triste querer tener 20 años otra vez”. Si a alguien todavía le queda un resto de duda, otras declaraciones de la actriz les sacaran del error: “Rezo cada noche para que este planeta piense en el futuro en algo más que en Nueve semanas y media” y “lo que recuerde la gente de mí me importa poco, la verdad”.
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