¿Hay futuro para el plástico?
La transición hacia una economía circular es la clave para cumplir con las exigencias europeas en 2030, según los expertos que se reunieron en Madrid en el Congreso Nacional del Medio Ambiente Conama 2018
Demonizado por unos y considerado como necesario —pero con la obligación de someterse a una profunda reforma— por otros, el plástico ha centrado los debates de la 14ª edición del Congreso Nacional del Medio Ambiente, Conama 2018, un encuentro bienal que se celebró la semana pasada en Madrid. Los expertos reunidos en el Palacio Municipal de Congresos del 26 al 29 de noviembre analizaron los avances en el cumplimiento de las metas fijadas por la Unión Europea para 2030, destacando la importancia de encontrar soluciones circulares que empiecen ya en el diseño de los productos.
Bruselas ha hablado claro: en 2030 el 100% de envases de plástico tiene que ser reciclable de manera rentable. La Estrategia Europea de Plásticos, aprobada el pasado mes de enero, se propone además como objetivo que 10 millones de toneladas de este material reciclado se conviertan en nuevos productos para el año 2025. Mejorar la calidad del reciclaje, frenar la producción de basura, impulsar la inversión e innovación hacia soluciones circulares y aprovechar las acciones globales son los ejes de la normativa europea. Pero aún hay obstáculos en la transición hacia una economía circular.
La Comisión Europea ha declarado la guerra a los plásticos de un solo uso pidiendo la reducción de productos como recipientes de alimentos o tazas y vasos desechables; y la restricción de otros como bastoncillos, cubiertos, platos y pajitas. “Todo esto tiene que ir acompañado por una nueva manera de diseñar el producto —por ejemplo, tapones y tapas deberán ir todo el tiempo pegados a las botellas para facilitar el reciclaje— y medidas de sensibilización. El usuario tiene que recibir información sobre el impacto de una gestión incorrecta del producto que tiene entre las manos”, explica Margarita Ruiz Saiz-Aja, subdirectora general de Residuos del Ministerio para la Transición Ecológica.
“A menudo se demoniza el plástico, pero es algo que está muy presente en nuestras vidas y es necesario”, asegura Ruiz. Este sector da empleo directo a más de 1,5 millones de personas en Europa, según datos de Plastics Europe, aportando alrededor de 30.000 millones de euros a las finanzas públicas en 2016.
La Unión Europea establece que en 2030 el 100% de envases de plástico tiene que ser reciclable de manera rentable
Cuando se utiliza este material en la construcción, por ejemplo, se ahorra hasta 250 veces más energía que la que se utilizó para fabricarlo, gracias a su capacidad de aislamiento. Ignacio Marco, director general de Plastic Europe, recuerda que los plásticos desempeñan un papel fundamental en tecnologías de cirugía avanzada y material higiénico desechable, por ejemplo, y que ayudan también a evitar los desperdicios de alimentos, al mismo tiempo que la ligereza de los envases de este material disminuye en un 50% el número de viajes para transporte, ahorrando la emisión de dióxido de carbono.
Pedro Melgarejo Martínez, director de marketing de Plásticos Romero, alaba los progresos marcados en los últimos años (entre 2006 y 2016, en los 28 miembros de la Unión Europea, se registró un incremento del 11% en el número de residuos totales recogidos y del 79% del reciclaje, mientras que los vertederos acumularon un 43% menos de desechos) y es optimista para el futuro. “Habrá mejoras, pero la regla del juego es que todos participen: las administraciones tienen que adoptar medidas medioambientales eficientes, hay que aumentar las tasas para desincentivar el uso de vertederos, pero también se necesita el compromiso del sector privado, innovación y medidas de sensibilización”.
La hoja de ruta española
Además de las medidas europeas, cada país está elaborando su propia hoja de ruta. El plan España Circular 2030, pendiente de aprobación, aspira a mejorar en un 30% la productividad de materiales respecto a 2015. En particular, se centrará en fomentar la prevención de residuos de plástico, evitar el abandono en el medio ambiente, aumentar la tasa de reciclaje y de reutilización, disminuir la dependencia de materia prima fósil virgen, entre otros objetivos.
Canarias ha puesto en marcha algunas medidas piloto. Los comedores escolares ya no utilizan plásticos de un solo uso, mientras que a partir del próximo mes de enero arrancará un programa pionero para reducirlos en dos hospitales. "La estrategia europea quizás llegue con retraso, pero es necesario empezar a trabajar ahora para lograr las metas de 2030", sostiene Nieves Lady Barreto Hernández, consejera de Política Territorial, Sostenibilidad y Seguridad del Gobierno de Canarias. "Empezamos a trabajar en este asunto a principios de este año, pero si el resto de países no actúa, nuestras costas seguirán recibiendo basura debido a las corrientes marítimas".
Reciclar puede traducirse en ahorro económico para los ciudadanos. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana, donde el Consorcio de Residuos (COR), que gestiona la transferencia, tratamiento, valorización y eliminación de los residuos de 93 municipios, ha puesto en marcha un sistema que premia el esfuerzo medioambiental de las personas. "Para ser sostenible, tiene que ser un negocio en el que todo el mundo gane", explicó el martes en Conama Juan Carlos Rodríguez, director general de Ecocomputers S.L. Su compañía ha desarrollado una herramienta de digitalización para 36 ecoparques que permite de identificar a los usuarios para que acumulen puntos que a finales de año se convierten en deducciones en la tasa de residuos. "Recogemos datos en tiempo real, cumplimos con el marco normativo y permitimos que el ciudadano salga del anonimato y desempeñe un papel protagonista en construir un modelo circular de los residuos".
“Sabemos que el sistema actual no es sostenible”, admite Borja Lafuente Sanz, director de Sostenibilidad de Danone, una empresa que ha adquirido recientemente un compromiso para trabajar en materia de envases. En la actualidad, el 20% del plástico que la compañía lanza en el mercado es reciclado, pero se espera que para 2025 el 100% sea compostable o reciclable, eliminando los productos que no son necesarios (por ejemplo, las pajitas que se distribuyen en Indonesia).
¿Hay alternativas?
La foto del caballito de mar agarrado a un bastoncillo para los oídos el año pasado inundó las redes sociales generando una ola de indignación por la contaminación de los mares. “Hay muchas alternativas a los productos de plástico de un solo uso”, asegura Rosa García Segura, directora de la Fundación para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable (Rezero). “Vasos y vajillas reutilizables, tuppers para hacer la compra, cápsulas de café biodegradables, copas menstruales, venta de detergentes a granel…”, enumera. “Pero necesitamos mejorar la recogida selectiva”.
Isabel Goyena García-Tuñón, directora técnica de Cicloplast, sin embargo, recuerda que no es fácil encontrar un equilibrio entre los numerosos requisitos a los que tiene que responder un envase. “El diseño tiene que contemplar la funcionalidad, las exigencias de marketing, el coste, la distribución y la sostenibilidad”.
Jordi Simón Serra, director técnico de la Asociación Española Plásticos Biodegradables Compostables, insiste en que no hay materiales buenos y malos en sí. “El reto consiste en utilizar el más adecuado en función de las necesidades, pero ningún material podrá compensar las malas praxis”.
Para Alba García Rodríguez, responsable Campaña de Plásticos de Greenpeace, de momento no hay candidatos válidos para la sustitución. “Muchos materiales alternativos tienen plástico en su interior, con lo cual seguimos ante el mismo problema. Tampoco estamos a favor de destinar enteros campos de cultivo solo para generar productos 100% vegetales”.
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