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Migrados
Coordinado por Lola Hierro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Por qué no vale el activismo antirracista de los blancos?

La manifestación contra el racismo del 11 de noviembre debe estar abierta para cualquier persona que quiera protestar en contra de las vulneraciones de los derechos de los migrantes, pero con estos en primera fila

Matteo Paganelli (Unsplash)
Lola Hierro
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Estoy muy perdida o muy fuera de onda, creo. Recibí un mensaje de una mujer activista antirracismo porque quería publicar una columna de opinión en este blog, Migrados, con motivo de la marcha del próximo 11 de noviembre, que están organizando comunidades latinoamericanas y del Caribe, asiáticas, gitanas, de la diáspora africana, afrodescendientes, moras y musulmanas para denunciar el racismo estructural que sufren a diario. Hablamos de las devoluciones en caliente, de las redadas por perfil racial, de una Ley de Extranjería que fomenta la exclusión y convierte en criminales a quienes no tienen documentación en regla o de los Centros de Internamiento de Extranjeros, unas cárceles disimuladas que, en vez de desaparecer, solo aumentan. 

A mí me parece fantástico poder publicar un llamamiento por parte de una persona que está muy dentro de estas reivindicaciones porque ella misma sufre estas injusticias. Me gusta especialmente esta manifestación porque, como ya se demostró el año pasado, es una marcha organizada por los propios afectados. Fue un logro que llevaron a cabo en 2017 por primera vez, y lo veo muy necesario porque es cierto que en esta sociedad se les deja hablar poco, se les escucha menos y, muy especialmente en los medios de comunicación, se representa a estos colectivos desde la mirada de quienes escribimos, que no solemos estar afectados por los problemas que ellos padecen.

Hasta aquí, todo perfecto. Yo quiero publicar su columna. Pero cuando la recibo y la leo me sorprende cierto tono hostil hacia lo que se llama "activismo blanco-europeo", un activismo que lanza un discurso antirracista moral y que se considera que es paternalista y que solo contribuye a la invisibilización de las voces de los implicados.

Aquí es donde yo creo que estoy perdida. Desde que se concibió este blog, he pensado en él como un espacio de lucha contra el racismo sea el que sea en el que todo el mundo es bienvenido. Personas de cualquier color, procedencia, religión. Comparto la reflexión de que las personas migrantes hablan sobre ellos mucho menos de lo debido, que deben conquistar más espacios de representación en los medios, en los foros públicos, en las instituciones... Aquí mismo, en este blog, salió Consuelo Cruz contándolo muy claro, también Elisa Fuenzalida hablando del feminismo de las no blancas, de izquierdas y de derechas. Hemos tocado la infrarepresentación de los actores y actrices afrodescendientes en el cine español, y quiero seguir contando con voces toda índole y condición denunciando cualquier violación de derechos humanos.

Lo que no me gusta es la exclusión y la generalización. Por supuesto que habrá personas de discurso rancio y paternalista, pero no creo que las personas blancas ejerzan porque sí, por ser blancas, un activismo que perjudique a aquellos colectivos a los que también quieren defender. Conozco muchas personas españolas de pura cepa que trabajan mucho y muy duro por mejorar la situación de los derechos humanos en este país, por visibilizar a quienes están menos y peor representados. ¿Por qué hay que menospreciar su trabajo? ¿Como son blancos ya no valen?

SOS Racismo

Yo soy blanca, soy española, madrileña. Mi pariente más lejano debe ser de Málaga o de Murcia. Pero tengo un sobrino de padre senegalés residente en Madrid. Y una sobrina de padre ecuatoriano, también residente aquí. A mí me han preguntado alguna vez yendo con mi sobrino por la calle que si lo he adoptado o si es un saharaui acogido, me he cabreado cuando la embajada española en Senegal denegó todos los visados a los familiares de mi cuñado para venir a su boda (madre incluida) y se casó solo. Y me duele ver a mi sobrino llorar porque le han dicho negro de mierda en el parque (muy fuerte, con cuatro años y ya andamos así) o a mi sobrina llegar con la autoestima por los suelos en su preadolescencia porque le han llamado en el cole "panchita" o "payoponi" en tono despectivo.

Yo no puedo explicar a mis sobrinos el racismo igual de bien que sus padres, porque yo no lo he sufrido, no sé ni qué decirles muchas veces. Pero me hierve la sangre mucho que se den situaciones así, y me cabrea igual ver pateras en el mar llenas de gente, ver en las noticias cómo se habla de las "avalanchas" e "invasiones" de (personas) migrantes, o que a amigas y amigos españoles ya sea de nacimiento o por papeles les traten como si fueran menos o fueran medio tontos porque no tienen el mismo aspecto de blanco europeo que yo. Es lo que me decía hace poco la escritora Najat El Hachmi, que parece que un migrante siempre está llegando, que no tiene historia antes ni después. O que una mujer musulmana es un concepto que ella ha conocido al venir a España, que en Marruecos no tenía esa noción.

Yo no sé si esto que digo es paternalista, no es mi intención desde luego, pero no sé cómo explicarme mejor. Lo que sé es que para llamar a una marcha antirracista no creo que haya que excluir a nadie, ni siquiera a los blancos aunque no hayamos sufrido directamente el racismo en nuestras carnes. Hay que incluir al mayor número de personas y colectivos posible. Claro que no sabemos ni sabremos nunca lo que es estar en un CIE o que siempre te vean como un recién llegado, y claro que los implicados, los perjudicados y sus hijos y nietas deben ir en la primera fila de la marcha. Pero el resto podemos empatizar y podemos alzar y unir nuestras voces a las del resto, porque yo creo que cuantos más denunciemos las injusticias, mejor será, cuántos más seamos a las calles, pues mejor también. Sin mirarnos por encima del hombro por ser de tal o cual color. No creo que nadie esté buscando una medalla al más activista, al más auténtico, al más sufrido, sino más bien que la unión hace la fuerza siempre.

Podemos alzar y unir nuestras voces a las del resto, porque cuantos más denunciemos las injusticias, mejor será

En fin, todo este texto viene para decir que cuando he preguntado a la autora que por qué un tono tan hostil hacia las personas blancas y europeas, me ha dicho que "porque es así", y ante mi negativa a publicar un texto que pueda hacer sentir mal o aumentar hostilidades entre cualquier colectivo, me ha dicho que no publique nada y que ya me lo explicará con un café. Respeto su decisión, pero me da lástima que no hayamos podido entendernos y que hoy no se publique su llamamiento, que por otra parte era muy bueno y estaba explicado con mucha sensibilidad.

Como no puedo llamar a la manifestación del 11 de noviembre con sus palabras, lo hago con las mías, aunque no valgan tanto como los de uno de los protagonistas de los abusos que se quieren denunciar. Yo animo a todo el mundo que lea esto a que el domingo que viene salga a la calle con amigos, con familia, con pancartas y con una sonrisa y se una a la marcha que va a denunciar el racismo estructural, ese que representa a las personas migrantes y racializadas "como seres inferiores, incivilizados y salvajes" de los que hay que "protegerse" o, aún peor, "se puede usar como mano de obra barata y prescindir cuando sea necesario." Con permiso de mi interlocutora, tomo prestada esta definición de su columna porque creo que no la pone en evidencia y, sin embargo, explica muy bien los motivos de la protesta.

Me hubiera gustado que lo contara ella y espero que en el futuro quiera hacerlo en esta bitácora. Mientras, espero que lea esto y se acuerde de tomar un café conmigo para discutir a fondo sobre esta cuestión. Como decía al inicio de mi columna, estoy muy perdida.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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