_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El misterio

Se puede ser ateo de las divinidades de toda la vida, pero no de la Banca, que se parece a las de toda la vida en la cosa de los sacrificios

Juan José Millás
Anuncio de hipotecas en el escaparate de un banco de Sevilla.
Anuncio de hipotecas en el escaparate de un banco de Sevilla.Paco Puentes

La hipoteca es una proveedora de sentido en un mundo absurdo, de ahí que la justicia, tras decidir que los gastos vayan por cuenta del banco, que es como hacerlo sin condón, se haya tirado en marcha horrorizada ante su propio desvarío. Esos 1.000 o 2.000 euros de impuestos son 2.000 euros de sentido. Multiplicados por la cantidad de préstamos que se firman al año arrojan a un significado de proporciones místicas. Dado, en fin, que la Banca es una religión, lo lógico es que sus clientes paguemos el pato. Significa que al Supremo, después de dictar esa sentencia equivocada, se le apareció Dios y le hizo caerse del caballo, como a san Pablo camino de Damasco. Supremo, Supremo, por qué me persigues, dijo una voz atronadora al otro lado del teléfono.

Más información
EDITORIAL | Más preguntas que respuestas
¿Quién manda aquí?

Se puede ser ateo de las divinidades de toda la vida, pero no de la Banca, que se parece a las de toda la vida en la cosa de los sacrificios. No le ofrecemos doncellas ni adolescentes, pero expulsamos de sus hogares con gran aparato policial a las ancianas que se retrasan en el pago. Y cuando la Banca pasa el cepillo, depositamos en la bandeja 60.000 o 70.000 millones de euros a fondo perdido. Pocas bromas con una religión de este calibre. No debería dimitir por tanto el que paralizó la ejecución de la sentencia, sino los que la dictaron demostrando una falta preocupante de escrúpulos. Vivimos en un mundo sin valores. Algunos se preguntarán, por qué, si la Banca es buena, permite los desahucios. Por nuestro bien. Que seamos incapaces de comprenderlo no implica lo contrario. Escuchen lo que dice el Papa de las enfermedades y las guerras: los designios de Dios son un misterio. Los de la Banca también: de nosotros depende elegir entre el misterio o el absurdo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_