El colectivo de arquitectos Takk abre una gruta extraterrestre en el centro de Madrid
Esta cueva casi marciana es una de las actividades artísticas del umbral de Swatch Cities Madrid, el festival multidisciplinar que la relojera suiza dedica a la creación emergente de la capital
Hay arquitectura para la posteridad y arquitectura para reflexionar sobre el presente. Y hoy, felizmente, ambas conviven. Hubo un tiempo en que los arquitectos solo se preocupaban por construir edificios grandilocuentes y ponerles nombre. En la era de los starchitects las ciudades se llenaron de construcciones monumentales con firmas aún más monumentales que en ocasiones denotaban una cierta dosis de egocentrismo. Por eso no es extraño que, en la última década, una nueva generación de arquitectos españoles haya querido poner distancia entre ellos y estos nombres casi intocables. Plantean proyectos con un discurso político, hacen proyectos efímeros e intervienen espacios sin olvidarse de lo que hay fuera de ellos. Proyectan, pero construyen de un modo distinto.
El estudio madrileño Takk es un buen ejemplo. Fundado por Mireia Luzárraga (Madrid, 1981) y Alejandro Muiño (Barcelona, 1982), sus proyectos son intervenciones que invitan al pensamiento crítico. La más reciente se encuentra en el espacio de bienvenida de Swatch Cities Café, la puesta de largo de la plataforma de talento emergente iniciada por la relojera suiza y que puede visitarse hasta el domingo 27 de noviembre en Swatch Cities Madrid (Gobernador, 26. Madrid).
“Nos llamaron porque les interesaba nuestra forma de trabajar y de integrar métodos artesanales”, explica Muiño. “Es un espacio arriesgado y diferente, porque nuestra propuesta consiste en transformarlo radicalmente para que incluso aquellos visitantes que ya lo conozcan se encuentren con algo distinto”. Desde luego, esta sorpresa es una de sus señas de identidad.
En los últimos años Takk ha firmado proyectos que mezclan lo sólido con lo fluido, la naturaleza con la tecnología y lo humano con el entorno. En Girona, por ejemplo, construyeron el año pasado una estructura destinada a celebrar el solsticio. La pérgola incluía una sorprendente red floral que subrayaba otra de sus inquietudes: “Incorporar los retos de la sociedad contemporánea para mejorarla”, apunta el arquitecto, que enumera “el binarismo de género, la relación entre las especies o el cambio climático”.
Y ¿cómo se traslada eso a sus proyectos? “Trabajamos en estas tensiones a partir de los materiales”, explica. “Habitualmente la arquitectura se ha pensado desde un punto muy esencialista, centrado en el espacio y la forma. Cuanto más grande, tecnológico, abstracto y viril, mejor. De ahí que otros materiales se asociaran a la baja cultura o a lo femenino. Nosotros intentamos repensar esas nociones, trabajando en la idea del patrón o el ornamento, que son elementos tradicionalmente asociados a lo femenino”.
El espacio que han diseñado y ejecutado para Swatch Cities es una gruta misteriosa y llena de recovecos, que rompe la distribución geométrica del espacio (una nave industrial) mediante juegos de luces, texturas rugosas y elementos botánicos que parecen haber surgido en medio de una atmósfera extraterrestre. Algo parecido al planeta Marte ha llegado a Madrid. “La idea es que la gente se apropie del espacio sin excesivas normas”, apunta.
La gruta de Takk sirve de antesala al espacio principal del festival, en el que cada día se suceden exposiciones, presentaciones, sesiones de asesoramiento creativo y conciertos desenchufados. La programación, toda ella gratuita (aunque hay que reservar invitaciones en la web del evento), forma parte de la apuesta de Swatch por dar visibilidad a la creación emergente que tiene lugar en Madrid.
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