Pastor de toda la vida

UN REBAÑO de ovejas rompe la monotonía del paisaje castellano. Eugenio Rodríguez ha salido con su ganado como cada mañana desde que era un adolescente. Ahora tiene 76 años. Es el último pastor de su pueblo, Robladillo, a media hora de Valladolid. Siempre camina escoltado por un par de careas, unos perros pequeños y despiertos, ideales para el pastoreo. Ha tenido decenas de ejemplares de esta raza, con nombres como De Gaulle, Eto’o o Gandhi. Hoy lo acompañan dos hembras: Lisa (como el personaje de los Simpson), de seis años, y su hija de ocho meses, Laika, como la perra que viajó al espacio. “Sin ellas no habría persona humana que dominara un hatajo de ovejas”. Sus dos compinches vigilan constantemente el rebaño y responden a cada mínimo gesto de su amo. Desde hace unos años también acompaña al pastor una pareja de mastines: Pepa Pig y Sastre. Su tarea consiste en ahuyentar a los temidos lobos. Completa la familia un burro, Perico, que traslada todo lo que Rodríguez necesita en una jornada. Todo menos la comida, que guarda con celo en su morral de cuero.

El pastor asegura que no cambiaría su oficio por nada. Pese a los madrugones y las jornadas a la intemperie. Se siente acompañado escuchando la radio. De hecho, durante un tiempo colaboró con la cadena Ser. También trabajó en la construcción como peón y para él esos siguen siendo los peores años de su vida. Dice que no piensa jubilarse. Saldrá cada mañana con su rebaño mientras pueda. “La libertad que te da el campo vale más que todo el dinero”.