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El Twitter de Arévalo es ahora mismo el lugar más fascinante de Internet

El humorista muestra a sus más de 30.000 seguidores imágenes de sus álbumes personales, comentarios sobre su cotidianidad y ocurrencias que a veces lo hacen viral. Y todo sin ninguna pretensión

Arévalo fotografiado en la plaza de Las Ventas (Madrid).
Arévalo fotografiado en la plaza de Las Ventas (Madrid).Cordon Press
Guillermo Alonso

Cada poco tiempo, Twitter convierte en viral algo que ha escrito Arévalo, nombre artístico del humorista Francisco Rodríguez Iglesias (Valencia, 1947). Es muy complicado encontrar, entre los humoristas de su quinta, a alguno que tenga cuenta en Twitter. Y los que la tienen cuentan con un número de seguidores ni siquiera significativo. Un ejemplo: alguien tan mediático como Ángel Garó, más joven que Arévalo pero con el que coincidió en alguna etapa del Un, dos, tres… responda otra vez (y es hoy habitual programas rosas y concursante de Gran Hermano VIP) atesora unos 10.000 seguidores. Arévalo tiene 32.000.

Arévalo no se corta: manda a la mierda y devuelve la descalificación con la misma alegría con la que la recibe. En un medio en el que se premia la crítica elegante y la socarronería sintetizada, el estilo de Arévalo es humano, embrutecido y auténtico

Este seguimiento es milagroso y extraño. Se trata de alguien a priori muy alejado del usuario medio de la red social: la mayoría tienen menos de 25 años. Pocos recordarán el éxito que el humorista cosechaba con la venta de sus cintas de humor, su época triunfal en el Un, dos, tres o que protagonizó su propia serie de sketches en horario de máxima audiencia en Antena 3. A sus 71 años, Arévalo es famoso en Twitter por haberse convertido, a ojos de muchos seguidores, en una especie de broma irónica, de una rémora de otro tiempo en un medio que (piensan sus detractores) no le pertenece. Una broma irónica y, casi siempre, injusta.

Su última gracia viral (e involuntaria) fue un comentario a Jennifer Lopez, retuiteado cerca de 2.500 veces y que atesora casi 3.500 “me gusta” desde el viernes. Diversos medios se hicieron eco del comentario de admiración del cómico español a la estrella del pop. También muchos usuarios de la red social se rieron de Arévalo.

Él respondió de forma encantadora. Primero, aclarando que no había en su tuit ánimo de ligoteo: "Sí, soy uno de los millones de admiradores de Jennifer Lopez y si me gusta es como cantante y actriz. A mi mujer, que en paz descanse, le gustaba y vimos varias veces la película ¿Bailamos? con Rlchard Gere".

Después, retuiteando y agradeciendo los memes que iban apareciendo sobre la historia. 

En un momento en el que las relecturas sobre el género, el lenguaje y los privilegios han creado dos nuevas Españas, se diría que se han manifestado de nuevo entre los partidarios y detractores de Arévalo en Twitter. Son dos Españas que ya no están a la izquierda y la derecha, sino arriba y abajo, o sea, los jóvenes y los mayores (nótense las cursivas para remarcar que a menudo estos términos son emocionales, no biológicos). Y en estas críticas al cómico se respira un espíritu de ajusticiamiento con alguien que sí, sigue haciendo humor grueso y caduco sobre el escenario, que causa una desaprobación comprensible. Pero cuando esta desaprobación a su labor artística se convierte en mofa personal en Twitter, el mensaje se queda inmediatamente desvirtuado. 

En Twitter, la figura Arévalo es más tierna que otra cosa. Sí, retuitea asuntos políticos, alaba a Carlos Herrera llamándolo continuamente "líder" y "Gran Persona" (así, con unas mesiánicas y misteriosas mayúsculas) y reivindica la tauromaquia (su padre era el recientemente fallecido Paco Arévalo, estrella de "El bombero torero"). Todo esto hacer que se ponga a buena parte de los usuarios en contra. Pero de repente se pone comentar asuntos cotidianos ("buenas noches, hoy me acuesto ya y mañana iré a la playa un ratito") o a informar de su estado de salud con la cercanía con la que lo haría un vecino (" tras un chequeo y a falta de la analítica que me haré en valencia, salio todo bien: corazón, hígado y riñones perfectos y en cuanto a la revisión de la vista todo genial") y, de repente, Arévalo te ha ganado. 

Ojo a su foto de perfil: una no demasiado profesional, un selfie sacado con su ordenador en una habitación de su casa, se diría. Detrás de él destaca la pared amarilla y una foto enorme de varios famosos y humoristas entre los que destacan Bertín Osborne o Millán Salcedo. Arévalo, en Twitter, podría ser tu padre o tu abuelo. A menudo, da los buenos días y las buenas noches. Responde con mucha amabilidad a los que le lanzan saludos. Y sí, casi siempre con una ortografía y gramática francamente mejorables. Y recibe críticas feroces por ello. Un golpe bajo para alguien que se está expresando en un medio que se popularizó cuando él ya había pasado la edad de jubilación. 

Eso sí, a la vez que a veces se muestra de lo más torpe con el funcionamiento de Twitter, Arévalo demuestra en algunas otras ocasiones que se ha hecho perfectamente a la era digital. Por ejemplo, cuando comparte con sus seguidores la imagen que tiene como fondo de escritorio en su iPhone: un retrato de su padre. En esa captura de su escritorio podemos ver que se ha bajado el navegador Chrome (el Safari es el que iPhone incluye por defecto) y está suscrito a varios podcasts de la plataforma Ivoox, en la que tiene varias notificaciones.  

También es habitual que el humorista, saltándose todas las normas sobre Internet, responda a los insultos. Y lo hace con el mismo tono y la mala leche que se le presupone a un hombre que ha pasado ya por bastante en la vida. Arévalo perdió a su mujer debido a un cáncer en 2016 y a dos hijos, uno al poco de nacer y otro a los 27 años, además de tener una hija, Nuria, que necesita cuidados especiales debido al Síndrome de Willams. Arévalo no se corta: manda a la mierda y devuelve la descalificación con la misma alegría con la que la recibe. En un medio en el que se premia la crítica elegante, la socarronería sintetizada y esa unidad mínima de comunicación que se nos ha dado por llamar “zasca”, el estilo de Arévalo es humano, embrutecido y auténtico. 

Como haría un padre o un abuelo, Arévalo cuenta batallitas a través de fotos de su álbum personal. Y ahí, tanto para seguidores, detractores o gente a la que Arévalo le dé exactamente igual, es donde esta cuenta de Twitter se vuelve oro. Podemos ver su foto con Jerry Lewis:

O la célebre imagen de él posando con Alfonso Ribeiro (Carlton Banks en El príncipe de Bel Air), una imagen que fue viral casi antes de que se inventase el término viral:

O la imagen que demuestra que tiene 24 discos de oro, algo que había sido puesto en duda por otros usuarios de Twitter:

O esta en la que posa, vestido con una camiseta de AC/DC, con el cantante de coplas Luis Lucena:

O las muchas en las que se muestra llevando a cabo tareas del hogar. Según contó en las entrevistas, se acostumbró a encargarse de todo él en casa cuando su mujer enfermó. En otras imágenes comparte los platos que le cocina a su hija

Y tal vez lo más llamativo que nos deja su cuenta: una foto de Arévalo de joven. Un adolescente de belleza cinematográfica, a medio camino entre las estrellas del cine quinqui de Eloy de la Iglesia y la desidia aristocrática de Brooklyn Beckham.

Fue precisamente esta generosidad en Twitter y su querencia por enseñar encuentros con personalidades de los que se siente orgulloso lo que provocó en 2017 una ruptura con Bertín Osborne, con el que llevaba haciendo giras teatrales de éxito desde 2011 y con el que mantenía una estrecha relación de amistad desde hace décadas.

Fue debido a una foto de una paella en la que aparecían Osborne, el rey emérito Juan Carlos y la infanta Elena, entre otros. Su publicación no gustó, según contaría el propio Arévalo en televisión, ni a Bertín ni a la propia Casa Real. "Bertín me dijo: '¡Quita la puta foto esa!'. Y desde entonces nada más nos hablamos por WhatsApp, y solo me contesta 'sí', 'no' y 'qué bien", contó Arévalo. Y remató: "Así que fíjate cómo está el matrimonio de mal".

Sobre la firma

Guillermo Alonso
Editor web de ICON. Ha trabajado en Vanity Fair y Telecinco. Ha publicado las novelas ‘Vivan los hombres cabales’ y ‘Muestras privadas de afecto’, el libro de relatos ‘La lengua entre los dientes’ y el ensayo ‘Michael Jackson. Música de luz, vida de sombras’. Su podcast ‘Arsénico Caviar’ ganó el Ondas Global del Podcast 2023 a mejor conversacional.

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