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COLUMNA
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Casado es quien se examina en Bruselas

Hasta ahora, la Comisión no ha apreciado en los Presupuestos esos peligros de los que habla el líder del PP

Xavier Vidal-Folch
Pablo Casado conversa con periodistas en el Congreso de los Diputados.
Pablo Casado conversa con periodistas en el Congreso de los Diputados.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Es el presidente del PP, Pablo Casado, quien se somete hoy a una severa prueba de máster en Bruselas. Se examina sobre su inmarcesible frase: “O la Comisión Europea tumba estos Presupuestos, o estos Presupuestos tumban a España”.

Si debiese seguir esta ley Casado, Bruselas solo podría hacer una cosa con ellos: “Tumbarlos” (o sea, rechazarlos). Porque si permitiese la tramitación de unas cuentas horribles, la Comisión incumpliría su deber de vigilancia sobre los Estados miembros. No es una opción, sino un deber: para que los Gobiernos no destruyan la estabilidad presupuestaria de sus propios países.

Y es obvio que si facilitase el riesgo de que los Presupuestos de Sánchez “tumbasen a España”, no solo su Gobierno, sino también la Comisión, violarían severamente el Tratado, el Pacto de Estabilidad y toda la normativa fiscal europea.

Hasta ahora, la Comisión no ha apreciado ese peligro de violación frontal. Solo, en su carta del día 19, constató el leve riesgo “de alguna desviación del esfuerzo requerido”: mucho menos peligro que en los casos de Francia, Bélgica o Portugal.

Pero si desconfiase de las aclaraciones de la carta de contestación española, aún podría, hasta las 24 horas de hoy (máximo de una semana —como ordena el Reglamento 473/2013— tras recibir, el día 15, el plan de Madrid), imputar a España la inminencia de un “incumplimiento especialmente grave”. Y en consecuencia, “tumbar” —rechazar— el presupuesto obligando a que se le sometiese otro, “revisado”, en el plazo máximo de otra semana,

Ese “incumplimiento especialmente grave” debería ser “susceptible de poner en peligro la estabilidad financiera del Estado”, el “buen funcionamiento de la unión económica y monetaria”, o implicar una “importante y evidente violación de las recomendaciones” anteriores del Consejo, como indica el reglamento (punto 20 y artículo 7). Eso es lo que se prevé que hará con Italia, por sus “desviaciones sin precedentes en la historia”, generadoras de “una grave preocupación”, según su carta a Roma del día 18.

Si no lo hace en pocas horas con España —se admiten apuestas—, esta podrá aspirar a otras notas mejores: “Cumplimiento” (sobresaliente), “amplio cumplimiento” (notable) o “riesgo de incumplimiento” (aprobado). Pero no le caerá el estigma de violar la norma. Y entonces Casado suspendería, hoy, su primer máster europeo. Sería un cate de recuerdo imborrable, proporcional a su arrojo. Porque de ser cierta, su acusación habría sido capaz de atraer a España, otra vez, la gota fría de los mercados.

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