Eutanasia, por favor
La sedación es habitual hoy, hasta se la administraron a Juan Pablo II, santo de la Iglesia católica. Siendo un proceso irreversible, el tiempo desde que comienza el tratamiento hasta que el sedado fallece es un suplicio para todos. Es una eutanasia en diferido. Y si preguntas por qué no se agiliza el proceso te contestan, con pena e indignación, que porque sería un delito.
Así son las cosas. Se exige a quien va a morir que si quiere terminar pronto para sufrir menos sea además un valiente, y un proscrito por suicida. La humanidad no existe, y menos en quienes se califican de humanos por religiosidad.
Dionisio Rodríguez Castro
Villaviciosa de Odón (Madrid)
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