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Ser abogado gitano en Europa

Silvia Cruz Lapeña

Cada vez más miembros de esa comunidad estudian Derecho para defender sus derechos. Ahora han celebrado un encuentro en Madrid

Ostalinda Maya (tercera por la derecha), con un grupo de abogados gitanos en las escaleras del Tribunal Supremo de EE UU.
Ostalinda Maya (tercera por la derecha), con un grupo de abogados gitanos en las escaleras del Tribunal Supremo de EE UU.

PARTE DE LA sangre de Ostalinda Maya es mexicana, y otra, española y gitana. La romaní le viene de su padre, el bailaor Mario Maya, autor de Camelamos naquerar, un espectáculo que en 1976 abrió el debate sobre los derechos de su pueblo en España. El título, en caló, significa “Queremos hablar” y podría ser un prefacio a la tarea que hoy desempeña su hija, una abogada y antropóloga de 36 años empeñada en dar voz a su comunidad y que ha organizado la primera reunión de abogados gitanos de Europa.

La idea se le ocurrió hace cuatro años y fue un viaje a Nueva York y Washington lo que la acabó de convencer de la necesidad de unir esfuerzos. “En EE UU es normal ver agrupaciones de abogados negros, latinos o asiáticos, pero en Europa no”. Allí visitó la Latino Justice y la Asociación Nacional para el Progreso del Pueblo de Color. Fue esta última la que logró que la segregación en los colegios estado­unidenses fuera declarada ilegal en una sentencia dictada en 1954.

En ese fallo se inspiró el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2007 para dictaminar, por primera vez, que un país de la Unión Europea (República Checa) discriminaba sistemáticamente a los alumnos gitanos. Esa decisión marcó un antes y un después en la jurisprudencia, pero no en la vida diaria de los calés. “Cuesta que se aplique”, explica Maya, y añade que la educación y el acceso a la vivienda son los temas más recurrentes que abordan los juristas romaníes junto a los delitos de odio, “que aumentan cuando hay elecciones”. La joven trabaja en Iniciativa por la Justicia, entidad de la Open Foundation que preside George ­Soros, y le preocupa la falta de información que tiene su pueblo ­sobre sus derechos. “Muchos gitanos no saben ni dónde denunciar, pero a veces la policía tampoco está preparada para tratar delitos de odio o discriminación”.

Esa es una de las cuestiones que abordó en septiembre en el encuentro histórico que organizó en Madrid, al que acudieron juristas gitanos de Bulgaria, Rumania, España y Macedonia, los únicos países con una asociación profesional activa. Para la letrada, esos delitos de discriminación son la razón por la que tantos gitanos, cuando tienen la oportunidad de estudiar, optan por las leyes. “No hay cifras sobre cuántos acceden a la Universidad, pero sabemos que el 13% de las becas que se piden a la Roma Education Fund son para cursar Derecho. Es normal: muchos han vivido o visto esas injusticias”. Tampoco acceder a la profesión es fácil porque la mayoría de los nuevos abogados son los primeros en sus familias que tienen estudios superiores: “No tienen contactos y estos son importantes en la abogacía, que sigue siendo un mundo tradicional”, cuenta Maya.

Cuando ejercen, algunos entran en entidades que luchan contra la discriminación o compaginan su trabajo en un bufete con la ayuda a su comunidad. Pero no todos se atreven: “Muchos colegas nos felicitan por la iniciativa, pero no se suman porque no quieren que en sus despachos sepan que son gitanos”. Hoy tienen localizados a un centenar de abogados en Bulgaria y a otros tantos en Rumania, a 50 en España y a 3 en Macedonia. Maya cree que el miedo a las represalias es uno de los motivos que impiden saber cuántos letrados romaníes hay en Europa.

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Sobre la firma

Silvia Cruz Lapeña
Periodista en EL PAÍS Audio. Ha publicado en los principales medios españoles, colaboradora en RNE o CADENA SER y ha sido jefa de Actualidad en Vanity Fair Licenciada en Periodismo, es autora del libro 'Crónica jonda', y de su podcast homónimo publicado en Podium Podcast, así como de la biografía de la boxeadora Lady Tyger.

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