Una juez de 85 años, icono de feminismo
Ruth Bader Ginsburg, conocida como Notorius RBG, se exhibe en camisetas, protagoniza películas y tiene personaje en 'Futurama'
Por si 60 años de exitosa carrera judicial por los derechos civiles no fueran suficientes, la juez estadounidense Ruth Bader Ginsburg, todavía en activo a sus 85 años, es toda una estrella. Continúa ejerciendo como magistrada del Tribunal Supremo de Estados Unidos —fue la segunda mujer en alcanzar este cargo—, participa en actos multitudinarios y crea largas colas cada vez que firma libros. Su trayectoria ha inspirado dos películas —el documental RGB y On the Basis of Sex, que se estrenará estas Navidades— y su rostro se ha transformado en un icono pop. Ella se toma con humor y sorpresa el fervor que despierta. “Tengo más de 80 años y todo el mundo quiere hacerse una foto conmigo”, cuenta sonriente en el documental.
Es “una heroína de los derechos civiles” para The New Yorker, y “una rockstar judicial” para The New York Times. Ginsburg ha dedicado toda su vida —y lo sigue haciendo— a luchar por la igualdad y, aunque no ha tenido un camino fácil, los reconocimientos no le han faltado. Fue el entonces presidente de EE UU Bill Clinton quien la nombró juez del Supremo en 1993, una de las instituciones más importantes para la transformación de la sociedad estadounidense. Sus sentencias a favor del matrimonio homosexual, contra la segregación racial en las aulas y en contra de que los hombres cobren más que las mujeres por el mismo trabajo han sido históricas y han despertado apoyos muy variados. Incluso el expresidente Barack Obama ha admitido sentir debilidad por ella.
Sin embargo, son los ciudadanos anónimos —y especialmente las jóvenes— quienes con más pasión veneran el valor de esta mujer acostumbrada a romper moldes. Una de las librerías más conocidas de Nueva York, Strand, tiene una colección de objetos dedicados a ella. Hay merchandising de todo tipo, desde bolsos con el lema Time is on the side of change (El tiempo está del lado del cambio) hasta chapas, pósters, tazas o neceseres, todos ellos con la firma RBG —sus iniciales—, que también se comercializan a través de distintas páginas web. Frases como You can’t spell truth without Ruth (No puedes deletrear ‘verdad’ sin Ruth) decoran camisetas y otras prendas que se ven por las calles y en redes sociales, donde los memes inspirados en ella se comparten. La juez es un símbolo y la cultura pop la adora.
La serie Futurama, dirigida por Matt Groening, el creador de Los Simpson, ha hecho de ella un personaje. Sitúa la aparición de Ginsburg en el año 3003 y la representa como magistrada asociada de la llamada "Corte Suprema de la Tierra”. También es protagonista de un blog y los vídeos de sus intervenciones públicas acumulan millones de visualizaciones. “Hay tatuajes, camisetas y dedicatorias en YouTube que rinden homenaje a la jurista de voz suave, que ha estado en el banco más alto de la nación durante 21 años, más tiempo que el que muchos de sus seguidores han vivido”, contaba la CNN hace ya tres años, con motivo de un aluvión de memes que hubo con motivo de su cumpleaños.
Además de plasmar sus memorias en su biografía My own words (Mis propias palabras), la juez ha compartido detalles de su vida en el documental RGB, estrenado en mayo. En él, además de recordar sus inicios, como cuando fue discriminada por ser mujer, cobraba menos que sus compañeros y tuvo que ocultar su embarazo, muestra facetas de su vida cotidiana. Entre otras cosas, deja ver que hacer deporte es parte de su rutina diaria —aparece haciendo pesas—, y pronuncia algunas de las frases que han contribuido a su prestigio, como “no pido favores por mi sexo, todo lo que pido a nuestros hermanos es que nos quiten los pies de nuestros cuellos”, o la también celebrada “yo disiento”, otra de las citas convertidas en mantra, que utilizó para reclamar justicia en el caso de Lily Ledbetter, la mujer que a lo largo de su vida laboral cobró 200.000 dólares (172.000 euros) menos que sus compañeros hombres, a pesar de estar más cualificada y tener más antigüedad que ellos.
Viuda desde 2010 y tras superar dos tipos de cáncer, ahora disfruta de su fama sin complejos pero, sobre todo, lo hace sin perder de vista el objetivo de promover la igualdad. “Lo que ha favorecido su ascenso a icono de la cultura pop de forma realmente sorprendente es que, a sus 85 años, está disfrutando de una popularidad inesperada”, analiza The New York Times. El diario incide en que la octogenaria “se divierte con la fama” y la ha abrazado “como otra herramienta más a utilizar en su esfuerzo por ayudar a las mujeres a avanzar”. Por ahora, y a pesar de su rivalidad con el presidente Donald Trump, la jubilación no entra en sus planes.
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