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Otro intento de boicoteo de los Markle a la felicidad de Meghan

La hermana de la duquesa de Sussex intenta entrar en silla de ruedas en el palacio de Kensington para entregarle una carta, mientras que su padre no para de conceder incómodas entrevistas

Meghan Markle, duquesa de Sussex, durante una visita a Peacehaven, en Sussex, al sudoeste de Inglaterra, el 3 de octubre de 2018.
Meghan Markle, duquesa de Sussex, durante una visita a Peacehaven, en Sussex, al sudoeste de Inglaterra, el 3 de octubre de 2018.CHRIS JACKSON (Getty Images)
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Son días agridulces para Meghan Markle. Si su familia política —por lo que se ve, puesto que saberse se sabe poco— la ha acogido con los brazos abiertos y en Reino Unido es querida y alabada, con altas cuotas de popularidad, es su parentela directa la que le trae quebraderos de cabeza. Tras las muchas entrevistas que ha concedido su padre, es ahora su hermana la que copa titulares. Samantha Markle se ha plantado en la puerta del palacio de Kensington, la residencia de Meghan y Enrique de Inglaterra. Su intención era entregarle, supuestamente en mano, una carta a su medio hermana. Sin embargo, la seguridad de palacio no la dejó atravesar las puertas del mismo y tuvo que dársela a un guardia. 

La visita tuvo lugar la pasada semana, aunque ha trascendido ahora por unas fotos que ha publicado el tabloide británico The Mirror, donde se ve a Samantha y a su pareja, que empuja su silla de ruedas, llegando hasta el palacio y entregando la carta, pero también comprando merchandising de la pareja, como máscaras con sus caras. De hecho, la propia Samantha Markle, de 53 años, ha querido seguir alimentando la polémica y ha escrito un tuit enlazando a la información y con la frase "Todos ansían saber lo que hay en esa carta" seguida de varios emoticonos de risas y corazones. Además, el pasado 1 de octubre, Samantha concedió una entrevista en el programa del periodista Jeremy Vine en la que aseguraba que toda su intención era "tener posibilidad de hablar" con su hermana y que ella supiera que estaba allí. "Pero no creo que ocurra", afirmaba.

Meghan, de 37 años, y Samantha, de 53, son hijas del mismo padre, Thomas Markle, pero no de la misma madre, puesto que la actual duquesa es hija de Doria Ragland, la segunda esposa de Thomas, y su hermana mayor es fruto de su primer matrimonio con Roslyn Loveless, con quien estuvo casado entre 1964 y 1975. De ese matrimonio también es fruto Thomas Markle Jr. que, aunque por el momento no se ha plantado en las puertas de palacio, tampoco ha dudado en criticar a su hermana. 

A ese medio hermano de la duquesa, de 51 años que vive en Oregon, EE UU, tampoco le faltó su momento de gloria: un par de semanas antes de la gran boda de Meghan y Enrique, Thomas le mandó una carta al príncipe para advertirle de que el enlace era "un gran error". "Es muy evidente que su pequeña fama de Hollywood se le ha subido a la cabeza, convirtiéndola en una mujer hastiada, superficial y vanidosa que hará una broma de usted y de la herencia de la familia real", escribió entonces Thomas Jr. 

Sin embargo, tras el enlace parece haberse mantenido al margen de la nueva vida de Meghan. Para eso ya están su hermana Samantha y su padre, el más prolífico a la hora de lanzar críticas y dardos contra su hija pequeña. Ya antes de la boda tuvo un importante papel al no poder llevar a su hija al altar, momento que aprovechó para conceder sus primeras entrevistas, asegurando que su hija había llorado al decirle que no podría estar con ella en su gran día.

No ha sido la única vez que ha hablado con los medios para lanzar titulares bomba. A mediados de julio habló con The Sun y aseguró que notaba a su hija "muy estirada" y "aterrorizada". "Lo veo en sus ojos, lo veo en su cara y lo veo en su sonrisa. He visto su sonrisa durante años. Conozco esa sonrisa. No me gusta la sonrisa que estoy viendo ahora", comentaba en una entrevista que dio la vuelta al mundo. "Meghan parece salida de una película antigua", afirmaba entonces. "¿Por qué en 2018 va vestida como en los años treinta? ¿Por qué tiene que taparse las rodillas?".

Apenas habían pasado dos semanas cuando aseguraba desde su retiro en México, esta vez al Daily Mail, que había intentado ponerse en contacto con su hija por su cumpleaños (el 4 de agosto Meghan cumplió los 37) y que ya no le cogía el teléfono: "Esos números están desconectados, ya no funcionan. No tengo modo de contactar con mi hija". "Quería mandarle una tarjeta. Pero si la mando al palacio de Kensington, o donde sea que viva ahora, será una entre miles. Probablemente nunca la verá", aseguraba, con otra de esas frases pensadas para el titular: "Podría morirme mañana. No sería algo tan malo. Tengo una cierta creencia en las filosofías budistas sobre la muerte. Sería más fácil para Meghan si muriera. Todo el mundo la llenaría de muestras de cariño. Pero espero que nos reconciliemos. Odiaría morirme sin volver a hablar con Meghan".

Desde entonces, Thomas Markle no ha vuelto a abrir la boca sobre su mediática hija. Tampoco su hijo, Thomas Jr. Este ha sido el turno de Samantha Markle. La familia nunca se había acercado tanto, literalmente, hasta las puertas del fortín de Meghan. Y, aunque ahora hayan perdido la batalla, seguro que van a seguir dando que hablar en esta guerra.

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