10 cosas que los turistas tienen prohibidas
El aumento del turismo ha provocado también un incremento de las molestias que generamos. Las ciudades tratan de combatirlo con prohibiciones. A veces sensatas; otras, absurdas
Hace poco conocíamos que el Ayuntamiento de Venecia quería multar a los turistas que se sienten en la calle o en las escaleras públicas para comer. No es nuevo, el de Roma aplica esa medida ya desde 2012. En Florencia está prohibido comer... parado; si te tomas la pizza mientras caminas, no te multan. De momento la del consistorio veneciano es solo es una propuesta —controvertida—, que se uniría a una larga lista de prohibiciones ya implementadas —por ejemplo, calles peatonales de sentido único— en una ciudad que con 30 millones de visitantes al año hace mucho tiempo que perdió la batalla de la gentrificación. Pero vamos, en un lugar donde te crujen 10 euros por un café o 100 por una comida (mala) con vistas al Gran Canal, intentar que la gente no se coma un bocata por la calle parece una empresa imposible. Además, no será lo mismo tomarse un discreto sándwich sentado en un banco que echar el mantel de cuadros al suelo de la Piazza San Marcos y empezar a sacar túper con conejo frito y tortilla de patatas.
En fin, los turistas somos el maná, pero en grandes cantidades —reconozcámoslo— molestamos. En apenas cinco décadas hemos pasado de darle un ramo de flores al turista "un millón" a empapelar las calles con carteles "Tourists not welcome" ¿Qué ha pasado? Pues que somos muchos. En concreto, 1.300 millones de personas moviéndose por el mundo para hacerse la foto delante de casi los mismos sitios. Con dos problemas añadidos. Uno: el vandalismo o la falta de educación de unos pocos afecta a la inmensa mayoría de los otros. Y dos: las nuevas tecnologías van más rápido que la legislación y que la adaptación de las infraestructuras. Las ciudades más turísticas se debaten en cómo regular el turismo sin matar la gallina de los huevos de oro. Nadie parece tener la varita mágica, por eso lo que se hace —de momento— es prohibir. Prohibiciones a veces lógicas y sensatas, aunque otras lleguen al absurdo, cuando no a la imposibilidad de ponerlas en práctica. Estas son algunas de las que te encontrarás ya viajando por el mundo:
Palos 'selfie': el demonio
Son el ogro de los espacios turísticos. Se prohíben ya en multitud de sitios, sobre todo en ruinas arqueológicas, museos y espacios culturales. Entre ellos, el Coliseo romano, los parques Disney, la Torre de Londres, el palacio de Buckingham, el MOMA y otro buen número de museos de primer rango.
Machu Picchu: prohibido aplaudir, silbar o cantar
Además de la previsible prohibición de palos selfie, trípodes o cualquier otro elemento de estabilización para fotografía o vídeo, los vigilantes están muy al quite de prohibir otras manifestaciones en principio nada sospechosas: no se puede aplaudir, gritar, silbar o cantar. Ni hacerse fotos con carteles de ningún tipo (vi como le llamaban la atención a un señor que se hacía una foto con un folio en blanco en el que había escrito: "Paz").
Taj Mahal: fotos sí; vídeo, no
Una de las prohibiciones más absurdas que he visto en los últimos años es en el famoso monumento indio. Se puede acceder con cámaras de fotos, pero no con cámaras de vídeo. Quizá nadie le ha explicado a los responsables que ya todas las cámaras de fotos hacen vídeos de excelente calidad, muchas en formato 4K. Por supuesto, está prohibido acceder con todo tipo de palos selfies o trípodes (cosa que veo muy bien). El absurdo aparece cuando te prohíben usar también un trípode a las afueras del Taj Mahal, en concreto en la otra orilla del río Yamuna (como me ocurrió a mí).
Barcelona: ni patinetes eléctricos ni 'segways'
La capital catalana fue la pionera (julio de 2017) en prohibir circular por la acera a patinetes eléctricos y segways. Medida a la que se han sumado ya otras muchas ciudades. Es comprensible: estos artilugios pueden alcanzar hasta 30 kilómetros por hora y en el mismo espacio que los peatones pueden resultar peligrosos. Pero no perdamos de vista este otro ángulo de la noticia: llevamos décadas clamando por medios de transporte ecológicos, no contaminantes y alternativos para el caos circulatorio de las ciudades. Y cuando aparecen (patinetes eléctricos, por ejemplo) en vez de lanzarnos a crear nuevas infraestructuras para que puedan circular más seguros, los demonizamos y prohibimos. ¿En qué quedamos?
Sin tacones en Grecia
Desde 2009 Grecia prohíbe acceder a los monumentos históricos con zapatos de tacón de aguja por el daño que pueden causar al pavimento. También el consumo de chicles, comidas o bebidas.
No te beses en Dubai
El destino turístico más famoso del golfo Pérsico tiene que conjugar la estricta moral religiosa con la necesidad de fomentar el turismo. En este sentido, además de prohibir maldecir o bailar por las calles, sanciona también las muestras de afecto cariñosas o los besos por la vía pública. En Malasia también está penado besarse o cogerse de la mano en público, norma que no solo afecta a los turistas, sino a toda la población. Aunque tampoco hay que irse tan lejos: supuestamente también está prohibido besarse en las estaciones o en los trenes de Francia, norma que al parecer viene de principio de siglo XX y que no está relacionada con la religión o la moral, sino con el tiempo que demoraban los trenes en partir por culpa de los novios que no terminaban nunca de darse un piquito.
Bañadores fuera de la vía pública
Además de que es de un mal gusto que te mueres, ir en bañador y sin camiseta por las calles de Barcelona, Palma o Dubrovnik te puede salir muy caro. Estas y otras ciudades costeras han puesto coto mediante multas a los turistas que combatan el calor yendo por las calles como si estuvieran en la playa.
No alimentes a las palomas
Las palomas serán el símbolo de la paz, pero en muchos lugares no las dejan en ídem. Cada vez son más ciudades (Londres, Venecia, Viena, Chicago...) las que prohíben que los turistas alimenten las palomas... una foto clásica en el álbum de recuerdos de cualquiera de nuestros abuelos. Muchos municipios españoles se han sumado a esa medida, que intenta evitar la proliferación de aves porque las heces dañan mucho la piedra de las fachadas históricas donde se posan o hacen sus nidos.
Francia: prohibido fotografiar la torre Eiffel por la noche
Puede parecer una noticia de El Mundo Today, pero es de verdad. La iluminación nocturna de la torre Eiffel tiene derechos de autor por lo que no puedes difundir fotos de ella —ni siquiera en tu Instagram— a menos que pidas permiso a los gestores de la famosa estructura. Lo mismo pasa con otros edificios famosos de Francia, Bélgica e Italia, como el Atomium de Bruselas o el Parlamento Europeo de esa misma ciudad.
Con drones y a lo loco
Lo de los drones es kafkiano. Somos cada vez más los profesionales o aficionados que hemos incorporado uno a nuestro equipo, pero cada país va a su bola con la legislación. Los hay donde directamente está prohibido volar e incluso entrar al país con ellos, caso de Marruecos, Uganda o Uzbekistán, donde si los detectan te los requisan en el aeropuerto. En otros, como en México puedes usarlo en cualquier lugar. Los había permisivos, como Camboya, hasta que un turista necio se le ocurrió volar el suyo por encima del palacio Real. Consecuencia: se prohibieron. En fin, que son más los sitios donde no está autorizado su uso que en los que lo está y si piensas viajar con el tuyo... ármate de paciencia.
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