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Provocadores, feministas y cercanos a la cultura ‘queer’, así son los nuevos artistas sudafricanos A pesar de las cicatrices del apartheid, el VIH o la pobreza, los creadores emergentes de la región reivindican que también es un buen momento para ser africano, el mejor hasta la fecha para ser un hombre joven negro . Hablamos con los protagonistas del cambio De padres “irresponsables” y criado por abuelos cristianos en una comunidad “de color” bajo el apartheid, Igshaan Adams (Ciudad del Cabo, 1982) es un musulmán gay que a través de sus tapices hechos de cuerdas, cuentas, acero y telas encontradas investiga sobre su propia “identidad híbrida”. “Mi religión, mi sexualidad y la mezcla de razas en mi familia han hecho que me preguntara durante mucho tiempo dónde encajo. Incluso atravesé una fase atea al salir del instituto. Hay quien cree que ser religioso implica ser estúpido. No es cierto. Con los años y a través de la experiencia, redescubrí a Dios y le perdí el miedo a la espiritualidad. Aunque no necesariamente vaya a la mezquita y haya quien piense que mi sexualidad es incompatible con mi fe. En cualquier caso, no pretendo sonar provocador”. — Adams viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots A partir de materiales como la madera, la piedra, el musgo y el cristal, Mooney formaliza preciosas esculturas e instalaciones que “exploran las creencias religiosas, la luz y los fenómenos naturales”, un lugar donde “el acto ritual de hacer esculturas se convierte en una ceremonia en sí misma”. Asegura que aunque su obra no es política, siente que “asumir la responsabilidad de las propias acciones es un proceso silencioso y muy personal que puede tener consecuencias políticas, aunque ese no sea el objetivo”. Daniella Mooney (Nelspruit, Sudáfrica, 1986) comparte el entusiasmo por Ciudad del Cabo como nuevo ‘hub’ artístico global, pero considera que la segregación es una asignatura pendiente que todavía lastra la ciudad. “El museo Zeitz-MOCAA ha supuesto un esfuerzo por la inclusión, pero hay mucho camino por recorrer”. — Mooney viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots En diciembre colgó el cartel de ‘todo vendido’ en su primera individual en Art Basel Miami Beach. Jody Paulsen (Ciudad del Cabo, 1987) Uno de los artistas locales con mayor proyección recibía así un espaldarazo internacional a su singular obra: ‘collages’ de fieltro fluorescente que mezclan consignas provocadoras con parodias a las obsesiones ‘millennial’, con guiños constantes a la moda (el artista tiene también una marca de ropa, AKJP), ‘Paris is burning’ o las ‘apps’ de sexo inmediato. Una golosina visual que desafía con sorna y también cierto candor las convenciones del buen gusto y la moral. “Hace diez años quizá había un par de artistas ‘queer’ negros aquí. Hoy hay una nueva generación mucho más diversa, viviendo con honestidad. Se nota hasta de noche: la visibilidad ha llegado al espacio público”, celebra. — Paulsen viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots Cuando este zimbabuense se mudó a Ciudad del Cabo a estudiar en 2006, empezó a crear objetos escultóricos usando billetes de su país natal fuera de circulación para reflexionar sobre el colapso de su economía. Hasta que presenció la ola de violencia xenófoba que en 2008 se ensañó con migrantes africanos como él. “Se esgrimió un proceso de clasificación que daba por hecho que los auténticos sudafricanos tienen la piel más clara o hablan con fluidez una lengua indígena. Resultó que 21 de las 62 víctimas eran ciudadanos ‘nativos”, denuncia. Gerald Machona (Zvishavane, Zimbabue, 1986) se obesionó entonces con contar la historia de los migrantes, y fruto de ello es su obra más emblemática: el traje de un astronauta forrado de billetes “que busca un sentido de pertenencia en un entorno extraño y hostil”. — Machona viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots “A diferencia de Ciudad del Cabo, que funciona con círculos muy cerrados, en Johannesburgo, donde vivo, todos somos inmigrantes. Hay sitio para cualquiera. Es una ciudad inspiradora donde sientes que cualquiera puede triunfar si se lo propone. Es cierto, hay violencia, callejera y corporativa, pero como en otras grandes urbes”. Billie Zangewa (Blantyre, Malawi, 1973) –su obra ha colgado, de entre otros museos, del Guggenheim de Bilbao– se define como “una madre feliz”. Sus “pinturas de seda”, tapices cosidos con la misma delicadeza con la que habla, retratan escenas del “feminismo diario” –muchas protagonizadas por sí misma– que buscan desafiar al patriarcado y los estereotipos raciales. “Son escenas cotidianas sobre la experiencia femenina, de base personal pero fácil identificación universal”. — Zangewa viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots Conocido por sus pequeños retratos melancólicos y, más recientemente, por su afición a los estampados florales, Ian Grose (Johannesburgo, 1986) recuerda, por el físico y por el trato introvertido, a un dibujo de su admirado Egon Schiele (los libros del austriaco se apilan en su estudio entre otros de Velázquez y Vuillard). Empezó haciendo retratos fotorrealistas por encargo para pagarse las facturas mientras estudiaba inglés, pero con el tiempo, recuerda, pasó “de pintar lo que veía a pintar lo que recordaba”. El éxito de su primera exposición individual, en 2013, lo convirtió automáticamente en una estrella en su país. También en una ‘rara avis’ de influencias clásicas y estilo de vida premoderno: en su estudio no hay Internet. Y se compró su primer móvil hace solo dos meses. “Pero estoy a punto de tirarlo a la basura”, ríe. — Grose viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots Entre el humor y lo onírico, en la obra más reciente de Marlene Steyn (Ciudad del Cabo, 1989) un ojo o una boca son ejercicios metafóricos para la mente, y la repetición infinita de los mismos –en trazos psicodélicos, ‘folk’ y naíf– conforman telarañas tan difíciles de descifrar como fáciles de disfrutar. “Estoy intrigada por el psicoanálisis. Creo que el yo es una cosa muy resbaladiza y compleja que no se puede empaquetar ni etiquetar. Al unir, trenzar, tejer y comprimir figuras y objetos, quiero visualizar cómo nos formamos y reformamos a través de nuestro entorno”, explica. A Steyn la representan una galería sudafricana y otra británica. “Cuando aquí estábamos inmersos en el arte protesta, en Londres estaban con eso de que la pintura había muerto. Imagínelo: ¡me fascina participar en ambas conversaciones!”. — Steyn viste Gucci. Realización: Jody Paulsen. Anke Loots