Los andadores no ayudan a que los bebés caminen antes y son un peligro
La Academia Estadounidense de Pediatría ha pedido su prohibición y sugieren que los padres se deshagan de los que puedan tener en sus casas
Se inventaron hace siglos para enseñar a los más pequeños a andar, pero lo cierto es que los andadores, estructuras que permiten al niño sostenerse de pie y moverse mucho antes de que pueda hacerlo por sí mismo, han demostrado ser innecesarios e incluso perjudiciales. Un reciente estudio publicado en la revista Pediatrics señala que entre 1990 y 2014 más de 230.000 niños estadounidenses menores de 15 meses fueron tratados en las urgencias pediátricas por lesiones producidas como consecuencia del uso de andadores. Ante las cifras, los autores y la propia Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) han pedido la prohibición de estos dispositivos y sugieren que los padres se deshagan de los que puedan tener en sus casas, y opten por otro tipo de recursos o actividades para sus hijos.
No enseñan a caminar, ni presentan ventajas en el desarrollo
Pese a que en la mitología popular reina la idea de que los andadores permiten a los niños “aprender” a caminar antes, lo cierto es que según Gonzalo Oñoro, pediatra y coautor del blog Dos Pediatras en Casa, no lo harán hasta que estén preparados para hacerlo ya que no se trata de un aprendizaje como tal sino de un hito más dentro del complejo conjunto que supone el desarrollo psicomotor infantil. “Si un niño no camina es porque no ha adquirido todavía las habilidades motoras necesarias para poder hacerlo. Además, hay que tener en cuenta que el desarrollo psicomotor varía mucho de un niño a otro, por ejemplo, se considera normal que un niño no camine de forma autónoma hasta los 18 meses de edad. Esto se debe a que unos adquieren esas habilidades más tarde que otros sin que suponga una patología”, explica.
Según explica Reyes Novoa, pediatra y miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP), se debe insistir en que los andadores no solo no facilitan que los niños caminen “antes”, sino que “hay estudios que relacionan el uso de andador con un retraso en la adquisición de la marcha autónoma en comparación con niños que no lo usan, además de que puede interferir en otros aspectos del desarrollo psicomotor”.
Para Moisés Giménez, fisioterapeuta pediátrico en el IVAF-Diputació de València y profesor de postgrado en la Universitat de València, la razón fundamental para que se desaconsejen debe ser la seguridad y los accidentes, y solo por eso, ya “debería no recomendarse su uso e informar a la población de ello, porque el porcentaje de padres que desconocen esta realidad es alto”. Sin embargo, matiza que respecto a los retrasos en el desarrollo, “aunque hay varios estudios clásicos que sí encuentran el uso de andadores como culpable del retraso en el desarrollo de ítems como el andar, el gateo o el arrastre, (o incluso el desarrollo cognitivo) la calidad metodológica de los mismos no permite establecer una relación causal”. Lo que sí parece estar claro es que no suponen ninguna ventaja para la adquisición de habilidades motoras en el niño, aunque no exista evidencia suficiente para afirmar que puedan suponer un perjuicio.
En cuanto a los efectos a largo plazo, Giménez señala que es muy difícil prever si puede tener influencia en el futuro, o si los cambios que pueden producirse tendrían alguna repercusión. “Somos extremadamente adaptables, y retrasos puntuales en el desarrollo son compensados después por el niño sin tener repercusiones más adelante”, explica.
Ningún profesional “recetará” al niño un andador al uso para que comience a andar
En el caso de sospechar un retraso importante en el desarrollo del niño, el pediatra Gonzalo Oñoro recomienda acudir al pediatra para que valore si realmente existe un problema y, en tal caso, derivar al niño a la consulta de neuropediatría. Insiste, eso sí, en que en el caso de que exista ese retraso en el desarrollo, ningún profesional “recetará” al niño un andador al uso para que comience a andar sino que, tras una valoración a cargo de un especialista en neurodesarrollo infantil, se pautará una serie de ejercicios diseñados para que el niño adquiera esas habilidades necesarias para que finalmente camine por si solo.
Sobre esto, Moisés Giménez explica que si bien en casos puntuales el fisioterapeuta pediátrico puede emplear bipedestadores y andadores, se trata de dispositivos específicos para niños con problemas neurológicos u ortopédicos más complicados, “pero siempre se trata de ayudas ortopédicas específicas y bien prescritas, como pueden ser los andadores posteriores para niños con parálisis cerebral”. Además, añade que se usan como una “ayuda técnica” más dentro de todo un programa de tratamiento y nunca como terapia única.
Lesiones en cabeza y cuello, las más habituales
Los datos de emergencia hospitalaria de la Unión Europea recogidos en diferentes estudios a lo largo de las últimas dos décadas revelan que todos los años cientos de bebés de entre 6 y 15 meses son atendidos por accidentes causados por andadores. Datos que no nos permiten obtener una visión global del problema ya que, según Gonzalo Oñoro, estos estudios se hacen de forma individual en cada país por lo que la recogida de datos puede variar de unos a otros haciendo compleja su interpretación: “Cuando se habla de andadores en estos estudios, muchas veces no se especifica si se trata de andadores en los que el niño va colgado y se impulsa con las piernas dando pequeños pasitos, de los que apenas se ven ya en países como España, o de otro tipo de dispositivos como aquellos en los que el niño ya está de pie y lo empuja como si fuera un carrito. Además, algunos de ellos se centran solo en un tipo de lesiones, como los golpes en la cabeza, y no recogen el global de los niños accidentados. Estas diferencias, que a priori pueden parecer sutiles, hacen complejo que existan datos concretos sobre el tipo de lesiones a las que pueden dar lugar. Sin embargo, todos ellos han demostrado que son potencialmente peligrosos siendo capaces de dar lugar a un accidente en el que el niño se lesione”.
La Guía de seguridad de productos infantiles, elaborada por la Alianza Europea para la Seguridad Infantil, no recomienda su uso debido al demostrado alto riesgo de lesiones que provocan
Según Reyes Novoa, “no hay ningún estudio reciente en España que estudie específicamente la incidencia de lesiones causadas por andadores en niños”. Desde la AEP consideran que debe evitar este tipo de productos porque “el andador hace que el niño se desplace más rápido y con mayor movilidad y alcance que sin él, siendo el equilibrio que ofrece limitado en un niño que no es capaz de mantenerse de pie ni caminar por sí mismo”. De hecho, la Guía de seguridad de productos infantiles, elaborada por la Alianza Europea para la Seguridad Infantil, no recomienda su uso debido al demostrado alto riesgo de lesiones que provocan. A diferencia de países como Canadá, donde está prohibida la venta de andadores desde 2004, o Brasil, que retiró de la venta en 2013 la mayoría de modelos, en el resto del mundo la venta y adquisición de estos artilugios queda a decisión de las familias, por lo que en muchos países se promueve la aprobación de medidas para la fabricación de diseños «más seguros» o la educación de los padres en un uso adecuado.
¿Cuáles son las lesiones más habituales por el uso de andadores? Para Reyes Novoa las que se producen en la cabeza y en el cuello como consecuencia de la caída por las escaleras o de propia altura tras volcar el andador. Añade que pueden ocurrir otros accidentes asociados como quemaduras, envenenamiento o heridas debido a que con el andador pueden alcanzar elementos peligrosos que en principio no deberían estar a su altura. Pone como ejemplo ollas al fuego, productos de limpieza, cables o medicamentos.
Desde la AEP advierten de que si aún sabiendo lo anterior se decide optar por este tipo de dispositivos, es importante que el andador cumpla la normativa de seguridad de la UE y que sea usado siempre bajo la atenta supervisión de sus cuidadores. También se deben tomar medidas preventivas como poner barreras en las escaleras, evitar su uso sobre una superficie que no sea lisa, en la cocina o cerca de lugares con gran cantidad de agua así como en habitaciones con chimeneas u otros sistemas de calefacción expuestos.
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