María Magdalena era “una mujer adinerada” y no una prostituta
Una investigación en el yacimiento de Magdala desvela información sobre la vida de la mujer
María Magdalena fue “una mujer adinerada, influyente y clave” en la vida de Jesucristo. Esta es una de las conclusiones de la investigadora Jennifer Ristine en María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala, un libro presentado el pasado 22 de julio que trata de desvelar los misterios de la mujer a la que la Iglesia católica tachó durante siglos de adúltera y prostituta. La integración de las referencias bíblicas e históricas con los recientes descubrimientos arqueológicos hechos en la ciudad de Magdala (actual Migdal, Israel), donde se cree que nació, han permitido a Ristine reconstruir parte de su perfil.
“Durante los tiempos de María Magdalena, Magdala ya era un pueblo próspero en la industria del pescado”, asegura Ristine, directora del Instituto de la Magdalena, en una entrevista por correo electrónico. Las primeras excavaciones se realizaron en los años setenta. Pero fue en 2009 cuando los Legionarios de Cristo compraron un terreno en la zona y “descubrieron la parte norte del pueblo de Magdala”. “Se encontraron una sinagoga del siglo I, una representación del templo de Jerusalén en piedra [la piedra de Magdala], baños de purificación ritual, casas domésticas y un puerto”, explica Ristine.
Jennifer Ristine
Jennifer Ristine, autora de ‘María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala’ es una mujer consagrada y miembro del Movimiento Regnum Christi. Originaria de Chicago, dirige actualmente el Instituto Magdalena en Magdala, (Israel). “Mis conclusiones no son necesariamente novedosas. Lo que es único en esta narrativa es la integración de la arqueología en un contexto histórico y geográfico en la vida de María Magdalena”, asegura.
Pero, ¿era o no una prostituta? Ristine considera que ha habido “muchas malinterpretaciones en la vida de María Magdalena”. Los hallazgos arqueológicos de la ciudad bíblica de Magdala, ahora un yacimiento arqueológico con más de 2.000 años de antigüedad, sugieren que se trataba de un enclave rico. Y al integrar en este contexto las referencias bíblicas se puede deducir que María Magdalena era “una mujer adinerada de un pueblo económicamente bien posicionado” y no necesariamente una prostituta, añade la autora. Esta idea se reafirma, por ejemplo, en los versos de Lucas VIII:1-3: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes; Susana y algunas otras, las cuales le servían con sus bienes”.
La Iglesia Católica ha reconocido la santidad de la Magdalena y la ha proclamado santa. En 2016 el papa Francisco la nombró apostola apostolurum, “la apóstol de los apóstoles” —no en vano, según la Biblia, fue la primera en ver a Jesús resucitado— y desde entonces su fiesta litúrgica se celebra el 22 de julio. Y, sin embargo, fue el papa Gregorio Magno, en el año 591, uno de los inductores del calificativo de “prostituta” cuando en su homilía 33 afirmó: “Aquella a quien el evangelista Lucas llama la mujer pecadora es la María de la cual son expulsados los siete demonios, y qué significan esos siete demonios, si no todos los vicios”. Con esta aseveración, el sumo pontífice hizo una fusión de las tres marías: María la pecadora, “que unge los pies del Señor”; María la de Magdala, liberada por Jesús de siete demonios y entre las mujeres que le asisten; y María de Betania, hermana de Marta y Lázaro. “La Iglesia de Oriente cree que son tres mujeres diferentes, mientras que la Iglesia de Occidente cree firmemente en identificarlas como la misma mujer, María Magdalena”, explica Jennifer Ristine.
Pero no fue Gregorio Magno el único responsable. Según la investigadora, algunos autores la han asociado con una mujer mencionada en el segundo siglo en el Talmud y llamada “Miriam Megaddlela”, que significa María con el cabello trenzado. “En la comunidad judía ese título se adjudicaba a una mujer de mala reputación, una adúltera o una prostituta”, añade.
Más allá de si fue o no una meretriz, un estigma del que han intentado liberarla los movimientos feministas, “María Magdalena fue una mujer influyente tanto en lo económico como en lo social; en lo económico porque era una mujer acomodada, y en lo social porque a pesar de crecer y vivir en una sociedad religiosa estricta, decide romper esquemas y seguir a Jesús”, considera Ristine, que cree que la de Magdala es, ante todo “un modelo de liderazgo para las mujeres”.
Y todavía queda mucho por descubrir sobre ella. Solo se ha excavado el 15% de la antigua Magdala, de manera que según Jennifer Ristine, futuros hallazgos arqueológicos pueden ayudar a revelar más detalles sobre el pasado religioso de la ciudad natal de María Magdalena y desvelar hechos y verdades de uno de los personajes más misteriosos de los Evangelios.
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