_
_
_
_
_
MIRADOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bandadas

La ingeniería se ha inspirado siempre en la naturaleza, y lo hace cada vez más

Javier Sampedro
Han diseñado una bandada de drones para que vuelen juntos como las aves.
Han diseñado una bandada de drones para que vuelen juntos como las aves.RALPH ORLOWSKI (REUTERS)

La imagen resulta algo nuevo. Tiene gracia verlos: son 30 drones (del tipo quadcopters, o pequeños helicópteros autónomos de cuatro hélices) volando juntos, pero no en perfecta formación robótica, sino como vemos hacer a las bandadas de aves, dividiéndose en dos grupos para salvar un obstáculo, girando de repente hasta casi darse la vuelta y sin chocar jamás una con otra, ajustando su forma todo el rato y sin ningún control central. La ingeniería se ha inspirado siempre en la naturaleza, y lo hace cada vez más. El roboticista húngaro Gábor Vásárhelyi y sus colegas han diseñado su bandada de drones para que vuelen juntos como las aves. Los gráficos de sus trayectorias reales te dejan estupefacto (Science Robotics). Parecen vencejos al atardecer, aunque no gritan tanto.

He aquí algunos trucos de Vásárhelyi: todos los drones se comunican unos con otros. Los que van al frente tienen que avisar a los de atrás de que van a cambiar el rumbo, de modo que eviten apiñarse como los coches que llegan a un atasco. Los movimientos de la bandada deben absorber factores azarosos como errores de comunicación, perturbaciones atmosféricas y obstáculos imprevistos. No intentan programarlo todo de forma definitiva, sino que dejan evolucionar a sus modelos en simuladores de vuelo. Esto último es otra idea que proviene de la biología, como es obvio.

Recuerdo bien lo que más me impresionó de Parque jurásico cuando la vi hace un cuarto de siglo. No, no fue el tiranosaurio temible ni el astuto velocirráptor. Ni siquiera Jeff Goldblum haciendo de matemático pelmazo. Fue una manada de dinosaurios de gama media, parecidos a codornices escabechadas aunque más grandes, que cambiaban de dirección justo como una bandada de aves. El trasfondo científico de la peli era la teoría, relativamente novedosa en la época, de que las aves habían evolucionado a partir de los dinosaurios. Así que me maravilló la finura de los técnicos de efectos especiales a sueldo de Spielberg. Igual de asombrado estoy ahora con los algoritmos húngaros.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Hay otros avances de la robótica (misma fuente) que también son hazañas colectivas, y que en este caso se basan en las colonias de insectos sociales. Uno de estos enjambres de robots puede, según demuestran científicos belgas e italianos, resolver complejos problemas que deben abordarse secuencialmente y que son inalcanzables para cada robot individual. También parece una película, pero esta vez de Frank Capra.

No tienen forma humana, pero a fe mía que se organizan mejor que nosotros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_