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Los ‘mandamientos’ de la masculinidad feminista

Grupos de hombres se reúnen para replantear su papel en la sociedad

El grupo de masculinidad La Enredadera, reunido en El Retiro, en Madrid, el 13 de julio.
El grupo de masculinidad La Enredadera, reunido en El Retiro, en Madrid, el 13 de julio.EDP

Seis hombres se sientan alrededor de la mesa. Todos superan la treintena de años y son feministas. Vienen a hablar de sentimientos. Es un grupo de autoayuda en toda regla, con una peculiaridad: su objetivo es deconstruirse para eliminar comportamientos machistas. Ese es el pilar. Los seis forman parte de uno de los llamados grupos de masculinidad, una iniciativa cuyo objetivo es avanzar hacia la equidad real desprendiéndose de los lastres del machismo y encontrar su papel en una sociedad igualitaria.

De momento son pocos. Los más visibles están aglutinados en torno a la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), que ya suma 20 grupos en 13 provincias: más de 200 hombres con 10 mandamientos de la masculinidad feminista.

El espacio de reunión es una pequeña oficina del centro de Madrid, oscura y con muebles dispares. Cuando vienen más miembros apenas caben. La agrupación se llama Besana (palabra que define el primer surco que se abre en la tierra cuando se empieza a arar) y está integrada en AHIGE. En este espacio no hay debate ni argumentos racionales, solo emociones. “No hay nada más masculino que varios hombres debatiendo de forma racional. Aquí surgen los debates, pero se paran”, explica Pablo, un veterano de estas sesiones.

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Abrirse emocionalmente ante otros hombres no resulta fácil. Por eso el séptimo mandamiento dice que "un hombre por la igualdad intenta ir superando el miedo y el rechazo ante situaciones de cercanía y complicidad con otros hombres. Comprende que la compañía y la ayuda de otros hombres son necesarias para su desarrollo vital. Acepta su apoyo y está aprendiendo a no verlos como competidores”.

Ritxar Bacete, autor del libro Nuevos hombres buenos, define los grupos de masculinidad como “espacios seguros para hombres con hombres". "Sirven para generar espejos que nos permiten detectar los elementos tóxicos que tenemos los hombres y superarlos en comunidad. Sin ser grupos terapéuticos, tienen efectos muy positivos sobre sus miembros", añade. Surgen en la década de los ochenta en Estados Unidos con el desarrollo de los men´s studies, la disciplina académica dedicada al estudio del hombre en la sociedad contemporánea. “Es una consecuencia lógica que, tras trabajar el empoderamiento de las mujeres, se empiece a cuestionar el papel de los hombres”, asegura Bacete.

Tarjetas de un juego de La Enredadera.
Tarjetas de un juego de La Enredadera.EDP

“El origen más ancestral está en la Revolución francesa, donde se constituyeron grupos que buscaban una sociedad más igualitaria”, explica Erick Pescador, doctor en sociología e integrante de la Red de Hombres por la Igualdad. En España, las primeras asociaciones llegaron “sobre el año 86 u 87”, según Pescador.

No todos los grupos de masculinidad se limitan a tratar el ámbito emocional. Algunos también ejercen el activismo de forma colectiva. Es el caso de los Indignados Cuestionándonos el Heteropatriarcado, surgido de las asambleas feministas del 15-M. “Nuestro grupo no tiene que ser terapéutico. Ni tiene que ser algo que nos sirva a nosotros individualmente, sino que lo que trabajemos sea beneficioso para las mujeres de alguna manera”, explica Alberto Moreno, uno de sus miembros. “No por ser hombres más sensibles les vamos a hacer menos daño a las mujeres”.

Este razonamiento lo resume el cuarto mandamiento del decálogo de AHIGE: “Un hombre por la igualdad apoya activamente las justas reivindicaciones de las mujeres contra el sexismo. Comprende que no basta con las palabras y que es necesario que los hombres se posicionen activa y públicamente sobre el tema”.

En el grupo Besana, sin embargo, el activismo lo ejercen de forma individual. Sus sesiones se limitan al ámbito emocional. Tema de hoy: la pérdida, porque “hace poco un compañero perdió a su padre”, explica Manuel, miembro veterano de este grupo de masculinidad. Antes ya han tratado aspectos como la adolescencia, la muerte, la relación con la pareja o con los padres… Están convencidos de que ese camino se hace mejor en compañía. “Cualquier proceso de emancipación pasa por un cambio personal y ese cambio no lo puedes hacer jugando al solitario”, explica Bacete. La mayoría ha necesitado un empujón femenino para llevarles hasta aquí; de su pareja, una amiga o una familiar.

Las asociaciones feministas femeninas ven con buenos ojos estas iniciativas, si bien en un principio se cuestionó el protagonismo que adquirían los hombres en la lucha feminista. “Cuando empezamos hubo mucho debate con dejarnos participar en manifestaciones mixtas. Los medios nos daban mucho protagonismo por ser la novedad”, recuerda Josetxu Riviere, miembro del Grupo de Hombres por la Igualdad de Álava, disuelto en 2011.

La Fundación Mujeres considera “que es positivo el hecho de que grupos de hombres se involucren en esta reflexión y en el cambio social desde su propia identidad”. Para Paloma Tosar, coordinadora del espacio de formación feminista Ágora, el descubrimiento de estos grupos fue “un punto de inflexión”. “Cuando llegaron estos grupos de hombres que se veían como víctimas del sistema patriarcal mi visión cambió. Es muy positivo que existan y animo a todos los hombres a que se sumen”, afirma Tosar.

Estos grupos son conscientes de que los cambios profundos en la sociedad llevan mucho tiempo. Lo mismo ocurre en el ámbito personal. “Es un camino de larga distancia. Yo llevo 10 años metido en esto y sigo teniendo meteduras de pata con mi pareja o con mis amigas…Momentos en los que te preguntas ‘¿cómo he podido decir esto?”, confiesa Moreno. Pero este movimiento sigue creciendo. Por el grupo de AHIGE en Granada, el más veterano en activo, han pasado ya cerca de 200 hombres.

Ritxar Bacete asegura que los comportamientos machistas están inculcados en los hombres por la propia sociedad y la historia. Esta visión la comparten Moreno, Pescador y, cómo no, AHIGE. Así lo recoge el primer punto de su decálogo: “Un hombre por la igualdad se acepta a sí mismo como producto de su tiempo y cultura”.

Decálogo 'Un hombre por la igualdad' de AHIGE

Un hombre por la igualdad es aquel que:

1. Se acepta a sí mismo como producto de su tiempo y cultura.

2. Ha iniciado un camino personal de búsqueda y replanteamiento interno de sus valores, esquemas, mecanismos, conductas y pensamientos.

3. Mantiene una actitud de cambio en sus relaciones con las mujeres, en las que ya no tolera ningún tipo de desigualdad en razón del sexo.

4. Apoya activamente las justas reivindicaciones de las mujeres contra el sexismo. Comprende que no basta con las palabras y que es necesario que los hombres se posicionen activa y públicamente sobre el tema.

5. Está aprendiendo a verse como un ser sensible, afectivo y, sobre todo, vulnerable. Además, está intentando superar su tradicional aislamiento emocional.

6. Ha iniciado un proceso de replanteamiento de la relación con sus hijos e hijas. Ya no acepta continuar con un papel secundario e intenta que la relación sea más completa, aprendiendo a implicarse directamente con ellos y ellas.

7. Intenta ir superando el miedo y el rechazo ante situaciones de cercanía y complicidad con otros hombres. Comprende que la compañía y la ayuda de otros hombres le es necesaria para su desarrollo vital. Acepta su apoyo y está aprendiendo a no verlos como competidores.

8. Avanza en un proceso de renovación de su sexualidad, intentando vivirla de forma más natural y plena, sin los determinantes que el modelo tradicional masculino le ha impuesto.

9. Ha comenzado a cambiar su actitud hacia la homosexualidad, reconociendo que las personas homosexuales sufren una situación de discriminación que ha de ser combatida activamente. Analiza su relación personal con este tema.

10. Y, por supuesto, ha adoptado una actitud de tolerancia cero hacia la violencia de género que ejercen los hombres sobre las mujeres. Ha comprendido que el silencio nos hace cómplices.

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