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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las dos vías del PP

Más allá de elegir entre dos rivales, los populares necesitan reposicionarse

Sáenz de Santamaría, tras conocerse su victoria el jueves por la noche.
Sáenz de Santamaría, tras conocerse su victoria el jueves por la noche.Zipi (EFE)

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La primera fase de las primarias del PP, la que ha dado el protagonismo a los militantes, ha dejado un resultado tan esclarecedor como difícil de gestionar: la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el vicesecretario Pablo Casado se han impuesto a la secretaria general del partido, Dolores de Cospedal. Ambos pasan a una segunda vuelta en la que será sin embargo otro cuerpo electoral, el de los compromisarios, el que decidirá el futuro liderazgo. El procedimiento es un gran avance respecto al dedazo y el personalismo que imperaban en el Partido Popular hasta la fecha, pero dista de conformar un modelo que permita la regeneración que precisa el partido después de los escándalos de corrupción que en última instancia lo han desalojado del poder.

Las contradicciones del partido han salido a la luz al ponerse de manifiesto de qué manera menguaba su cuerpo electoral: de los más de 860.000 militantes de los que se jactaba el PP, solo 66.700 pudieron votar y finalmente fueron solo 56.570 quienes el jueves se acercaron a sus urnas. Y serán cerca de 3.200 los compromisarios que el 20 de julio decidirán entre Sáenz de Santamaría y Casado.

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La campaña se ha celebrado sin debates y sin autocrítica y son muchos los asuntos que una organización que hoy es el primer partido en el Congreso y que gobierna en cinco comunidades autónomas debe resolver si quiere liderar en plena forma la derecha española y reconectar con su electorado. Los errores cometidos en Cataluña, el inmovilismo legislativo por su dificultad para pactar con los rivales en un entorno sin mayorías absolutas, la defensa de la calidad de las instituciones, la lucha contra la corrupción, la ruptura con los símbolos franquistas o la reconstrucción de un espacio ideológico propio más allá de la capacidad cohesionadora que da el poder o el odio manifiesto hacia Ciudadanos son tareas necesarias para restablecer el pulso perdido.

Nada de ello se ha escenificado en la campaña concluida con la votación del jueves, pero los dos candidatos en liza están a tiempo de abordarlo antes del congreso del 20 y 21 de julio. Sáenz de Santamaría ha logrado imponerse al transmitir capacidad de gobernar, pero ése puede ser también, si no hay autocrítica ni correcciones, un hándicap. Casado lo ha conseguido adoptando un perfil más duro que contrasta con su juventud, pero la investigación judicial del máster que obtuvo en la Universidad Rey Juan Carlos sin ir a clase, sin presentar trabajo final y tras una convalidación exprés de la mayor parte de las asignaturas, puede estallarle cuando el tiempo judicial —distinto al político— llegue a su curso.

La ocasión para afrontar las necesidades de renovación que precisa el PP puede pasar de largo, por tanto, si los candidatos siguen empeñados en eludirla. Convertir las dos semanas que quedan hasta el congreso en una contra reloj de negociaciones oscuras para convencer a los compromisarios, en lugar de organizar debates y exhibir proyectos que demuestren cómo recomponer el espacio de la derecha, equivaldría a perder una gran oportunidad. Más allá de elegir entre dos candidatos, el PP debe elegir la correcta vía de actuación para su verdadera regeneración.

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