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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lección feminista en Túnez

La elección de una alcaldesa de una capital árabe marca el camino

Souad Abderrahim celebra su victoria en las urnas.
Souad Abderrahim celebra su victoria en las urnas.ZOUBEIR SOUISSI (REUTERS)

La elección de Souad Abderrahim como alcaldesa de Túnez, la primera mujer que alcanza ese puesto en una capital árabe, es sin duda una buena noticia. Así lo han celebrado no solo las mujeres tunecinas, sino muchas otras que miran hacia ese país como avanzadilla hacia la igualdad de género del muy retrasado pelotón árabe. A la vez, es apenas una gota en un océano que solo muy lentamente ha empezado a agitarse frente al imponente malecón del patriarcado, la herencia tribal y las tradiciones religiosas.

La valía y el esfuerzo de las mujeres árabes resultan evidentes ante sus logros en un entorno que calificar de hostil se quedaría corto. Así que cuando los autócratas de la región quieren bruñir su imagen ante Occidente no tienen problemas de candidatas para puestos destacados que les garanticen un titular atractivo en la prensa internacional: primera mujer directora de la Bolsa, cineasta o pilota de carreras. Otros países optan por colocar a mujeres en cargos políticos y establecer cuotas en las cámaras legislativas, algo que se interpreta como un avance hacia la igualdad. En uno y otro caso, la mayor parte de las que llegan procede de élites que no representan la situación de la mayoría.

La diferencia en el caso de Abderrahim es que ha sido elegida en las urnas. Compensada la desigualdad histórica e institucional con la obligación de que los partidos presenten listas cremallera, en las que mujeres y hombres deben alternarse, el resultado ha sido no sólo su elección, sino la de un 47% de concejalas en todo el país.

Las feministas árabes llevan tiempo insistiendo en que no es suficiente con tener mujeres en puestos de gobierno, sobre todo si carecen de poder de decisión, porque termina siendo una forma de obviar los cambios necesarios. Lo que se requiere es acabar con las leyes discriminatorias. Ese es el camino para el resto del mundo árabe, democracia y movimientos que trabajen por la igualdad legal y real.

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