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Deberes en verano, ¿sí o no?

Hay padres que opinan que sus hijos deben tener tiempo para divertirse y aburrirse, mientras otros piensan que es una buena oportunidad para recuperar lo perdido

Niña hace deberes en verano.
Niña hace deberes en verano. GETTY
Carolina García

Ya están aquí las vacaciones de verano y con ellas dos meses y pico por delante en las que nuestros hijos van a disfrutar mucho, pero para aquellos que han ido más retrasados durante el curso, ¿deberían también estudiar? ¿Deberían enfrentarse a una rutina diaria de deberes en vacaciones?

Mientras unos opinan que los más pequeños de la casa deben tener tiempo para divertirse e incluso para aburrirse, otros no son de esta idea y piensan que es una buena oportunidad para recuperar lo perdido. La recomendación general de las expertas consultadas es que los niños se diviertan, tengan tiempo para ser creativos y se planteen alternativas a los deberes en verano.

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Nuria García Alonso, psicóloga infantojuvenil y directora de Ayudarte Estudio de Psicología expone, en una nota de prensa, que el problema no son los deberes en sí. "En verano un niño puede tener deberes, pero han de ser distintos de los que ya haya realizado durante el curso escolar. Hay que tratar de mantener la rutina, pero esta no tiene por qué ser a través de un libro de sociales y tres horas estudiando”.

Teniendo en cuenta que según el artículo 31 de la convención de derechos de los niños de UNICEF, "los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes", podemos ofrecer a nuestros hijos alternativas que hagan que no sientan que están en clase, cuando realmente están de vacaciones. En verano, para la experta, “este derecho se hace más aún necesario, existiendo una gran variedad de matices a la hora de qué debe o no debe hacer un niño durante el descanso escolar, siendo este una oportunidad idónea para que los padres apuesten por potenciar distintas capacidades en sus pequeños", explica García.

Según la experta, no se trata tanto de que el pequeño no haga absolutamente nada ni que esté sentado estudiando cada día para no romper su rutina escolar. Para ella, “hay que apostar por deberes diferentes, aquellos que se han quedado pendientes durante el año. Pero deben ser deberes de socializar, de leer un libro, de jugar con los amigos…”

La importancia del aburrimiento en vacaciones

Los padres deben potenciar la creatividad en los momentos que perciban que su hijo se está aburriendo. Para la psicóloga, la educación no se basa en pasar horas estudiando delante de un libro, "existen infinidad de opciones para invertir en el desarrollo de los más pequeños y siempre se ha de apostar por aquellas que, aunque se salgan fuera de lo “normal”, traigan como resultado la felicidad y el beneficio de los pequeños”.

Uno de los grandes miedos respecto a que los niños no hagan deberes en verano es que cuando vuelvan en septiembre no se acuerden de nada

Eva Bailén, autora de Cómo sobrevivir a los deberes de tu hijo, por su parte, también lo tiene claro. Propulsora de la campaña por la racionalización de los deberes, esta experta considera que tanto en verano como durante todo el curso, la opción “por defecto debería ser que no hubiera deberes”. Estos deberían ser la excepción, no la norma general. “Para mí, el colmo del sinsentido es que se manden deberes todos los días del curso, de manera generalizada y las mismas tareas a todos los niños de la clase. Recuerdo el último verano que mi hijo hizo deberes, fue al acabar 4º de Primaria. En la reunión de final de curso, las maestras nos dieron la lista de libros para el curso siguiente y también la de los de verano. Les pregunté si podrían, por favor, en vez de pedirnos comprar los cuadernos de vacaciones, proporcionarnos algún otro recurso. Hubo un no por respuesta, y además nos recordaron que en septiembre pedirían los deberes de verano para comprobar que estaban hechos”, explica. Según cuenta, después de un curso con un montón de deberes, ni siquiera en verano se pudieron librar de ellos.

Por eso digo NO a los deberes en verano", afirma rotunda. "Acaban con la curiosidad por aprender y son tremendamente injustos. Los niños que han trabajado durante todo el curso, parece que no ven reconocido su esfuerzo y trabajo con unas buenas vacaciones, y los niños que no han ido tan bien, no creo que, en verano, sin la ayuda de un profesor, vayan a aprender nada nuevo”, agrega. Para ella, estas tareas contribuyen a acrecentar las diferencias sociales entre aquellos que sí tienen ayuda en casa o pueden permitirse ir a una academia y los que no cuentan con ningún tipo de ayuda.

“Uno de los grandes miedos respecto a que los niños no hagan deberes en verano es que cuando vuelvan en septiembre no se acuerden de nada. A mí me parece que es necesario desconectar, después de una semana de vacaciones o a veces después de un simple puente, los adultos olvidamos la contraseña del ordenador del trabajo, ¿cómo no se van a olvidar los niños de lo que estudiaron tres meses antes? Es algo con lo que hay que contar y, por suerte, quien de verdad lo aprendió, no tendrá problema en recuperarlo pronto”, argumenta Bailén.

Esta experta ofrece alternativas más creativas para los pequeños durante las vacaciones estivales. “Evidentemente, dependerá de cada niño, de cada familia, de sus circunstancias, de las características de cada centro y su realidad social. Pero, en cualquier caso, debería tenerse en cuenta la opinión de los padres y los intereses de los niños. A un chaval que no le gustan las matemáticas, pero le encanta la historia, tal vez sea mejor tener en cuenta eso que le gusta y no castigarlo dándole más de lo que no le motiva. Se podría, incluso, tratar de acercar las matemáticas relacionándolas con la historia”.

Bailén nos ofrece más alternativas:

4 puntos fundamentales de los deberes en verano:

Para Nuria García Alonso existen cuatro puntos fundamentales de los deberes en verano:

  1. Fomentar aquello que ha quedado pendiente durante el invierno. "Ayudar al pequeño a solucionar aquello que no ha sido capaz de hacer durante el año, sin que ello signifique estar encerrado estudiando teoría. El verano es una oportunidad ideal para sumar, para mejorar y para desconectar de la teoría escolar".
  2. No agobiarse. "Los padres, movidos por su rutina laboral, se agobian con el tiempo libre de sus hijos y toman decisiones sobre la base de mantenerlos ocupados todo el día. Campamento de verano, cuadernillo de deberes, clases particulares o incluso horas muertas de videoconsola, televisión o tablet", explica la experta.
  3. Rutina veraniega. ¿Quién dijo que la rutina de verano debe ser una continuación de la rutina de invierno? "No, en verano se debe de apostar por una vida slow life tanto en padres como en niños. Si en verano se hace lo mismo que en invierno, será imposible recargar pilas", añade.
  4. Motivación y tiempo en familia. El verano ha de ser tiempo para pasar todos juntos. "El verano es la época perfecta para invertir en salud familiar. Viajar o pasear. Cualquier motivo que signifique disfrutar beneficiará el clima familiar, motivando a cada miembro de la familia pero sobre todo a los más pequeños", termina.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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