_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Chile va al Mundial

La Copa del Mundo de Pastelería también se juega por equipos. El equipo chileno está formado por Gustavo Sáez, pastelero del restaurante 99

Hans Ovando y Gustavo Sáez.
Hans Ovando y Gustavo Sáez.

Hay Mundial más allá del fútbol. En todos los deportes y en otras disciplinas, como la pastelería. Se llama Copa del Mundo de Pastelería y la celebran cada dos años en París, coincidiendo con las ediciones impares de Sirha, la gran feria de los sabores dulces. Desde comienzos de año se han ido realizando fases previas en los cinco continentes para decidir los 22 finalistas que competirán por el título a finales de enero. Hay cinco países clasificados por ranking (Italia, USA, Japón, Gran Bretaña y Corea) y los demás han ido saliendo de los concursos locales. Los latinoamericanos se vieron las caras en abril en Ciudad de México y la noticia estuvo en la victoria del equipo chileno. Por detrás quedaron Argentina, México y Brasil, que también se ganaron el derecho a concursar en París.

Cuatro latinoamericanos competirán por el título mundial. La otra noticia es que tal vez sean tres. Los chilenos no lo tienen tan claro; no les da para volar hasta París, dormir en hotel, aunque sea modesto, hacer tres comidas diarias y pagar los gastos de transporte de los equipos y materiales necesarios para la competición. La Administración chilena nacida del último cambio de Gobierno no parece interesada en promocionar la gastronomía del país y les ha dado la espalda. La anterior se había comprometido a pagar los pasajes aéreos y hacerse cargo del traslado del equipamiento imprescindible para competir, pero los cambios de dirigentes también traen cambios de políticas. A un Gobierno que al fin se interesaba algo por el desarrollo de la cocina y todo lo que gira en torno suyo, le ha sucedido otro que vuelve a mirarla de reojo y con la ceja arqueada. Un paso adelante, dos atrás.

No les vale el ejemplo del vecino Perú, donde la política pública desarrollada en los primeros años del siglo XXI ayudó a convertir la gastronomía en una herramienta de crecimiento. Para el desarrollo del turismo, que viene a ser la tercera industria del país, para poner en valor y posicionar la producción agraria (segunda industria) estimulando al mismo tiempo las exportaciones, y finalmente por razones culturales e identitarias. Los peruanos sustentaron la Marca Perú en el trabajo de sus cocineros, convirtiendo la gastronomía en parte de su bandera. Con ella en la mano se lanzaron a la conquista del mundo, proponiendo de paso una revolución que acabó prendiendo en las cocinas americanas. Su éxito estuvo en la simplicidad de los retos que planteaba: perder la vergüenza por lo propio, poner en valor la despensa local e iniciar una tímida recuperación del recetario popular. Con esas pocas cosas empezó a cambiar la cara de un país. Chile debería entenderlo mejor que nadie. Su cocina y sus restaurantes han vivido durante mucho tiempo acomplejados y casi colonizados por la influencia de sus vecinos. Tal vez estén demasiado acostumbrados a mirar hacia otro lado.

La Copa del Mundo de Pastelería también se juega por equipos. Cada país elige una selección integrada por tres competidores y un entrenador que trabajan durante dos años, preparando su participación. El equipo chileno está formado por Gustavo Sáez, pastelero del restaurante 99; Hans Ovando, consultor internacional a punto de abrir su propia escuela en Santiago y Alban Barta, profesor de cocina dulce y especialista en hielo. El entrenador es Franck Dieudonné, propietario de La Brasserie. Sus entrenamientos son diferentes a los de otras disciplinas; este es un concurso sectorial con algunos toques bizarros. Cada equipo tiene 10 horas para preparar tres tortas de chocolate, otras tres de helado, 15 postres en plato y tres esculturas; una con chocolate, otra con azúcar y la tercera tallada en hielo. Los entrenamientos son costosos y exigen un tremendo despliegue de medios que los miembros del equipo han ido cubriendo como han podido. No es ninguna tontería y están cerca de lograrlo, pero les falta para los pasajes, que viene a ser las dos terceras partes del presupuesto. El resto lo cubre el apoyo de tres empresas locales. Han lanzado una propuesta de crowdfunding en Idea.me que a falta de 10 días no ha cumplido sus objetivos, junto a una campaña para recaudar fondos bajo el lema "La Roja va al Mundial". Ojalá.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_