La vía Macron se impone
El Parlamento y la sociedad aprueban la reforma de la sociedad de los ferrocarriles franceses
Con la aprobación en el Parlamento por amplia mayoría de la reforma de la SNCF (la empresa ferroviaria francesa), Emmanuel Macron vuelve a demostrar que las reformas de calado son posibles en ese país. A la reforma laboral le ha seguido el fin programado del estatuto de los ferroviarios, un conjunto de normas que datan de 1920 y son altamente beneficiosas para los trabajadores de esta empresa semipública.
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Esta última reforma ha sido contestada con huelgas intermitentes durante tres meses. Las protestas en las calles han sido también numerosas. Los sondeos indican, sin embargo, que la sociedad francesa aprueba las medidas impulsadas por el jefe de Estado. Y ello a pesar de que estas recortan importantes derechos adquiridos que privilegian a ciertos sectores. La cuestión es que, paralelamente, se ha extendido un sentimiento general negativo por la pérdida de peso del país a nivel mundial y su menor competitividad. Probablemente, no es casualidad que mientras se abren a la competencia —como manda Bruselas— las infraestructuras ferroviarias y se acaba con los empleos vitalicios en el sector, Macron haya anunciado que las gafas y las prótesis dentales y auditivas serán gratuitas en el sistema nacional de salud.
Los sucesivos Gobiernos franceses se han resistido a privatizar sus grandes empresas públicas, y la SNCF es hoy una gigantesca compañía muy endeudada y con 140.000 empleados cuyo salario medio es superior al de la media de los franceses. Emmanuel Macron llegó al Elíseo con medidas liberalizadoras que prometían mejorar la competitividad y el empleo. El viento le es, de momento, favorable con un crecimiento económico de casi el 2% ya el pasado año, pero se ha ganado el apodo de ser “el presidente de los ricos”, una imagen que solo desterrará si limita también privilegios y corporativismos entre las élites del país.
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