Robert de Niro: “España es un gran país”
El actor visita Málaga, Ibiza y Barcelona para hablar de sus negocios
A Robert de Niro (Nueva York, 1943) le gusta el sushi y la comida japonesa. No le gusta Trump. Adora la gastronomía y se le da bien preparar martinis (agitados no mezclados). También es un enamorado de España, de sus restaurantes y de sus productos. “Es un gran país”, dice. Habla con EL PAÍS desde la suite presidencial del hotel Nobu de la isla. De su hotel.
De Niro está de gira junto a sus socios “y amigos”, el chef Nobu Matsuhisa y el productor Meir Teper. Pero no ha venido a España a hablar de proyectos cinematográficos —el año que viene estrena The Irishman, con su colega Al Pacino, dirección de Martin Scorsese, y distribuida por Netflix—. Tampoco, de sus gloriosos papeles del pasado: de mafioso a taxista psicótico pasando por suegro neurótico o expresidiario que aterrorizaba al son de “abogadooo”.
Una visita fugaz para inaugurar oficialmente los dos hoteles de los que es fundador, junto a Matsuhisa y Teper (Nobu Málaga y Nobu Ibiza Bay). No solo ha visitado la ciudad andaluza y la isla Balear sino también Barcelona, donde planea abrir otro, en la Torre Catalunya (a principios de 2019). Aunque sus dos lujosos hospedajes —la habitación más barata ronda los 300 euros por noche— llevan un año ofreciendo buena gastronomía, y mimos a sus huéspedes, esta es la primera visita oficial que realizan De Niro y sus colegas. “Es un placer absoluto poder hacer esta escapada”, añade el actorazo, que ha realizado raudo —y en jet privado— su tour ibérico.
El concepto Nobu esconde varias capas. Por un lado es el nombre de pila del genial cocinero japonés, amigo de De Niro e inspirador de todo lo que se come en sus establecimientos. Se conocieron a finales de los años ochenta (en 1987), cuando el actor visitó el local que el chef regentaba en Los Ángeles. “La comida era increíble”, recuerda, “nunca había probado comida japonesa de esa calidad y originalidad”. El concepto [Nobu mezcla en sus platos sabores de Asia con los de Perú, dándoles un toque contemporáneo] sedujo a De Niro por el paladar. Por eso propuso al maestro de los fogones no solo invertir en su negocio sino replicar su restaurante en Nueva York: quería tener esos platos cerca de casa. El cocinero no lo vio claro. De Niro, resignado, tuvo que seguir viajando a California para disfrutar de su japo favorito. Volvió a tentar al cocinero, que le negó una segunda vez. Y sí, hubo una tercera vez, pero en lugar de De Niro, su colega Meir Teper le comentó al chef los planes del actor. Era el momento.
Se unieron y abrieron una sucursal en Tribeca. Luego otra. Y otra... Ahora, 25 años después de su unión, apadrinan 40 restaurantes. “Muchos hoteles nos pedían que llevásemos las cocinas de sus locales porque lo veían como una marca de prestigio. Al principio nos interesaba, pero en una ocasión, en San Diego, me vi respondiendo más preguntas sobre el hotel en el que estaba el restaurante [el Hard Rock Hotel] que de nuestro proyecto. ¡Yo no quería hablar del hotel sino de Nobu!”, recuerda De Niro. Así nació en 2013 Nobu Hospitality, hoy con 8 establecimientos abiertos y varios en proyección.
Tras consolidarse en Estados Unidos, el año pasado comenzó su expansión en Europa: inauguraron Londres, Málaga e Ibiza. “Nuestra filosofía es ir poco a poco”, dice. Pero España era una de sus inquietudes: “Hay sitios espectaculares —como la playa de Talamanca [donde se ubica el hotel ibicenco]—, la gente es agradable y la comida, muy buena. Por todo eso estamos aquí”, apunta el actor, que se declara un apasionado de las Pitiusas: “Ibiza es brutal. Y hoy [el jueves] planeo visitar Formentera”.
Aunque De Niro ya puede colgarse la etiqueta de experimentado restaurador, no ha aprendido las enseñanzas de su amigo chef: “No puedo cocinar porque no sé. Sí que puedo hacer algunos cócteles, como el Martini, agitado no mezclado”. A él y a sus socios, sus dos locales en España les saben a poco y ya planean otro en Barcelona: “Es una ciudad muy bonita y se come muy bien”. “Tengo amigos allí y conozco la situación política, pero no nos parece relevante”, zanja De Niro, que prefiere no hablar de temas políticos. “Bueno, de Trump sí puedo hablar”, añade rápidamente.
El presidente de EE UU, y su gestión, inquietan al actor, que ha mostrado su desaprobación en varias ocasiones: “Nunca estaría junto a él. No me gustaría verle en uno de nuestros restaurantes ni hoteles. Si estuviese en uno, saldría corriendo”. Se pone serio. Preocupado por la situación política que vive su país: “Todo es increíblemente ridículo. Pero es lo que nos toca vivir y espero que se acabe más pronto que tarde”. Frunce el ceño. No queremos enfadar al señor De Niro. Recupera el buen humor cuando habla de los planes de expansión de Nobu en Chicago, Tel Aviv, Riad, Toronto... De Niro lo resume en una idea: “En 2020 esperamos tener funcionando 20 hoteles de la marca”. Suena que ese año, abrirá uno en Madrid. No hay duda de que a De Niro le gusta España.
Brindis de sake al atardecer
Aunque abrió hace un año, De Niro y sus socios acudieron el pasado jueves a inaugurar Nobu Ibiza Bay. “España es un destino muy importante”, dijeron al atardecer y desde un escenario junto a una de las piscinas. Ahí celebraron la ceremonia del sake, ritual que habla de renovación y de nuevos comienzos y que consiste en romper a mazazos las tapas de unas pequeñas barricas llenas del destilado de arroz. Una vez abiertas, el licor se repartió entre los asistentes para brindar por el local. “Este es el Nobu más bonito del mundo”, celebraron los socios.
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