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Tentaciones

Madonna dejó de ser interesante hace 15 años

'American Life', el trabajo más beligerante de la diva, marcó el fin de su etapa más creativa

Javier A. Fernández

Hace década y media Madonna decidió contar al mundo lo que pensaba sobre su carrera durante los ochenta y sobre el célebre sueño americano con un disco. Y casi le cuesta la carrera. Ella conocía bien ese sueño, lo había experimentado durante más 20 años: conquistó la industria musical mundial siendo una estudiante de danza en Nueva York.

A principios de la pasada década, instalada en Londres con su marido Guy Ritchie y sus hijos, se sentía preparada para atacarlo. Además, el atentado de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, que hizo tambalear los valores de la sociedad estadounidense, estaba muy reciente y George W. Bush, entonces presidente, quería empezar otra guerra. El mensaje antisistema, dentro de un producto muy del sistema —un disco titulado American Life—, estaba a huevo. Incluso recuperó su castaño natural para dejar claro que iba en serio.

La maniobra, sin embargo, no salió todo lo bien que esperaba. El día que lanzó el vídeo del tema presentación que da nombre al disco, a finales de abril de 2003, Estados Unidos invadió Irak. En la creación audiovisual —del sueco Jonas Åkerlund, responsable entre otros del Telephone de Lady Gaga—, desfilaban soldados y civiles emulando los horrores de las guerras modernas sobre una pasarela. El público, similar al que va a los desfiles de moda, parecía disfrutar del espectáculo. Madonna lo retiró por respeto a los soldados, pero su diatriba antibelicista ya había irritado a miles de personas que estaban a favor de la guerra y, lo que es peor para una artista que factura millones, a grandes empresas. Entre ellas Clear Channel, una de las mayores compañías de telecomunicaciones y publicidad exterior del planeta.

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La provocación iba más allá: en la portada evocaba al Che Guevara. Madonna siempre se ha tomado muy en serio las temáticas de sus discos: pasó de ser una geisha zen, a estrella del disco country y de ahí a guerrillera pop en cuestión de cinco años. Entonces estaba llena de rabia por las injusticias y los mensajes de las nuevas canciones lo reflejaban: “¿De qué me sirve todo lo que tengo?, he sido muy estúpida por centrarme en lo material, Hollywood es una vana ilusión, soy famosa pero en realidad nadie me conoce, el amor verdadero nos llevará lejos y me merezco las cosas que he ganado con mi sudor y mis lágrimas". Fama, la pérdida de su madre, el esfuerzo y el amor filial, temas que ya había tratado por fin condensados en un álbum. Nunca había sonado tan auténtica y desnuda.

Madonna trabajó casi exclusivamente con el productor franco-afgano Mirwaïs Ahmadzai, responsable de Music, para conseguir en aquel American Life una transformación del eurotecno progresivo del francés en folk electrónico en torno a sintetizadores y guitarras acústicas y una factura sucia, emulando el sonido de baja calidad, para remarcar la aspereza de su mensaje. Así forjaron Hollywood, Nothing Fails y Love Profusion, los tres primeros sencillos, Intervention y Easy Ride, con arreglos orquestales del fallecido Michel Colombier, fueron mejor acogidos por los seguidores que por la crítica. El dance, presente en todos sus trabajos, estaba representado por dos temas de letra muy dramática sobre la fama y sus traumas familiares: Nobody Knows Me y Mother and Father. Ambas triunfaron, como siempre han hecho sus canciones, en las listas de música de baile.

Madonna durante la presentación de uno de sus libros para niños.
Madonna durante la presentación de uno de sus libros para niños.AP

En las de ventas generales todas fracasaron: Hollywood fue el primer sencillo de toda su carrera en no entrar en la lista de Billboard. El disco solo alcanzó los cinco millones de copias en todo el mundo, una cifra irrisoria comparada con los 15 millones de álbumes de Music y los 20 de Ray of Light, sus trabajos anteriores. Ni los intentos de resucitar el álbum a lo largo del 2003, incluidos los morreos con Britney Spears y Cristina Aguilera en los premios MTV, o el tono edulcorado de su videoclip para Love Profusion, una Madonna vestida de ama de casa de clase media norteamericana, consiguieron sacar al disco del atolladero. Tampoco la colección de libros infantiles que publicó a continuación.

Hubo que esperar a la gira del año siguiente para que se proclamase de nuevo como la estrella superventas que siempre ha sido. The Re-Invention Tour (El tour de la reinvención), donde predominaban las canciones de su disco fracasado, se convirtió en un homenaje a una de sus grandes cualidades, la continua transformación y uno de los tours que más recaudó en aquel año.

Aún así, Madonna ya había escarmentado. La idea de crear un producto rentable a partir de sus visiones políticas y sociales no había funcionado, así que no ha vuelto a enrolarse en un proyecto tan ambicioso. El trabajo que vino después de American Life, Confessions on a Dancefloor de 2005, recuperó el tono lúdico y apolítico de sus inicios. Poco a poco fue recuperando su lugar. Tanto que en 2012, Clear Channel estrenó su videoclip para el anodino sencillo Gimme all your luvin en las grandes pantallas de Time Square en Nueva York y Picadilly Circus en Londres. Ahí no había espacio para la experimentación. Y parece que sigue sin haberlo, aunque en 2018 ella ha vuelto a llamar a Mirwaïs para trabajar en las canciones de su próximo álbum. El primero de la era Trump. ¿Cabe esperar un nuevo American Life?

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