_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Curriculitis’

Lo de más es la sospecha de que a algunos les dan los másteres en la tómbola

Cristina Cifuentes recibe el premio por la Dignidad de la Asociación Victimas del terrorismo.Vídeo: Carlos Rosillo (EL PAÍS). EPV
Luz Sánchez-Mellado

Alguna vez me piden un curriculillo para justificar mi presencia en algún foro. Nada, unas líneas de relleno, sin más límite ni contraste que el pudor y la decencia. Aun así, suelo quedarme en blanco. Hay que estar muerta para, en 30 años de oficio, no haber hecho algún mérito, aunque sea por aburrimiento. Pero, quizá porque los periodistas crecemos oyendo que uno vale lo que su última pieza, no acabo de creérmelo. Tener, tengo la licenciatura, pero aún sueño con que me quedan varias de varios cursos y que ni mi padre, que en paz descanse, ni mis jefes, cuya vida dure varios siglos, lo saben. Síndrome del impostor, lo llaman, y se tiene o no se tiene.

Quien parece no sufrirlo es Cristina Cifuentes. Tres semanas llevamos esperando a que, pillada en falta, aclare si tiene un master, y hay varias investigaciones al respecto, como si una universidad fuera una célula yihadista. Lo que tiene delito es ver normal dispensar o que te dispensen de exámenes, clases, normas y plazos por ser quien eres, mientras criaturas de 16 años se dejan las dioptrías para subir una décima, porque de ella dependerá poder estudiar lo que desean. Henos aquí, tan entretenidos con el culebrón, yo la primera. No se le puede negar a la doña ni el gusto por los complementos ni el cuajo para mantenerla y no enmendarla. Ya en su día, fue a trabajar con un parche de morfina y siete costillas rotas con tal de no perder comba. No sé qué clase de droga, además de la soberbia, se pondrá hoy para aguantar la presión de ajenos y propios. Que dimita ya casi es lo de menos. Lo de más es la sospecha de que a algunos les dan los másteres en la tómbola. Nada nuevo, por cierto. Había en Los forrenta años, de Forges, una viñeta en la que un tribunal franquista le regalaba, además, la ingeniería de Caminos a un cachorro del Régimen que iba a por Industriales. De vergüenza no sé, pero en nada alguien puede palmarla de curriculitis aguda.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_