Educación sectaria

Acabo de enterarme de que una nueva ley reducirá drásticamente los colegios que darán clases en castellano el próximo curso escolar y no puedo evitar que me asalte la indignación. Inmediatamente vuelvo a plantearme las mismas preguntas de siempre. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, en un país que se supone de progreso, sigan existiendo reductos donde todavía se aplican normas propias del fascismo caduco? ¿Por qué se permite que flagrantemente se incumpla lo que dispone nuestra Constitución? ¿Por qué unos pocos han de arrastrar a una mayoría? ¿Por qué tenemos que estar discriminados los castellano-parlantes si pagamos los mismos impuestos que los valenciano-parlantes? ¿Por qué tienen que atropellar al castellano si nadie se está metiendo con el valenciano? ¿Por qué tienen que provocar tensiones lingüísticas en una comunidad que siempre había sido un referente de concordia y armonía? ¿Por qué el PSOE, que en esta comunidad tiene la sartén por el mango, no evita este atropello? ¿Por qué unos sujetos que se suponen representantes de la ciudadanía, se arrogan la capacidad para decidir la lengua en que deseo educar a mis hijos?— Pablo Domingo Vela Boullosa. Valencia.