Los secretos de Bill Cunningham, el fotógrafo del ‘street style’
El cronista de la moda y la sociedad neoyorquina dejó unas memorias que desvelan su enigmática vida
Richard Press tardó 10 años en convencer a Bill Cunningham de rodar un documental sobre él. Un día le dijo que simplemente le seguiría con una cámara a la misma esquina desde la que durante 40 años el cronista de The New York Times fotografió el street style de Nueva York, en la calle 57 con la Quinta Avenida, y le grabaría. Cunningham le ignoró hasta que un día le dejó que le acompañara a su trabajo en la redacción del periódico. Seis años más tarde cuando vio ese material dejó que le entrevistaran y le siguieran, descubrieran algo (solo algo) del hombre detrás del icono. El protagonista jamás vio el resultado del documental Bill Cunningham New York, porque como hacía siempre, realizó las fotos de su propio estreno y se marchó a otra fiesta.
Bill Cunningham se definía como un “tímido” irremediable, aunque cuando se uniformaba con su chaqueta azul, sus pantalones caquis, su cámara y se mezclaba con la gente en fiestas o en la calle, su sonrisa y simpatía le abrían las puertas para sacar el mejor perfil de sus retratados. Era un profesional sin ego, humilde, que llevaba una vida austera. Se negó siempre a que le dedicaran exposiciones o libros, aunque por el trabajo que hizo como cronista fotográfico estaba considerado como un “antropólogo de la moda y la cultura”. “Ha estado documentando la intersección entre moda, sociedad y cultura de Nueva York durante los últimos 50 años”, dijo Press cuando estrenó el documental sobre él.
Muchas de esas fotografías las había ido publicando en sus columnas semanales en The New York Times, pero se sabía que guardaba muchas más. Un año y medio después de su muerte el archivo que heredó su sobrina, está valorado en un millón de dólares; pero la gran sorpresa no han sido las fotos sino el descubrimiento de las memorias que dejó escritas y acabadas en las que, por fin, se revela personalmente para su familia, amigos y todos aquellos que le conocieron o quisieron conocerle, como es el caso del documentalista Richard Press.
Tituladas Fashion Climbing, cuentan desde su infancia en Boston a sus primeros pasos en Nueva York como sombrerero bajo el nombre William J., alimentándose, como escribe el periodista Hilton Als en el prólogo, de “tres cucharadas de Ovaltine –una marca de cacao en polvo– y de los escaparates de Madison Avenue”, y no olvida sus principios como periodista. Su título evoca su ascenso en la escalera de la moda y también un dibujo, al parecer hecho por él entre las páginas del manuscrito, con una frase que atribuye a su madre: “¿Qué dirán los vecinos?”.
Cunningham que murió en junio de 2016 a los 87 años a consecuencia de un derrame cerebral no le había hablado nunca a nadie de estas memorias, que Penguin Press compró en una subasta y publicará el próximo mes de septiembre. “Es tan inesperado. Él nunca le contó nada sobre su vida a sus amigos o colegas”, le ha explicado a The New York Times el editor Christopher Richards, quien describe el descubrimiento como un “shock”.
“Bill mantuvo su vida familiar en Boston y su trabajo en Nueva York muy separados”, ha dicho al periódico americano también su sobrina, Trish Simonson. “Nos contaba historias a lo largo de los años, pero nada que nos diera una imagen completa de lo que hacía o cómo lo hacía. Los borradores de sus memorias que encontramos, titulados, editados y escritos con su inconfundible voz, llenaron muchos huecos de cómo llegó de aquí [Boston] a allí [Nueva York], y lo que luchó por el camino”.
Según adelanta el New York Times, Cunningham habla de episodios traumáticos de su infancia. Como cuando a los cuatro años, tras ponerse los vestidos de su hermana, su madre le pegó una paliza. Así explica su pasión por la ropa femenina o por la ropa en general que consideraba “su alimento”. Y también lo doloroso que fue escapar de aquel entorno para perseguir su sueño y como aquella actitud, aquel “¿Qué pensarán los vecinos?” fue lo que le marcaría, probablemente, toda su vida y le llevaría a mantenerse siempre distante, escondiendo su verdadero yo a todo aquel que le conoció.
“Es una especulación pensar por qué decidió no publicar estas memorias en vida”, explica Richards. “Pero mi suposición es que aunque quería contar la historia de este periodo especial de su vida, su educación en creatividad y estilo, al mismo tiempo le preocupaba cómo iba a responder la gente”. Probablemente, la misma razón por la que tardó 10 años en dejar que Press le siguiera con su cámara.
Una leyenda de la moda y el retrato
Nacido en Boston, en 1929, cuando murió era una autoridad en su trabajo y una leyenda de la moda. Trabajó durante 40 años para The New York Times y fue uno de los grandes retratistas de las tendencias urbanas de Nueva York, ciudad en la que centró su trabajo. Sus tendencias, su gente y sus calles le convirtieron en narrador de la historia de esta vibrante urbe. Por eso los que calificaron su trabajo nunca se atrevieron a reducirlo con la etiqueta de fotógrafo de moda. Bill Cunningham fue más allá y sus imágenes contenían un trabajo de auténtica antropología. Retrataba lo que se cruzaba en el camino de su cámara y su inseparable bicicleta y se sirvió de la arquitectura y de la moda para hacer historia. Así conjugó las pasiones que le fascinaron desde pequeño y que marcaron su vida.
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