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MIRADOR
Columna
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Camaleón

El gran talento de este reptil es regular su color desde dentro, en función de sus emociones

Javier Sampedro
Nosotros llevamos aquí mil veces menos, y tenemos muchas cosas que aprender de él.
Nosotros llevamos aquí mil veces menos, y tenemos muchas cosas que aprender de él.Getty Images

Taimado y raudo, sus ojos giran independientes el uno del otro hasta que se concentran sincrónicos en su presa con curiosidad letal, parsimonioso y sobrado, no tan venenoso como sus enemigos creen, cola prensil y cabeza pensante, porque está todo el rato pensando en comer y por lo general lo consigue, cruel, resbaladizo, feo y paciente, el camaleón ha tenido siempre justas aspiraciones a la fama. Le conocemos sobre todo, sin embargo, por su capacidad para cambiar de color y camuflarse así contra la fatalidad. Esto último del camuflaje es falso, fake news del pretérito, pero lo demás es tan cierto como que este reptil arbóreo lleva 100 millones de años en el planeta Tierra. Nosotros llevamos aquí mil veces menos, y tenemos muchas cosas que aprender de él.

Los científicos y los ingenieros llevan tiempo fascinados por los cambios de color del camaleón. Quieren incorporarlos a sus robots por una variedad de razones. Han diseñado materiales que mudan de color en respuesta a estímulos externos como la luz o la temperatura. Pero esto no le llega al camaleón ni a la suela de sus pies deformados y pegajosos. El camaleón puede responder a estímulos ambientales, sí, pero su gran talento no es ese, sino regular su color desde dentro, en función de sus emociones. El miedo, la victoria sobre un competidor o su reverso, la derrota, la excitación sexual, todo ello estimula unos espectáculos de verde, amarillo, beige o crema que la simplona teoría del camuflaje no es capaz de explicar, ni siquiera de pintar. Watson, cherchez la femme, pardieu! Busque a la mujer. Las cosas raras que hace un macho se explican así casi siempre. Darwin lo llamó selección sexual, en uno de sus grandes aciertos. Queridos machos, guardaos de vuestra propia fisiología. Es un horror y un ridículo espantoso.

El robot camaleón ya existe. Yuanjin Zhao y su equipo del laboratorio de bioelectrónica de la Universidad del Sureste en Nanjing, China, han logrado (Science Robotics) construir un robot mariposa inspirado en el camaleón, que muda su color de manera autónoma, en respuesta a estímulos internos que siguen unas pautas y ritmos emanados de su lógica más básica.

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En el caso del camaleón, los cambios de color están regulados por el sistema nervioso autónomo, el mismo que rige nuestra digestión y nuestro ritmo cardiaco. En el caso del robot mariposa de Zhao, los ritmos cromáticos están dictados por las células cardiacas (de rata) que deciden de forma autónoma, aunque modulable desde fuera, qué pauta de color deben seguir sus alas. Color y corazón vuelven a ir juntos.

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