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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un contribuyente es responsable de su declaración

La llamada 'optimización fiscal' suele ser, en la práctica, mera evasión disfrazada con un neologismo

Jesús Mota
El jugador de fútbol Cristiano Ronaldo
El jugador de fútbol Cristiano RonaldoEFE

Primer mandamiento ciudadano: un contribuyente es responsable de su declaración tributaria, con independencia de quien sea el asesor o sociedad que le escriba o diseñe la declaración; así quedó firmemente establecido en el caso de Hacienda contra Messi, y ese es el principio que debería imponerse por encima de cualquier evasiva (“yo no sabía nada”, “solo sé jugar al fútbol”) en el caso de Cristiano Ronaldo. Segundo mandamiento: las estructuras fiscales complejas repiten modos operativos similares cuya finalidad no puede ser otra que ocultar los ingresos; ceder de forma ficticia los derechos de imagen a una sociedad en un paraíso fiscal (en el ejemplo de Cristiano Ronaldo, en las Islas Vírgenes) y cobrar después los ingresos de imagen en una cuenta en Suiza es algo más que una optimización fiscal, un concepto que debería ser rechazado de entrada por la Agencia Tributaria, porque la optimización suele ser en la práctica una simple evasión disfrazada con un neologismo.

Tercer mandamiento: si un asesor o grupo de asesores establece una estructura de optimización en paraísos fiscales o cualquier otra forma de ocultación, debe ser considerado de forma sistemática como colaborador necesario en la presunta evasión; hoy solo se le llama a declarar como imputado cuando la fiscalía considera evidente esa colaboración, cosa que solo ha sucedido en el caso contra Xabi Alonso. Este mandamiento en nada altera la vigencia del primero.

Cualquiera diría que Hacienda y la Agencia Tributaria están obligadas a defender firmes principios de recaudación y combatir, por el contrario, la optimización/evasión con todos los medios a su alcance. Pues bien, no siempre es así. Con demasiada frecuencia, responsables de Hacienda son llamados por entidades privadas para que diserten, ante un público escogido de empresarios o asesores fiscales —también privados—, sobre los entresijos de las normas tributarias. En esos encuentros, cobrados por los conferenciantes, se apuntan discrepancias jurídicas y lagunas legales que pueden ser explotadas por los declarantes individuales o las empresas en renta, sociedades o patrimonio. Si un ciudadano de a pie tiene claro que ceder los derechos de imagen a una sociedad en un paraíso fiscal es motivo de sospecha de evasión, no debería admitirse, de entrada, por ningún responsable público la tesis de que entre la posición de los asesores de Cristiano Ronaldo (o Messi, o Xabi Alonso) sobre los derechos de imagen y el criterio de Hacienda solo existen diferencias o discrepancias técnicas. Mal empezamos. Cuando lo decida un juez serán discrepancias; mientras tanto, habrá indicios (para Hacienda) de infracción o delito.

Por la vía del tacto de codos entre funcionarios de Hacienda y los contribuyentes escogidos se llega a la astracanada. No es casualidad que los defensores de Cristiano Ronaldo hayan llamado a Néstor Carmona, jefe de la Oficina Nacional de Fiscalidad Internaciónal, para que testifique, se supone que a favor del jugador, en el juicio abierto para el presunto fraude de 14,7 millones. Sería de sumo interés, para los estudiosos fiscales, para los interesados en el buen gobierno de los intereses públicos, para los historiadores en general y para los humoristas en particular, leer una transcripción exacta de la declaración judicial del jefe de la Oficina Nacional de Fiscalidad Internacional.

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