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“Mejorar la salud en Guatemala pasa por erradicar la corrupción”

Lucrecia Hernández, primera mujer ministra de Sanidad en Guatemala, denuncia que el Ministerio se ha convertido en una agencia de empleo para diputados y políticos

Lucrecia Hernández, exministra de Sanidad de Guatemala.
Lucrecia Hernández, exministra de Sanidad de Guatemala.I. Makazaga
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Del diseño de planes de incidencia para garantizar el derecho universal a la Salud, a dirigir el Ministerio de Sanidad de su país, Guatemala. Lucrecia Hernández Mack (Guatemala, 1944) recibió la llamada del Gobierno del actual presidente, Jimmy Morales, en julio de 2016 para que le ayudara a resolver la fuerte crisis de abastecimiento de la red de hospitales. A los 13 meses, presentaba su dimisión ante la falta de transparencia del presidente. Ahora diseña nuevos planes “de pronta implementación” con la experiencia adquirida y a la espera de una nueva oportunidad de regresar a la toma de decisiones. Eso sí, con un nuevo partido todavía en gestación, Movimiento Semilla. “Solo mejorará la Salud cuando se extirpe la corrupción”. Y con este objetivo ha recorrido diferentes localidades de España, entre ellas Bilbao, invitada por la ONGD Medicus Mundi.

La primera misión de Hernández en el Gobierno fue atajar la fuerte crisis de abastecimiento de la red de hospitales públicos del país. 44 en total dentro un sistema sanitario que tan solo cubre a un 17% de la población. “Los centros de salud atienden a 6,5 millones de personas, que era la población en los años setenta. Hoy superamos los 15 millones de habitantes. Sufrimos un retraso de 40 años”. Todo lo que consiguió resolver Hernández fue por tenerlo ya diseñado de antemano para fortalecer la institución, alcanzar las zonas más desfavorecidas y trabajar la transparencia. Un trabajo previo que ahora espera continuar con la mirada puesta en 2030 para garantizar un servicio universal que alcance a todos como apuntan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

Del robo de comida al clientelismo político

Su experiencia técnica le abrió las puertas del Ministerio, pero su falta de respaldo político le supuso la salida. “Descubrimos una corrupción enorme dentro de la institución”. Desde el “robo hormiga” de la comida por parte del personal de los centros sanitarios, hasta encontrar más de 1.050 cartas de diputados y políticos entre 2012 y 2015 solicitando al anterior ministro la contratación de personas. “El Ministerio se había convertido en la agencia de empleo en función del clientelismo político de diputados y políticos”, explica. Y se topó, junto a su equipo, con una estructura que atentaba contra la salud del país “tanto como la pobreza”. “La debilidad institucional impedía implementar cualquier mejora”.

Entre las principales que encontró, destaca la oposición de “actores poderosos” como diputados con fuertes vínculos con las empresas proveedoras, así como el sindicato mayoritario de salud con un pacto colectivo negociado en 2013 que “cumplir con él requiere caer en irregularidades legales por la manera en la que se formulan bonos, el pago de su abogado laboralista, los criterios en las que se conceden las licencias sindicales…”.

En paralelo, el presidente pasó de liderar la lucha contra la corrupción a verse salpicado por supuestos delitos protagonizados por su hermano y su hijo. Lejos de atajarlos, declaró persona “non grata” al jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad, Iván Velásquez. Por coherencia al trabajo desarrollado hasta ahora, Hernández se vio obligada a abandonar el puesto acompañada de su equipo. “No podíamos seguir trabajando con alguien que favorece la corrupción en vez de resolverla y nosotras no podíamos ser cómplices de esa situación”.

Soy optimista, cada vez es más evidente quiénes son los corruptos, cómo roban y cómo se les debe atajar

“Cuidamos el árbol, pero no podemos dejar que nos incendien el bosque”

Consciente de que el cambio real exige “más democracia”, “nuevas instituciones” y “una implicación política, social y judicial contra los corruptos”, retoma su trabajo desde la incidencia. “Soy optimista, cada vez es más evidente quiénes son los corruptos, cómo roban y cómo se les debe atajar”, asegura durante su visita a Bilbao para participar en las Jornadas Internacionales sobre sistemas sanitarios El estado como garante de Salud: retos y amenazas, organizado por Medicus Mundi Bizkaia. Y aprovecha también su invitación al foro para fortalecer los lazos con la cooperación. “Sin ella, no se puede garantizar la primera línea de intervención en mi país, aquella que atiende las primeras necesidades en los lugares más necesitados y que previene la hospitalización”.

Homenaje a su madre

En esta misión se centra ahora. Ha cambiado el tema de su tesis doctoral para centrarlo en la experiencia vivida en el Gobierno. A la vez, sigue diseñando nuevos planes que implementar. “La clave de nuestro paso por el Gobierno fue tener ya todo diseñado. Ahora necesitamos ampliar las medidas y generar una nueva oportunidad”. Esa oportunidad espera que sean las próximas elecciones a la presidencia de 2019. Y esa ocasión espera también contar con el respaldo político del nuevo Movimiento Semilla, que trabaja por catalizar el cambio real.

Mientras tanto, también ha tenido que aprender a vivir con el desprestigio de su nombre, su trabajo y su labor. “Con los acuerdos de paz de 1990 ganamos en libertades políticas y cívicas. Ahora están amenazadas por las campañas de odio lideradas por los medios de comunicación, las redes sociales y miembros del Gobierno que tratan de desprestigiar a todos los que cuestionan el sistema”. Pero ella, lleva en la sangre la resistencia.

Su madre, Myrna Mack, antropóloga e investigadora de los desplazamientos forzados en Quiché y Alta Verapaz fue asesinada con 28 puñaladas en el año 1990. Su tía consiguió llevar hasta la Justicia a los culpables del Estado Mayor que ordenaron el asesinato. Y ella espera ahora homenajear su apellido desde la incidencia social y, tal vez dentro de poco, desde la política por una sanidad que llegue a toda su población.

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