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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
opinión

Migración para cuñados

No existe ninguna razón para que un pasaporte limite los derechos fundamentales de una persona

Trump visita el muro entre EEUU y México
Trump visita el muro entre EEUU y MéxicoAlejandro Zepeda / EFE

El pasado mes de febrero fui a recoger el premio Dignidad Territorios que el Ayuntamiento de Granada concedió a la Fundación porCausa que dirijo. La entrega de premios era todo un reto porque estos galardones son un homenaje a la excelencia social y los ganadores eran todos excepcionales. La promotora de los premios, la valiente concejala de Derechos Sociales (me encanta el nombre de esta concejalía), Jemi Sánchez, me había compartido sus grandes expectativas sobre los discursos de agradecimiento. Me deje la piel y me salió un discurso aceptable. No lo voy a reproducir aquí pero sí les voy a dar la líneas básicas del mismo para que puedan usarlas en sus encuentros familiares y empecemos a poner las cosas un poco en su sitio.

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Estamos repitiendo la historia, en su peor versión. El periodista Chaves Nogales contaba en sus crónicas desde Alemania unos pocos meses antes de la victoria de Hitler en 1933 que los nazis en su origen odiaban principalmente a los franceses y a los negros africanos que venían de las colonias francesas. El resto de odios los fueron desarrollando a medida que su poder aumentó. Esto nos puede volver a pasar. Hay un discurso muy fuerte antimigratorio, predominante en los países de la frontera este, con penetración en Alemania y que ahora está quebrando la sociedad italiana.

Se considera que la migración es una agresión y nos tenemos que defender. “Si no tienes muro, no tienes país”, dijo ayer Trump en su visita a la frontera con México. Pero atentos a los datos: en el año 2000 había menos de 20 muros entre países, en 2005 ya había más de 25, en 2011 más de 55 y en la actualidad se estima que superan los 80. El discurso de la defensa y la inmigración empieza a raíz del 11S que, además, coincide con los albores de la crisis económica. También coincide con el nacimiento de una floreciente industria del control de migratorio que cada vez está más asentada. La política de la defensa implica un discurso de contención de los flujos migratorios. Pero está demostrado que los flujos no se paran, solo se alteran y adulteran. Bajo esta sombra florece un negocio todavía más rentable, el de las mafias. Cruzar desde Marruecos a España puede costar hasta 4.000 euros y es siempre potencialmente mortal. He conocido a inmigrantes subsaharianos en Tánger que han llegado a gastarse más de 15.000 euros en intentar cruzar sin llegar a conseguirlo.

La narrativa del miedo está llena de demagogia. Hay decenas de datos que demuestran que la migración es la solución a muchos de los grandes problemas de nuestro tiempo. Es una solución para los países de origen de los migrantes que recibirán parte de la riqueza económica y cultural de aquellos que se fueron. También es la solución para los países que los reciben ya que si los que llegan lo hacen en las condiciones adecuadas generarán riqueza económica y de hecho muchas grandes consultoras consideran que son la única solución para atajar el envejecimiento de nuestra sociedad y salvar, por ejemplo, el sistema de pensiones. Si contar que la diversidad cultural está a la base de la riqueza espiritual y la evolución, solo hay que mirar lo que la historia nos cuenta.

Pero sobre todos los datos hay un hecho que es incuestionable. Igual que ahora entendemos que no existe ninguna razón para que una mujer no vote, o un negro no tenga los mismos derechos que un blanco, tendremos que aceptar que no existe ninguna razón para que un pasaporte limite los derechos fundamentales de una persona.

Y dicho todo esto, siempre recordar que cuando miramos a otros desde arriba siempre hay alguien por encima de nosotros haciendo lo mismo. Todos los derechos que quitemos a otros nos los estamos quitando a nosotros mismos o a nuestros hijos.

Si ahora me preguntan qué solución propongo para gestionar los flujos migratorios, les diría que para empezar hay que reconsiderar cómo se hace la inversión pública en gestión migratoria. Y esto muy vinculado a promover la información de calidad sobre el tema de la migración, no aceptar como datos lo que es meramente especulativo aunque suene muy lógico. También hay que recordar que los derechos humanos se crearon para evitar que lo que sucedió durante la segunda guerra mundial se vuelva a repetir. No nos olvidemos que, como decía la frase atribuida a Mark Twain, “la historia rima”. salvo que lo evitemos.

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