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“Por nuestras compañeras en la vida, nuestras madres, hermanas e hijas”

Los lectores de EL PAÍS muestran, en sus cartas al director, su apoyo a la huelga feminista de este 8-M

Manifestación del Día Internacional de la Mujer en 2017.
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Paro por cuando de niña me hicieron notar que lo que quería ser de mayor era “de chico”. Por mi madre, que trabajó siempre fuera y dentro de casa, pero solo se jubiló del trabajo de fuera. Por las mujeres que siguen teniendo que dejar su empleo para ser madres, aunque no entrara en su plan. Por las que hacen a diario malabarismos entre horarios de colegio, compras, lavadoras y meriendas, además de hacer su trabajo. Por las que sienten que no pueden parar porque cuidan de un ser querido, por miedo a ser despedidas o por la incomprensión del entorno. Por las veces que escuché de adolescente aquello de “ten cuidado con los chicos, que todos van a lo que van”. Por las dos agresiones sexuales que sufrí y callé, sin preguntarme por qué sentía que debía silenciarlo (y sí, Catherine Millet, mi vida siguió y crecí, y tiré y me tiraron los tejos, y dije y me dijeron sí, no o quizás, pero siempre con la libertad por delante).

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Por todas las mujeres y hombres que ya no quieren que sus hijas y nietas se callen, #MeToo haré huelga este 8 de marzo.— Rosa Martínez. Madrid.

Anoche soñé que a mi vecinita de arriba la secuestraban

Qué alivio al ver que era solo una pesadilla. Pero esa misma pesadilla la están viviendo 110 niñas secuestradas en Nigeria. Desde que vi en televisión la imagen de una de ellas, no se me va de la cabeza. No entiendo por qué, aprovechando el momento feminista que ahora vivimos, no se habla de ellas. ¿Es que ya las han liberado? ¿Es que yo no me he enterado aún porque no interesa tanto como otros temas? Sin quitarle al movimiento #MeToo la importancia que tiene, creo que pocas cosas puede haber tan graves como la indefensión de estas niñas. Si de mí dependiera, yo, la huelga del 8 de marzo la haría por ellas.— María José Ulecia. Luxemburgo.

Choca directamente con el principio de igualdad entre sexos

Puede resultar sorprendente enterarse de que lo más común en las discotecas de la noche madrileña es cobrar entrada exclusivamente a los hombres. Esto choca directamente con el principio de igualdad entre sexos que recoge la Constitución en el artículo 14. Se trata de un hecho que no tiene justificación más allá de ser una estrategia puramente discriminatoria para obtener un mayor beneficio. Como dice el dicho, “si no pagas por el producto, entonces el producto eres tú”. Resulta injusto que se siga produciendo esta práctica tan descaradamente machista.— Sara Martín Pérez. Madrid.

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Por nuestras compañeras en la vida, nuestras madres, hermanas e hijas

Por los colegios y sus uniformes diferenciales. Los catálogos de juguetes, donde se indica con que jugar según sean niños o niñas. Por el dictatorial control mediante las aplicaciones tecnológicas de los adolescentes hacia sus parejas. Dónde estás, con quién y cómo vas vestida. Por la violencia machista en los hogares, a ritmo sangrante de una mujer asesinada por semana. Por el techo de cristal en el mercado laboral. Por la cláusula en el contrato deportivo, esa de que en caso de embarazo, a la calle. Por el reggaetón y sus humillantes letras machistas. Por la publicidad sexista, el detergente para la ropa presentado por ellas y para ellas. Por los abusos sexuales por parte de directores hacia las actrices. Por la política, con decenas de mujeres denunciando acoso sexual dentro del mismísimo Parlamento Europeo. Y por supuesto, por la ablación de niñas africanas, tráfico de mujeres para obligarlas a prostituirse, lapidación por adulterio, burkas y demás glorificación para el género masculino. Por nuestras compañeras en la vida, nuestras madres, hermanas e hijas. Por no ser indiferentes, y ayudarlas a cambiar la desigualdad en la que vivimos. —Óscar Camiño Santos. A Coruña.

¿Por qué hacer la huelga?

Porque seguro que conoces a alguien que le gustaría, que necesitaría hacer la huelga pero no puede. Y no puede porque la precariedad de su trabajo es tal que cualquier mínimo acto de reivindicación lo pondría en peligro. Porque luchar en favor de la igualdad es un derecho para las mujeres y un deber para los hombres. Porque la brecha salarial es una herida que sangra por todos. Porque en el combate social nos reconocemos como ciudadanos y la sumisión nos baja la mirada y rompe nuestros abrazos. Porque no quieres dejar a tus hijos un mundo donde más de la mitad de las personas asuma su diferencia de género al ver su salario. Porque tu madre peleó desde el silencio, es una obligación moral y generacional que tú lo hagas desde una voz compartida. Porque cuidarse, cuidarnos, es algo de todas y todos pero todos tenemos la imagen de una mujer realizando ese acto de amor. Porque la violencia contra las mujeres nos golpea a todos y la indiferencia, en este caso también, no resuelve nada. Porque en la injusticia de género están subsumidas todas las injusticias de clase. Porque no hay progreso si dejamos atrás a las mujeres, a los niños, a los ancianos, a los pobres, a los enfermos. Porque la camaradería, el compañerismo, la solidaridad, la fraternidad entre los que sin serlo se esfuerzan por tratarse como hermanos, es el empeño más digno que una mujer y un hombre puedan tener. –Javier Morata. Madrid.

Exigirán lo que les debemos. Y nosotros callaremos

Gritarán por lo que es justo, exigirán lo que les debemos, demandarán todo lo hurtado: siglos de pesadumbres y millones de lingotes. Porque les adeudamos tantos sinsabores que no hay suficiente miel en el mundo para paliarlos. No romperán el mobiliario, ni violentarán a nadie; no cantarán himnos sectarios, ni mancharán las calles con sus vertidos. Y no solo lo harán por ellas, lo harán por sus hijas, sus nietas, madres y abuelas, todas las que fueron humilladas, maltratadas y perjudicadas. Mientras, nosotros callaremos, si tenemos un ápice de dignidad, con respeto y contrición. –José Antonio Martínez. Madrid.

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