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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Una gota de agua vale oro?

El autor reivindica una minería moderna, con menos impacto en el medioambiente, como uno de los motores de desarrollo de América Latina

Recogida de agua potable en una zona rural de Honduras.
Recogida de agua potable en una zona rural de Honduras. BID
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Los océanos y mares constituyen el 71% de la superficie de la Tierra, de ahí nuestro planeta azul. Sin embargo, solo el 3% del agua terrestre es dulce y de ese pequeño porcentaje solo el 1% está en estado líquido. El 2% restante se encuentra mayoritariamente en los polos, en estado sólido (hielo).

Por ello, cuando hablamos del valor del agua para la vida, es innegable que se trata de nuestro recurso más preciado.

Una buena gestión del agua es clave para garantizar el desarrollo socioeconómico sostenible, la conservación ambiental y la seguridad alimentaria, energética y productiva. Y esta gestión debe incluir a todos los actores relevantes, desde los consumidores particulares hasta los agricultores, las empresas mineras y de energía, entre otros.

La minería, en particular, es uno de los sectores productivos que integra el agua como recurso vital y económico. América Latina es una de las principales productoras de las materias primas fundamentales para la economía global, como el cobre, el hierro y el petróleo. Sin estos recursos otros sectores, como el tecnológico, la telefonía celular o la producción de paneles solares, no podrían subsistir.

En este contexto, la región tiene una enorme ventaja comparativa: aquí se encuentra el 30% de las reservas de agua dulce del mundo y en ella vive alrededor de 8% de la población del planeta.

Históricamente, la producción de minerales e hidrocarburos ha tenido una connotación negativa por su referencia a la idea de explotación de comunidades y de recursos naturales. Sin embargo, en la actualidad, la incorporación de avances tecnológicos y de innovación en la industria, hacen que la percepción esté cambiando progresivamente.

La minería moderna ha realizado avances importantes en el uso sostenible del agua, gracias a la innovación, mediante la introducción de nuevas tecnologías que reducen la demanda y aumentan la oferta de agua

No podemos desestimar que la industria representa casi el 5% del PIB regional, atrae casi un cuarto del total de inversión extranjera directa y representa casi la mitad de las exportaciones. Para muchas comunidades de la región, la minería representa la única fuente de empleo y de actividad económica, siendo un componente vital en la cadena de valor para el desarrollo.

Sin embargo, la industria minera compite en muchos lugares con otras actividades económicas y culturales por el uso del agua. Por lo tanto, un manejo irresponsable del recurso hídrico puede poner en riesgo tanto la cantidad como la calidad del agua.

Este problema es principalmente relevante en minería informal, base de subsistencia de muchas familias, pero con prácticas que implican altos costos ambientales (principalmente en términos de calidad del agua), y que necesitan urgentemente de un proceso de formalización y de incorporación a sistemas productivos organizados.

En ese sentido, para el manejo responsable y sostenible del agua, la producción de minerales e hidrocarburos tiene el potencial de desempeñar un papel activo que contribuya a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible; que incluyen una nueva meta de universalización del acceso al agua, poniendo énfasis en la calidad, el manejo de las aguas residuales, la seguridad hídrica, la gestión integral de los recursos y la protección, restauración y optimización de los sistemas hídricos.

Asimismo, la minería moderna ha realizado avances importantes en el uso sostenible del agua, gracias a la innovación, mediante la introducción de nuevas tecnologías que reducen la demanda y aumentan la oferta de agua.

En efecto, la minería es un motor para la innovación tecnológica, tanto en operaciones de gran escala como aquellas de reuso de agua, como en operaciones de pequeña escala o domésticas, donde ya se han identificado tecnologías económicamente competitivas para la producción más limpia. Uno de los mejores ejemplos es el procesamiento mineral en circuito cerrado que ha permitido aumentar significativamente la eficiencia en el uso del agua por parte de la industria.

Otra iniciativa innovadora es el desarrollo de infraestructura hídrica de uso compartido a partir de inversiones que permite una combinación sostenible del uso de agua para consumo humano y minería. En el norte de Chile, por ejemplo, se construyeron plantas desalinizadoras y acueductos que permiten usar el agua de mar en minería y contribuir así a reducir el estrés hídrico en la zona. En el sur del Perú, la minería ha financiado importantes obras para el desarrollo del riego para mejorar la productividad agrícola.

Más allá de estas experiencias puntuales, es interesante notar que en la región se siguen acumulando buenos ejemplos de colaboración público-privada para la identificación y resolución de desafíos de gestión hídrica a partir del sector minero.

La importancia de esta industria en nuestra región va en ascenso, y por ende es clave reconocer y promover su papel como fuente de desarrollo en sí misma, generadora de empleos de buena calidad y que produce una demanda sobre el suministro doméstico de bienes y servicios. Por eso, es necesario utilizar nuestros recursos naturales de manera que el desarrollo económico y el acceso a recursos vitales como el agua sean con una visión de largo plazo, que garantice un manejo sostenible de nuestras riquezas naturales.

Si queremos reducir la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe, debemos asegurarnos de integrar a la minería en los planes de conservación y uso sostenible de los recursos hídricos. Porque cuando se trata de la gestión de los recursos naturales de los cuales depende gran parte de la calidad de vida en nuestro planeta, cada esfuerzo, cada gota, vale —literalmente— oro.

 José Agustín Aguerre es gerente del Departamento de Infraestructura y Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este artículo ha sido publicado en el marco del Foro Mundial del Agua, a realizarse en Brasilia del 19 al 23 de marzo del 2018, donde el Banco Interamericano de Desarrollo es coordinador regional de las Américas.

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