Itziar Castro, orgullo de gorda
“Me costó encontrar mi hueco hasta que vi que destacaba en la diferencia”, dice la nominada al Goya a mejor actriz revelación
A Itziar Castro (Barcelona, 1977) la nominación de los últimos Premios Goya a mejor actriz revelación por su trabajo en Pieles, no solo le ha dado visibilidad como artista, también la ha convertido en paladín de quienes defienden el derecho a ser diferentes sin tener que ser insultados por ello.
“Yo no he buscado ser un referente”, explica Castro, “pero si sirve para algo, bienvenido sea. Me encuentro con gente maravillosa que me da las gracias porque dicen que mi ejemplo les ha ayudado a sentirse mejor con sus cuerpos y ser más felices. Y eso para mí es un orgullo y un honor”. Palabras poderosas y dichas con una sonrisa que constata que los complejos no forman parte de su vida. El mismo tono que utilizó para comunicar a través de Twitter que muchos de sus compañeros nominados a los Goya fueron fotografiados desnudos para la revista Harper’s Bazaar, pero ella no. Un ‘olvido’ que la publicación ha subsanado dedicándole un reportaje a ella sola –realizado por el mismo equipo– que la ha convertido en la primera mujer de talla XXL que sale desnuda en esta cabecera.
Estoy entre triste, enfadada y orgullosa de mis compañeros y amigos que salen divinos! Envidia sana! Me hubiera encantado hacerlas pero se ve q no tengo el cuerpo deseado para @harpersbazaarES pq ni se me preguntó. Eso si son BRUTALES las fotos 😍 https://t.co/MBhtTkZDoO
— Itziar Castro (@ItziarCastro) January 19, 2018
Más de 20 años de profesión avalan su candidatura a la categoría de los Goya que “más le gusta porque me mola eso de revelarse, tanto con b como con uve”. Y aunque no se pudo llevar el premio a casa, estar ahí, entre las cuatro nominadas, le ha servido para constatar que ser tozuda y tenaz termina dando sus frutos. “Me costó encontrar mi hueco y encontré muchos noes por el camino”, explica la actriz, “hasta que participé en un musical y me di cuenta de que yo destacaba en la diferencia. Hay menos papeles para una persona como yo, pero también menos competencia”. Otra ventaja, desde su punto de vista, es que su físico le ha permitido afrontar un abanico de personajes y estilos muy rico. “A otros compañeros les encasillan. Yo he hecho drama, comedia, terror, góspel, cabaret… Si pone ‘gorda’, entra todo”.
Si a este adjetivo le añades ser mujer, las exigencias se multiplican. “En el mundo de la interpretación es un hecho que los hombres tienen más trabajo, más papeles y menos exigencias respecto a su físico. Lo mismo ocurre con la edad; las actrices encuentran menos papeles según se hacen mayores y no pasa lo mismo con los hombres. Por tanto, hay que cambiar las cosas. Pero no solo en el mundo del arte, porque tampoco hay directoras de periódicos, ni presidentas en una cadena de televisión, en un equipo de fútbol o en el Gobierno. Lo que no creo es que haya que hacerlo por ovarios, sino que el que valga, sea hombre o mujer, debe tener la posibilidad de acceder por igual hasta dónde desee. Eso es ser feminista y lo contrario es el machismo. Lo que no soy es feminista excluyente, porque quiero a los hombres a mi lado, peleando por lo mismo”.
Ella tiene tan claro que lo contrario de feminismo es machismo, sin más, como fue patente que quería ser actriz. “Me encantaba el deporte y llegué a ganar algún torneo de tenis, pero lo que yo pensaba era: ‘Si me hago famosa con el tenis será más fácil llegar a ser actriz”. Desde los tres años daba clases de danza, pero la revelación le llegó a los 10 cuando su padrino la llevó a ver un musical en su Barcelona natal. “Cuando salí del espectáculo pensé: yo quiero hacer eso”, recuerda Castro. Para conseguirlo estudió y trabajó en un comedor escolar, en un supermercado, incluso repartiendo comida china. Después se centró en el mundo artístico y en los periodos de escasez, cuando llegar a fin de mes con la actuación se ha puesto cuesta arriba, ha hecho producción, organizado eventos, ha sido directora de casting… “Soy tan poliédrica e inquieta que si necesito cambiar, me busco la vida”.
Es el mismo espíritu con el que ha afrontado su cuerpo. “Yo no tengo la sensación de haber sufrido en el colegio, pero mi madre no diría lo mismo. Había insultos, como se llamaba gafotas al que llevaba gafas o empollón al que sacaba buenas notas. Pero un día era eso y al día siguiente eras la reina. Incluso fui delegada de mi clase”, rememora entre risas. La misma forma con la que planta cara a los insultos fáciles de los haters en las redes sociales. “Lo que sí constato es que son mucho más crueles con los gordos. No es mi caso porque yo cuando me pongo a dieta puedo adelgazar 15 kilos en un mes, pero hay mucha gente que ha hecho de todo y no lo consigue. A mí no me hacen daño porque lo que quiero es ser feliz, estar bien conmigo misma y ser actriz, pero a otras personas les hunden con sus barbaridades”.
Cine, teatro, musicales, videoclips, presentación de eventos… Itziar Castro ha actuado en más sitios de los que recuerdan hasta los profesionales que deberían saber de ella. Con la visibilidad que ha ganado por la nominación al Goya también ha tenido que escuchar muchas veces “¡ah, esa eras tú!”. Pues lean porque en su currículo hay intervenciones en Campeones de Javier Fresser, Las brujas de Zugarramurdi de Álex de la Iglesia, Blancanieves de Pablo Berger, REC3 de Paco Plaza o Inconscientes de Joaquín Oristrell.
“Es curiosa la dualidad que existe entre lo que la sociedad marca como bello y lo que lo es para el arte”, reflexiona en voz alta. “En el arte existe una cierta admiración hacia los cuerpos rotundos. Siempre me he sentido bien porque me han admirado a nivel artístico. Así que me voy a poner en manos de todo artista que lo desee”. Como lo hizo posando desnuda para el fotógrafo que retrató a sus compañeros de candidatura para una revista que al principio no pensó en ella, pero después le ha compensado con un reportaje en el que ha vuelto a demostrar que a nivel físico no tiene vergüenza y sí muchas ganas de reivindicar su seguridad en ella misma.
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