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La paradoja y el estilo
Columna
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El arte de la controversia

La polémica por la retirada de ARCO de una obra de Santiago Sierra, el armario de Carmen Lomana y los pelos de Puigdemont y Anna Gabriel que han marcado el 'procés'

La obra de Santiago Segura que se retiró de ARCO para evitar polémicas.
La obra de Santiago Segura que se retiró de ARCO para evitar polémicas. Andrea Comas
Boris Izaguirre

Si fuese necesario, entendería que Marta Sánchez se convierta en la autora de la letra del himno nacional. Como fan, considero que ella ya ha contribuido no uno sino dos himnos de nuestra generación: Desesperada y Soy yo. ¿Quién no ha bailado Desesperada? ¿Cuántos gays y madres divertidas no se han plantado a cantar a todo pulmón lo de “soy yo la que sigue aquí”? Ahora le toca al himno nacional y al ser un himno nacional sin letra, Sánchez está en todo su derecho de dedicarle un texto que mezcla patriotismo con historia personal, que es como entendemos casi todo en las culturas latinas y apasionadas. Eduardo Mendicutti está desesperadamente en desacuerdo pero respeta con entusiasmo la libertad de expresión y reconoce la repercusión comercial que ha conseguido Marta.

Pero, dejemos todo eso a un lado y celebremos lo importante: Marta ha vuelto con capa y mono color Ciudadanos y un tuit de apoyo de Mariano. Y tendrá una gira espectacular por todo el país. Incluyendo Barcelona.

Y, quien sabe, a lo mejor esa gira llegue a Suiza y acudan a verla la infanta Cristina y la mismísima Anna Gabriel, la política independentista ahora fugitiva en Ginebra tras burlar al Tribunal Supremo suavizando su look radical. Ha abandonado su icónico "flequillo a la taza" y sustituido los piercings por unos aretes post feministas. En realidad siempre fascina que alguien ponga a prueba a cualquier autoridad, pero mi verdadera fascinación esta en el papel que tiene la ciudad de Ginebra para los españoles. Estoy convencido que en Ginebra se habla tanto español como alemán o francés. Las controvertidas estrellas de los casos Lezo y Gurtel visitaban la ciudad de los bancos y de las fondues siempre que podían. En esa misma ciudad conviven ahora Iñaki Urdangarin y Anna Gabriel. Siempre recordaremos el procés por los pelos de Puigdemont y de Anna Gabriel. Las dos caras de una misma moneda que junto con la capita naranja de Marta definen el presente por sus estilismos y las libertades que se toman.

Carmen Lomana con algunos de los modelos que ha cedido para la exposición del Museo del Traje de Madrid.
Carmen Lomana con algunos de los modelos que ha cedido para la exposición del Museo del Traje de Madrid.Ángel Manzano (Getty Images)

Reflexiono sobre ello avanzando por los pasillos de ARCO, la feria de arte, el miércoles por la mañana y apenas puedo saludar a su director, Carlos Urroz, porque desde su teléfono lidiaba con el conflictazo creado por la prohibición de una obra de Santiago Sierra en la galería Helga de Alvear, a petición de la presidencia de Ifema. En la obra se retratan a Junqueras y otros políticos catalanes como presos políticos. Y no como políticos presos. El lío es tan peliagudo como el himno de Marta. En un pasillo, TV3 me interroga sobre el caso y como acababa de llegar hice uso de mi libertad de expresión y decline responder. Pero la periodista decepcionada insistió diciendo que el arte es inofensivo y pacífico. No siempre, le respondí. Es más, José Ignacio Cabrujas siempre me dijo que el rol de un intelectual es a veces molestar a la sociedad. La controversia es un arte y el arte puede ser polémico. “Al final, como siempre, censurar y retirar una obra la hace mucho más presente y poderosa”, me dijo una coleccionista de Barcelona. Tras un día de infarto, Ifema pidió disculpas.

Con o sin lírica en su himno, España es un país que esta vivo. Por eso disfruté tanto acompañando a Carmen Lomana a poner los accesorios sobre sus vestidos expuestos en el Museo del Traje, en Madrid. La exposición se llama El Armario de Carmen Lomana y entre sus accesorios no hay aretes discretos pero si grandes cinturones, cruces victorianas mientras los trajes ofrecen un viaje inesperado por los grandes diseñadores españoles e internacionales.

“Tiré toda la ropa que había vestido junto a mi marido cuando él falleció. Los que expongo, los amo de verdad. Me encanta compartirlos con la gente, hablan no solo de mi historia o mi gusto sino de creadores como David Delfín, John Galliano o el Tom Ford de su paso por Yves Saint Laurent y Gucci”, me cuenta Lomana mientras arregla las mangas de un Chanel oscuro. Al mismo tiempo que el comisario de la muestra aprueba sus cambios y Sandra, la inseparable asistente de Carmen, coloca una de las cruces. Carmen aplaude y proclama: “Sandra es la mejor estilista de España”. Sueño con ver en ese museo, la capita de Marta Sánchez, los aretes de Anna Gabriel y el traje de boda de la infanta Cristina, donde todo esto empezó.

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