Uber suspende su actividad en Marruecos
La plataforma asegura que la incertidumbre regulatoria impide operar con seguridad
Uber acaba de dar el portazo en Marruecos. Deja atrás casi tres años de experiencia y 300 conductores en paro. La plataforma emitió este lunes un comunicado en el que asegura que “la incertidumbre regulatoria” no le permite “proporcionar una experiencia segura y fiable”.
En Casablanca, donde operaba esta empresa, sus conductores han sido agredidos por taxistas en numerosas ocasiones. Nada que no haya ocurrido por ejemplo en Madrid, donde este fin de semana los conductores de Uber y Cabify han denunciado 50 agresiones. Pero, a diferencia de otras ciudades europeas, en Marruecos este servicio de transporte no era más barato que los taxis. Uber ofrecía “fiabilidad, seguridad y transparencia en el precio” a cambio de tarifas más elevadas.
Una clienta de este servicio salió en su defensa el verano pasado y firmó una carta en el sitio avaaz.org donde pedía a las autoridades nacionales y locales que actuasen contra esos taxistas que se organizan a modo de mafias en los aeropuertos, que se niegan a aceptar a un cliente, aunque estén libres, o que rehúsan transportarlo hasta el destino final o que fijan precios arbitrarios sin poner en funcionamiento el taxímetro. La usuaria pedía al ministro de Transporte que permitiera a Uber trabajar con todas las de la ley, sin asomo de ambigüedad en la legislación. Pero el Gobierno no se dio por aludido.
Durante la cumbre climática de Marrakech Cop22, celebrada en noviembre de 2016, era difícil encontrar un taxi que no intentara estafar al cliente extranjero. Uber ofrecía, sin embargo, un oasis de formalidad. Sin embargo, esa misma transparencia es la que se echa en falta ahora al informar sobre la supuesta compensación económica que deberían recibir sus 300 conductores.
La empresa asegura en su comunicado que los chóferes serán apoyados “para atravesar esta transición difícil”. Pero no aclara en qué consistirá ese “apoyo individual”.
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