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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
opinión

Rompamos filas

En 2015 se destinó menos del 0,6 % de la ayuda al desarrollo a la lucha contra la violencia contra los niños

Niños soldado.
Niños soldado. World Vision / Lisi Emmanuel Alex

Hain recuerda que le dijeron que eligiera entre matar o ser asesinado. Fue forzado a formar parte de un grupo armado en Myanmar cuando solo tenía 16 años: "Disparé a más de 100 personas. Algunas tenían la misma edad que yo, incluso parecían más jóvenes. Cada vez que pienso en esos momentos, no puedo dormir, no puedo comer y a veces ni siquiera sé cómo vivir”.

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Ngalula tiene 12 años, una gran sonrisa y una historia desgarradora. Un día, en la República Democrática del Congo (RDC), una de sus amigas le pidió que saliera a caminar con ella. "No sabía a dónde íbamos. Cuando llegamos al bosque, donde la milicia tenía su campamento, le dije que no quería unirme al movimiento, que mis padres no querían que me uniera. Pero ella me contestó 'Si no te unes te mataremos' y tuve miedo. Le dije que me uniría a la milicia".

Esta semana se ha celebrado el Día Internacional contra el Uso de Niños Soldado, un día para que todos nos unamos para pedir que ningún niño pelee en las guerras iniciadas y alimentadas por adultos. En este momento, hay miles de niños involucrados ilegalmente en conflictos armados en todo el mundo.

En teoría, los gobiernos y líderes han dicho que esto no seguirá sucediendo. En teoría, condenan el uso de niños en la lucha y prometen hacer más para poner fin a una práctica que roba futuros y somete a los niños a horrores que nadie, y mucho menos un niño, debería experimentar o ser testigo. El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en conflictos armados es un ejemplo de estas promesas. La realidad, sin embargo, es que los niños son blancos fáciles, son vulnerables y propensos a ser atraídos por promesas simples y deshonestas cuando la vida a su alrededor parece no ofrecer ninguna alternativa.

Disparé a más de 100 personas. Cada vez que pienso en esos momentos, no puedo dormir, no puedo comer y a veces ni siquiera sé cómo vivir

Esto tiene que parar. Debemos exigir que los gobiernos ejecuten medidas prácticas para poner fin al reclutamiento forzado de niños soldado. Para ello, es necesario establecer los 18 años como la edad mínima para el reclutamiento y la participación (en muchos países, la edad mínima para las fuerzas armadas es de 16 años); se debe reconocer y apoyar el papel de los niños en la construcción de la paz. Brindar protección económica y social para reducir el riesgo de reclutamiento mediante un mejor acceso a una educación de calidad para niños en riesgo. De esta forma, la promesa de una educación no será motivo para que un niño se una a un grupo armado. Niños como David (RDC), de 15 años, creen en estas promesas: "Nunca dejaron de decirme, 'Lucha, y si ganamos, podrás estudiar gratis'. Esto nunca sucedió; ahora, cuando veo a mis amigos ir a la escuela, me siento traicionado; fuimos engañados".

También, es necesario garantizar un entorno de protección para los niños que fortalezca el sistema formal y las redes de protección informales basadas en la comunidad y desarrolle la resiliencia de los niños hacia el abuso. Trabajar con los líderes religiosos y comunitarios para poner fin a las prácticas que fomentan la participación de los niños en los conflictos. Implementar el registro universal de nacimientos para que los niños invisibles y vulnerables no puedan ser llevados sin dejar rastro. Controlar el flujo de armas pequeñas. El fácil acceso de las armas pequeñas contribuye al reclutamiento de niños: son baratas, los niños pueden ser entrenados en aproximadamente 30 minutos y son lo suficientemente ligeras como para que, hasta los más pequeños, puedan manejarlas. Invertir más en la prevención y resolución pacífica de los conflictos armados para que los niños no se enfrenten a esta amenaza.

Cuando el daño ya está hecho, hay que elaborar programas específicos para niños soldado que quieren escapar o han escapado de grupos armados. En este aspecto, World Vision ayuda a ex niños soldado como Hain a comenzar una nueva vida y reintegrarse en sus familias y comunidades, o como David, a volver a la escuela y establecemos Espacios Seguros para ellos donde pueden jugar y superar las experiencias vividas.

También es necesario trabajar con niños involucrados en el conflicto de Sudán del Sur para ayudarles a recuperarse de la violencia que han presenciado o experimentado y para que se puedan reintegrar pacíficamente en la sociedad. Además, hay que trabajar con socios, incluidos los gobiernos, para proporcionar alternativas viables a los niños que corren el riesgo de unirse a las fuerzas armadas o a grupos armados. Para ello, es imprescindible el apoyo a los medios de subsistencia de las familias, programas de educación y actividades de consolidación de la paz entre los jóvenes.

En 2015, el gasto total en Ayuda Oficial al Desarrollo fue de 174.000 millones de dólares. De esta cantidad, menos del 0,6 % fue destinado a poner fin a la violencia contra la infancia. ¿Podéis imaginar el porcentaje destinado a luchar contra el reclutamiento de niños soldado? Es el momento de dar un paso al frente y hacer algo para que niños como Hain o David tengan un futuro mejor.

Andrew Hassett es director global de campaña de World Vision International.

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