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Jared Leto: el hombre que vive en una base militar de la Guerra Fría

46 años, ni una arruga y alma de visionario. La estrella más inclasificable de Hollywood visita España con su banda, 30 Seconds To Mars. Nos recibe en su búnker de Laurel Canyon

Pablo Ximénez de Sandoval
Jared Leto posa en exclusiva para ICON con mono de ‘jacquard’ rosa bordado con motivos florales y mocasines bicolores. Todo, Gucci.
Jared Leto posa en exclusiva para ICON con mono de ‘jacquard’ rosa bordado con motivos florales y mocasines bicolores. Todo, Gucci.Michael Schwartz/Zoe Costello

Tiene 46 años, que tampoco es ser un viejo, pero el aspecto de Jared Leto va más allá de lo que se entiende por mantenerse joven. De cerca no tiene ni una cana, ni una arruga. Aquí hay una clave faustiana que se nos escapa. “Realmente, se trata de hacer lo que sabemos todos. Comer frutas y verduras, no tocar la comida basura y dormir bien. Me mantengo muy activo, no bebo, no fumo y no tomo drogas”. La respuesta no satisface. La juventud de Leto llama tanto la atención que esto, por mucho que lo diga comiendo anacardos, no puede ser todo. Pero, en fin, hay otras cosas más importantes de las que hablar.

Por ejemplo, de que su grupo, 30 Seconds to Mars (30STM), saca nuevo disco (se publica el 6 de abril). O del último documental que ha dirigido, o de su interpretación hipnótica en Blade runner 2049, o de la presentación que acaba de hacer con el artista chino Ai Wei Wei. Leto se ha empeñado en que nadie le encasille y lo ha conseguido. Su personaje público es alguien “creativo”, así, en general, que se convierte en músico, actor, gurú tecnológico o motivador profesional según va evolucionando la charla.

Empecemos por la música. Si se entiende en el buen sentido, 30STM es una banda que suena como si estuviera constantemente defendiendo la vigencia de aquellos U2 grandiosos, lo que no está nada mal como ambición. El grupo de Jared Leto y su hermano Shannon es una banda de estadios, sin complejos. Estadios e himnos rock. Una de sus nuevas canción, Walk on water, suena desde el verano pasado y recuerda justo a esto, pero dice Leto que esta vez el disco –aún sin título– “no está necesariamente lleno de grandes himnos rock” y que “explora un nuevo territorio”. El álbum se presentará en directo el 12 de abril en Madrid, el 13 en Barcelona y el 14 en Bilbao.

“Cuando la primera persona se instale un 'chip' en su cerebro y sea capaz de pensar y tomar decisiones más deprisa que el de al lado, ¿a quién vas a contratar? ¿Quién lo va a hacer mejor en la Bolsa?"

Jared va a cumplir 20 años con el grupo y actuando en el cine a la vez, aunque con largos paréntesis. Es difícil recordar a alguien que haya mantenido estas dos disciplinas con éxito durante tanto tiempo. Quizás Frank Sinatra. Vayamos a cuando tenía 10 o 12 años, descubriendo esa música que a uno le marcará para siempre. ¿Qué era lo que escuchaba? “Rock clásico”, responde. “Led Zeppelin, Doors, Who, Pink Floyd… Ponía obsesivamente cualquier cosa de Pink Floyd. A mi hermano le gustaba mucho el heavy metal”. Después llegó U2, “una gran inspiración”. “Mi fase de rock clásico coincidió con la llegada de U2, The Cure o Depeche Mode. Después me metí en Nine Inch Nails y Tool. Mi hermano tenía gustos variados. Yo no tanto”.

En su casa, Leto lleva calcetines con chanclas. Se sienta en una silla de mimbre y pide a una asistente que ponga un leño en la chimenea porque hace un día espantoso en Los Ángeles. Va a llover un solo día en todo el invierno y tiene que ser hoy. El lugar es un recibidor algo desangelado, con un frío suelo de losetas. Jared vive, trabaja y recibe en una antigua base militar en Laurel Canyon (California), abandonada tras la Guerra Fría. Si esa frase le ha intrigado lo suficiente, haga una búsqueda. La historia del lugar es aún más alucinante que como suena.

El abrigo y el pantalón son de pana e incorporan un motivo botánico sobre fondo azul vivo. Al igual que los mocasines, son Gucci.
El abrigo y el pantalón son de pana e incorporan un motivo botánico sobre fondo azul vivo. Al igual que los mocasines, son Gucci.Michael Schwartz/Zoe Costello

La entrevista se produce al día siguiente de los Globos de Oro. Leto dice que no ha visto la ceremonia en la que el todo Hollywood vestido de largo respaldó por primera vez el movimiento contra el acoso sexual, algo que hasta hace muy poco se consideraba inapropiado si se hacía en exceso. Él, que se acordó de Ucrania, Venezuela y las víctimas del sida cuando ganó el Oscar, parece muy a favor del ruido. “Cada vez que sales a un escenario o tienes una cámara frente a ti es una oportunidad. Puedes usar ese tiempo como quieras. Puedes hablar de tu música, de una causa social o de política”. A lo que está pasando ahora él lo llama “evolución”. Reconoce que, como todos, no lo vio venir. “Es profundo y poderoso. Es un cambio total y lo importante es que el planeta se haga un lugar más seguro”.

Lleva ya un cuarto de siglo en el mundo de la interpretación, siempre manteniendo esa imagen de outsider de Hollywood. Alguien que no se lo acaba de creer, incluso con un Oscar en casa por su papel de transexual en Dallas Buyers Club. Desde esa posición –con un pie dentro del sistema y la cabeza totalmente fuera– dice que el cine “es un lugar mucho más interesante de lo que era. Antes había mucha más gente controlando quién entraba en el sistema y las oportunidades para lograrlo eran escasas. Ahora hay mucha flexibilidad. La gente consume más contenido que nunca. Es más barato y fácil crear y distribuir”.

El propio Jared realiza documentales, cumpliendo en cierta manera el sueño de dirigir que le trajo a Los Ángeles en 1992. Entonces habría sido imposible. “Es un momento maravilloso para crear y consumir, tener la información en la punta de tus dedos. Todo el mundo está hablando de inteligencia artificial, es un tema de moda, pero es que realmente estamos al principio, en el nacimiento, en el momento 0,001 de un nuevo amanecer, una nueva era. Todos usamos ya inteligencia artificial, es parte de nuestra vida”.

“No, no me importa envejecer. El problema es el dolor. Vivir con dolor es un problema mental, y deberíamos poder controlarlo”

El Jared Leto actor que habla de música y el músico que habla de cine se han convertido en otra cosa. Ahora es, según las crónicas, un avispado inversor en Silicon Valley que se mueve bien entre los cerebros que cada día piensan el futuro. “Soy muy optimista sobre nuestra habilidad para crear sistemas que controlemos y no que nos controlen a nosotros. Pero, en cuanto al negocio, tenemos ahora mismo una generación entera de personas que están creciendo con un segundo cerebro entre los dedos. Los cambios que vamos a ver en los próximos 50 a 100 años van a superar los de los últimos 10.000”.

Su discurso es muy elocuente. Y dilatado. “Hay una generación entera que puede satisfacer prácticamente cualquier demanda de información. Y la gente va a mejorar esas tecnologías en formas que no podemos ni soñar. Es obvio que vamos a ser dependientes de ello, quizá incluso controlados, pero no en un modo negativo, sino positivo. Creo que la tecnología y la humanidad se van a mezclar. Es definitivo. Va a suceder. Lo ves en niños que ya llevan un marcapasos al nacer o en tu mano, que no suelta el teléfono. Es lo primero que agarra por la mañana y lo último que suelta por la noche. Creo que muy pronto no habrá diferencia entre una cosa y otra”.

“También creo que nos vamos a quedar atrás”, continúa en un relato que parece tener perfectamente armado. “Cuando la primera persona se instale un chip en su cerebro y sea capaz de pensar y tomar decisiones más deprisa que el de al lado, ¿a quién vas a contratar? ¿Quién lo va a hacer mejor en la Bolsa? No se sabe si será una tecnología física, nanotecnología o biotecnología. Pronto, los chips, los discos duros, las estructuras, no serán físicos tal como los vemos. Quizá sean de materiales orgánicos y formen parte de ti. Nos miraremos como somos ahora y nos parecerá que éramos simios. La tecnología va a avanzar tanto que nuestra inteligencia dará un salto hacia un lugar que no podemos ni soñar”.

La chaqueta cruzada, el pantalón de vestir en tejido estampado y los mocasines Quentin son Gucci. Gafas Carrera.
La chaqueta cruzada, el pantalón de vestir en tejido estampado y los mocasines Quentin son Gucci. Gafas Carrera.Michael Schwartz/ Zoe Costello

El actor y músico con alma de visionario digital avisa de que lo que llamamos última tecnología en realidad ya no lo es. “Estamos dejando esta era de la tecnología de consumo, ya sean las redes sociales o la economía participativa, y entrando en la siguiente. Creo que es obvio que la siguiente etapa va a ser la de la biomedicina. Ahí es donde se están produciendo los grandes avances”. En otro momento de la conversación, esto acabará relacionado con su aspecto. “No, no me importa envejecer”, responde a la pregunta. “El problema es el dolor. Siempre animo a mis amigos a que hagan lo que puedan para apoyar a compañías que están buscando soluciones al dolor. Vivir con dolor es un problema mental, y deberíamos poder controlarlo”.

ICON estuvo con Leto aquí mismo hace dos años. Barack Obama era presidente, Hillary Clinton tenía la elección en el bolsillo, un tal Donald Trump era un bufón sin futuro. Ah, tiempos más sencillos. Entonces el actor mostraba una actitud sorprendentemente positiva respecto al auge de Trump, lo veía como una oportunidad para que los estadounidenses valorasen mejor sus instituciones. ¿Sigue pensando igual? “Sí, van a salir muchas cosas buenas de su etapa como presidente. Nos va a recordar que no debemos dar las cosas por supuestas, va a animar a mucha gente joven a implicarse políticamente. A veces tenemos que perder algo para apreciar haberlo tenido. Va a haber daños colaterales y quién sabe cuánto durarán, pero creo que es una buena lección para involucrarte. Si quieres cambiar las cosas, tienes que salir y hacerlo”.

“Cada vez que sales a un escenario o tienes una cámara frente a ti es una oportunidad. Puedes usar ese tiempo como quieras. Puedes hablar de tu música, de una causa social o de política”

Puede sonar algo impostado en alguien con su éxito, pero Leto insiste en que a él le pasa constantemente eso de fracasar. Los fiascos los celebra como acontecimientos que le ponen en su sitio. “Intento muchas cosas y trabajo mucho, soy muy productivo. No me estoy echando flores, solo digo que somos muy productivos como equipo, ya sea en música o en películas, siempre estamos haciendo cosas. Y cuando estás siempre haciendo cosas fracasas todo el tiempo. Puedo decir que fracaso más que la mayoría. Escribo mil canciones para poder tener 10 buenas en un álbum. Hago un millón de ediciones a una pieza hasta que funciona. Pruebo cinco o 10 canciones distintas para el fondo de una escena en un documental. Fracaso mucho. He fallado en mi vida constantemente”.

Será ese espíritu el que le lleva a ir quemando etapas como artista. Documentales, cine, música. Transmite la sensación de que aplica a su trabajo la mentalidad de un escalador: equipo, concentración, paciencia, una mano detrás de otra hasta llegar al final. “Como persona creativa, creo que una de las lecciones que tengo que aprender y recordarme siempre es que el sueño más disparatado, la aspiración más loca, es a menudo posible. Si estás interesado en conseguirlo, deberías empezar el camino que te lleve a hacerlo. Ya sea escribir la mejor novela del mundo, escalar el Everest o ser la persona más amorosa posible con tu pareja, cualquiera que sea tu objetivo es bastante factible si te concentras en alcanzarlo. Eso es algo que fácilmente se olvida”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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