Un discurso trumpiano más
Los editorialistas de la prensa estadounidense estiman que lejos de reconciliar a la nación, el discurso de Donald Trump sobre el estado de la Unión la deja aún más dividida
Cambia la forma pero no el fondo. Según la prensa estadounidense, lejos de reconciliar a la nación, el discurso del presidente de EE UU, Donald Trump, sobre el estado de la Unión la deja aún más dividida. Una prensa que llevaba días especulando sobre si Trump sería o no capaz de contener sus impetuosas salidas y limitarse a leer el discurso escrito por sus consejeros. El objetivo era claro: restaurar la figura presidencial y la credibilidad del magnate aprovechando un acto que, desde 1970, ofrece un escenario ideal de comunicación controlada. El inquilino de la Casa Blanca dispone de más de una hora para leer sin ser interrumpido un discurso destinado a ensalzar los logros del mandato. Y eso es, en parte, lo que hizo Trump, el pasado martes, en medio de los aplausos del bando republicano y la indignación de los demócratas que, vestidos de negro en signo de protesta, no se levantaron a su llegada al Capitolio.
Pero, al centrar gran parte de su alocución en la crítica y la estigmatización de los inmigrantes, presentados como criminales en potencia, invitando a familiares de víctimas de asesinatos por el gang salvadoreño MS-13, atribuyendo a su exclusiva gestión los logros económicos y militares —en un ejercicio habitual de descalificación de la administración anterior— Trump demostró que si bien era capaz de contenerse en la forma, el fondo sigue siendo el mismo. Tampoco han cambiado sus prioridades: construir el muro fronterizo con México, ampliar el arsenal nuclear de EE UU y mantener la prisión de Guantánamo.
Un presidente que ya perdió toda credibilidad
Cómo tomar en serio a un presidente “que se ha codeado con un poder extranjero para influir en las elecciones estadounidenses y ha atacado en repetidas ocasiones tanto a los tribunales como a los servicios de inteligencia del país”, se pregunta The New York Times en su editorial. Un presidente que, según el diario, no solo miente abiertamente sino que además apoya a grupos neonazis y compra el silencio de actrices porno con dinero. Para su columnista Frank Bruni, la alocución de Trump se podría resumir en una palabra: “ficticia”. Por mucho que Trump intente hacerse pasar por un jefe de Estado, señala el periodista, sus declaraciones y sus miles de tuits “demuestran exactamente lo contrario”. La triste realidad de la presidencia de Trump, escribe The Boston Globe, es que “incluso siendo capaz de leer un teleprompter durante 90 minutos, solo es cuestión de tiempo antes de que vuelva a tuitear “crápula Hillary Clinton” o Elizabeth “Pocahontas” Warren”.
Otros, más irónicos, como The Daily News titula What a load of clap (un montón de aplausos)—haciendo un juego de palabras cuyo verdadero sentido sería What a load of crap (basura en vez de aplausos)— enseñando una fotografía de Trump aplaudiéndose a sí mismo durante el acto mientras otros, como John Cassidy de The New Yorker, se imaginan cual habría tenido que ser el contenido de la alocución del presidente admitiendo que sea capaz de no mentir el tiempo de un discurso: “ Más de la mitad de ustedes piensa que soy inapto para el cargo (...), muchos estarían muy felices de verme destituido por el Congreso y fuera del despacho oval mientras otros están trabajando duro para que eso no ocurra. Quiero agradecer a Devin Nunes y a sus aliados por difundir teorías conspiratorias y dañar la reputación del FBI en mi favor. Y a mi enemigos: dejen de difundir fake news y busquense una vida”.
Un discurso populista y xenófobo
“Trump habría podido pactar un acuerdo sobre la inmigración pero ha preferido envenenar el debate”, titula su editorial The Washington Post que califica el discurso del magnate de “veneno etnonacionalista”. Según el diario, el momento “más triste” de la alocución de Trump fue cuando, haciendo un guiño cínico a los dreamers, declaró: “Los americanos somos también soñadores”. Mientras The New York Times estima que Trump consiguió “inyectar veneno y confusión” con una política migratoria retrógrada e intolerante, The Boston Globe recalca que “no existe un asunto en el que la retórica trumpiana sea tan peligrosa, discordante y alejada de los valores y espíritu de EE UU como en el de la inmigración”.
Pero más que el contenido del discurso de criminalización de los inmigrantes, que como lo destacan los editorialistas es el mismo de siempre, lo que realmente ha generado la indignación de los observadores es la instrumentalización de las víctimas como subraya The Washington Post: “Trump intentó utilizar el dolor de cuatro de sus invitados, padres que aún lloran el brutal asesinato de sus hijas adolescentes en Long Island en 2016”. No cabe duda de que la maniobra, moralmente despreciable, escribe el diario, dificulta aún más el destino de los casi dos millones de jóvenes inmigrantes que viven en EE UU.
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