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CLAVES
Columna
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Pactos e ideología

Un rasgo característico del debate político es que los aspectos ideológicos tienen más que ver con la identidad, e incluso con la moral, que con intereses materiales y factores estructurales

Jorge Galindo
Alumnos de primaria en un aula de un colegio de Sevilla.
Alumnos de primaria en un aula de un colegio de Sevilla.PACO FUENTES

Cuando consideramos aquellos países que nos sirven como ejemplos de buen funcionamiento democrático (allá por el norte de Europa) solemos hacerlo bajo la impresión de que en ellos el debate político es menos ideológico que aquí. No es raro escuchar frases del estilo de “por algo tendrá Finlandia ese sistema educativo, ¿no? Porque se han dejado de conflictos estériles y se han puesto de acuerdo en limitarse a aplicar lo que funciona”. Y ahora que nuestro país entra justamente en el debate sobre el pacto en la educación vale la pena desterrar este mito.

En realidad, “lo que funciona” es un concepto que cada uno rellenará con lo que funciona para él y los suyos. Podemos y debemos tener una discusión basada en datos y experiencias medidas sobre los medios, pero los fines son necesariamente ideológicos. Por ejemplo, la pregunta de si priorizar la excelencia por encima de la igualdad (o viceversa) no tiene una única respuesta válida, sino que varía normalmente en función de la posición que cada uno ocupa en la estructura social y económica. En torno a ella se construye la ideología. O al menos una parte de la misma.

Un rasgo característico del debate político en España es que los aspectos ideológicos que suelen guiar los argumentos tienen más que ver con la identidad, e incluso con la moral, que con intereses materiales y factores estructurales. Esto hace más difícil encontrar puntos intermedios. Si, por ejemplo, estamos debatiendo sobre cuánto gastar en educación o si en dar más peso a la renta familiar que a los méritos académicos en las becas, parece razonable pensar que las partes pueden encontrarse en puntos intermedios. Pero comprometer la propia postura religiosa o moral a través de la enseñanza en la escuela es mucho más caro. De hecho, es probable que, en aquellos países que tanto admiramos, los pactos se vuelvan más complicados de alcanzar a medida que las cuestiones identitarias ganen relevancia entre sus votantes.

Así las cosas, tanto en el debate educativo que empieza como en todos los que puedan surgir más adelante nos vendría bien un giro dentro de la ideología, más que uno para alejarnos de ella. @jorgegalindo

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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