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“No nací para ser asesinada”

Gracias a un programa de protección, Lolita, Richar y Leila han vivido seis meses en el País Vasco tras las constantes amenazas de muerte por defender su tierra en Guatemala, Colombia y Sáhara Occidental

Lolita, Richar y Leila son activistas perseguidos por defender sus territorios en Guatemala, Colombia y Sahara Occidental.
Lolita, Richar y Leila son activistas perseguidos por defender sus territorios en Guatemala, Colombia y Sahara Occidental.Iñaki Makazaga
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El pasado junio, Lolita Chávez Ixcaquic (Guatemala, 1972) dijo basta ante el último intento de asesinato. Un grupo de hombres armados disparó al vehículo en el que ella viajaba en el departamento de Quiché. Por suerte, consiguió escapar, como en las cinco tentativas anteriores. Su pecado es ser representante y fundadora del Consejo de Pueblos K’iche, así como delegada del Consejo de Pueblos de Occidente (CPO), nacido para defender diversos territorios ante los intereses extractivos de las multinacionales. A los diez días del intento de asesinato, Chávez aterrizaba en País Vasco para buscar refugio temporal junto a su hijo. Han pasado ya más de seis meses, pero su regreso sigue abierto. En este tiempo habrá descansado, internacionalizado su causa y fortalecido los mecanismos de seguridad para ella y toda su comunidad. “No nací para ser asesinada. Sueño con regresar a mi país y mantenerme con vida”.

El que ya ha regresado a su tierra es Richar Nelson Sierra (Antioquia, Colombia, 1983), indígena senú y líder de la Organización Indígena de Antioquia, Colombia. que ahora estrena vivienda y deberá cambiarla cada dos meses por razones de seguridad. Hace un año, un grupo de personas armadas lo buscó en la casa de su madre, en el municipio de Cáceres. Sabían que iría a visitarle esa mañana. “Un chivatazo me salvó la vida”. Su pecado, poner rostro a los pueblos indígenas que denuncian la presencia de “grupos armados al margen de la ley” a orillas del Bajo Cauca. “Se dedican sobre todo a la tala indiscriminada de madera, a la minería ilegal y al narcotráfico”.

Unos meses antes, Sierra había denunciado públicamente el asesinato de una compañera de 24 años a las puertas de su organización en Cáceres. “El atentado se sumaba a una serie de feminicidios ocurridos en toda la región. Se les acusaba a todas ellas de ser informantes del Ejército. Mentira”. Se desahogó en sus redes sociales y concedió entrevistas para denunciar los asesinatos. A los meses, el rumor de que él sería el siguiente comenzó a expandirse. Decidió mudarse a Medellín primero y, de allí, la ONG Mugarik Gabe le invitó a País Vasco para pensar cómo mantener activa la denuncia y seguir con vida. “Solo por lo que he podido pensar aquí sin la presión de saberme amenazado, ha merecido la pena”.

Sólo por lo que he podido pensar aquí sin la presión de saberme amenazado, ha merecido la pena

Coincide en el balance con Salka Leili (El Aaiún, Sáhara occidental, 1974). “Hacía años que no dormía más de cuatro horas seguidas cada noche”. Lleva desde los 14 años luchando de manera activa por la liberación de los territorios ocupados por Marruecos en el Sahara Occidental. Ahora ocupa la secretaría de la Asociación Saharaui de Graves Violaciones de Derechos Humanos cometidas por el Estado marroquí (ASVDH) y, en concreto, documenta cada una de las denuncias. “Redacto entre tres y cuatro diarias”. Los días de manifestación, se agrupan las personas por decenas en su puerta. Y por las noches, su teléfono siempre está encendido. “La gente me llama en cuanto ha desaparecido un pariente o han sido agredidos en la calle”.

Desde el año 91 ha sido detenida en diferentes ocasiones, golpeada y torturada. La última vez hace un año por portar una bandera saharaui atada al cuello. “Me retuvieron durante dos horas y no dejaron de golpearme”.

Una alternativa al exilio permanente

En estos meses, Leili ha mejorado su castellano, ha aprendido a redactar notas de prensa para ampliar la denuncia de la violación de derechos humanos que sufre su pueblo y ha fortalecido las redes con organizaciones internacionales. A la vez ha sido recibida por el Gobierno vasco y Parlamento acompañado de Chávez y Sierra. “Sueño por conocer un día la casa de Leili en su territorio y tomar juntas el té”, asegura Lolita Chávez. Todos han participado durante seis meses en el programa de Protección Temporal a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos del Gobierno vasco y han coincidido en talleres, cursos y reuniones.

Los tres activistas que permanecerán seis meses en País Vasco.
Los tres activistas que permanecerán seis meses en País Vasco.Iñaki Makazaga

El programa de protección del Gobierno vasco lleva siete años activo, ha acogido a 16 personas y ya se ha convertido en una referencia internacional. Depende de la dirección de Víctimas y Derechos Humanos y lo coordina la organización Cear-Euskadi. “Teníamos la referencia de otros programas para población colombiana y quisimos desarrollar uno propio con personas de todo el mundo”, explica Itziar Caballero, su coordinadora, orgullosa de ofrecer una solución intermedia al exilio. Según la organización Front Line Defenders, en 2016 fueron asesinadas 281 personas defensoras de derechos humanos en 25 países, de las cuales, casi la mitad (49%) defendían los derechos de la tierra, el territorio, y las poblaciones indígenas. Desde Cear- Euskadi buscan la manera de fortalecer la seguridad de los defensores y de sus colectivos sin que tengan que abandonar sus países.

En estos meses, Caballero y su equipo se han asegurado de que los defensores internacionales hayan tenido atención médica y psicosocial. También ha puesto a su servicio los planes formativos en la universidad, así como realizado un diagnóstico de la situación de seguridad de cada uno de ellos. “Lo que más valoran es el fortalecimiento de redes internacionales para velar por su seguridad, amplificar sus denuncias y dar apoyo a todo su colectivo”. Por eso, a las reuniones con organizaciones vascas les ha acompañado reuniones por todo el Estado, Ginebra, Alemania e Italia.

Premios internacionales para asegurar vidas

Fruto de estas reuniones, Lolita Chávez recibió la nominación al Premio Sajarov del Parlamento Europeo en reconocimiento a su lucha y como respaldo a su causa. Y este lunes recibe de manos del Gobierno vasco el premio Ignacio Ellacuría a la Cooperación por su contribución “a la lucha a favor de la igualdad y la justicia entre los pueblos”. “Agradezco los premios pero lo que más quiero es seguir con vida”, responde Chávez. A pesar de los constantes intentos de asesinato, ella no pierde la serenidad. Sonríe con los ojos y habla de una manera sencilla y directa que genera complicidades allí por dónde pasa.

En 2008, Chávez decidió poner a prueba sus dotes de liderazgo y constituir con diez personas más el Consejo del Pueblo Kiché (CPK) para frenar la entrega de licencias de explotación de recursos naturales a multinacionales ante los problemas que generaban después en las comunidades. “Estas compañías solo buscan su beneficio económico y si deben desplazar a las poblaciones, secar los ríos o talar indiscriminadamente los árboles, lo hacen”. Ahora el CPK lo conforman 87 comunidades con 300 líderes comunitarios diferentes y una población organizada de más de 87.000 personas representadas. La revolución de Chávez se ha basado en la convocatoria de consultas comunitarias para que su opinión sea tenida en cuenta ante la entrega de nuevas licencias.

En 2010 ya comprendió el riesgo que entrañaba organizar las consultas, cuando unas avionetas bombardearon con octavillas su territorio: “El día de mañana correrá sangre en Quiché”. “El mismo lema que en la época de la guerra. Solicitamos protección y el gobernador a cambio militarizó nuestros caminos, nuestras calles”, continúa la líder guatemalteca.

Estas compañías sólo buscan su beneficio económico y si deben desplazar a las poblaciones, secar los ríos o talar indiscriminadamente los árboles, lo hacen

A las octavillas, le siguieron las amenazas de muerte para ella y otros dos compañeros. A uno de ellos ya lo han asesinado: José Tabico. Con ella, lo han intentado en diferentes ocasiones. Un día regresaba de una manifestación junto a un grupo de mujeres. Todas ellas en el mismo autobús cuando un grupo armado mandó bajar a todas y preguntó por ella. “Todas dijeron ser Lolita. Golpearon a tres y marcharon”. Al miedo a ser asesinada, Chávez añade la culpabilidad de ver cómo arrastra a otras y pone en riesgo a sus propios familiares.

Las amenazas continúan, la desaparición de líderes también. “Han puesto en marcha campañas de difamación contra mi persona, procesos penales con falsas acusaciones y mucha presión sobre mi familia”. Pero a Chávez no se le apagan la sonrisa. “No he nacido para ser asesinada”, insiste. Asegura haber mamado en su casa la revolución desde pequeña y lleva la rebeldía en la sangre. “El pueblo maya sufre ahora esta situación. Llegaran tiempos mejores, pero nosotras seguiremos en la lucha por nuestra tierra”.

El 7 y 8 de noviembre coincidieron los tres con el relator de las Naciones Unidas sobre la situación de personas defensoras de Derechos Humanos, Michel Forst, en unas jornadas organizadas por Cear-Euskadi en Bilbao. Forst reconoció en público la admiración hacia Chávez por su trabajo y realizó una petición al Gobierno de Guatemala para que la proteja y acompañe, así como a todas las empresas a tener en cuenta las consultas en las comunidades que operan. También se comprometió a ejercer una mayor presión sobre las prácticas de las empresas multinacionales. Chávez asentía a su lado.

Ahora la líder guatemalteca espera con paciencia la oportunidad de regresar a su tierra y abandonar este "exilio temporal", como ya lo han hecho sus compañeros Richar Sierra y Salka Leili. Sabe que todas las reuniones organizadas, las visitas institucionales y la aparición en medios pueden suponer su mejor seguro de vida. “El pueblo maya es la esperanza del mundo. Cabe otra manera de relacionarse con el entorno. Esta es nuestra misión”, insiste Chávez, a la espera de caminar de nuevo sobre su tierra.

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Velar por un regreso seguro

I. M.

Una delegación compuesta por Gobierno y Parlamento vasco junto a Cear-Euskadi y la ONGD Mugarik Gabe ha recorrido Colombia para evaluar desde el terreno la situación de Richar Sierra, participante durante los últimos seis meses en el Programa Temporal de acogida a defensores de Derechos Humanos, y la de todo su colectivo. Tras la visita, que ha finalizado este lunes, emitirán un comunicado con el que visibilizarán el trabajo de las organizaciones sociales en el país, así como se harán eco tanto en medios vascos como colombianos de las hostilidades que sufren.

Desde Cear Euskadi muestran una “gran preocupación” por el aumento de agresiones “en las zonas de las cuales han salida las FARC”. En concreto, denuncian desde el terreno el asesinato de 105 líderes durante el último año con datos del Ato Comisionado de Naciones Unidas en Colombia.

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