Faldas cortas, armas largas
La historia de una fotografía que retrata cuando las mujeres decidieron implicarse en el conflicto norirlandés
“Toma igualdad, querido”. Así titulaba Miranda Alison en 2009 su tratado sobre el papel de la mujer en el conflicto norirlandés, que duró 25 años y dejó más de 3.400 muertos. A finales de los sesenta, cuenta la historia que las mujeres de ambos bandos –más las republicanas que las unionistas– empezaron a reclamar un papel más activo que el que los hombres les habían reservado hasta entonces. A saber, esconder armas, recaudar fondos, prestar primeros auxilios a heridos, ser viudas afligidas o madres desconsoladas.
Fue en 1969 cuando las chicas de la facción Cumann na mBan del IRA, dedicada a tareas de intendencia, pasaron a la acción. Cogieron sus AR 18, rifles procedentes del ejército estadounidense –conocidos en el conflicto como widowmakers (hacedores de viudas)– y se lanzaron a las calles.
Ese mismo año, el fotógrafo Patrick Chauvel sacó esta instantánea de dos chicas republicanas cacheando a un hombre en Belfast, vistiendo unas faldas muy cortas para lo que se supone que debe ser una guerrillera. Según cuenta Alison, las combatientes las lucían porque sabían que los soldados británicos, muy británicos ellos, sentirían un enorme pudor a la hora de cachearlas si llevaban tan poca ropa encima. Eso también es un arma, queridos.
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