Un anfibio vestido para matar
La rana dardo dorada es el vertebrado más venenoso que existe
¡No me toques! parecen decir a grito pelado algunas ranas de la familia dendrobátidos a las que su arrebatador cromatismo no les sirve de camuflaje, sino como señal de aviso. A estos diminutos y peligrosos anfibios arborícolas, habitantes de los bosques lluviosos de Centro y Sudamérica, se los conoce como ranas dardo o ranas punta de flecha, porque por allí las utilizan para emponzoñar los proyectiles de las cerbatanas frotándolos contra su piel, que segrega una mortífera neurotoxina.
Su variedad de colores y diseños es alucinante: la ranita de sangre (Dendrobates pumilio) es roja con las patas negras; el traje del sapito minero (Dendrobates leucomelas), amarillo y negro; la preciosa rana flecha azul (Dendrobates azureus) lleva un vestido azul con topos negros; la rana arlequín (Dendrobates histrionicus) parece un personaje de la Commedia dell'Arte... Todas ellas son muy ponzoñosas, pero la oveja negra, aunque de color amarillo, de esta familia batracia es la rana dardo dorada (Phyllobates terribilis). Descubierta hace algunos años en las selvas de Colombia, está considerada el vertebrado más venenoso que existe. Una cienmilésima de gramo de su veneno es una dosis letal para un hombre adulto; el de un solo ejemplar puede matar a diez hombres o a veinte mil ratones. Se absorbe a través de la piel, por lo que el roce con una de estas diminutas ranitas puede ser letal. Míralo por el lado bueno: a partir de esta sustancia, empleada por los indios emberá de Colombia para envenenar sus armas de caza, se investiga la síntesis de un fármaco contra el dolor que sería doscientas veces más potente que la morfina, aunque en teoría sin sus efectos secundarios.
En la naturaleza existe una regla de oro no escrita: si un animal tiene colores llamativos, no lo toques ni te lo comas; probablemente será venenoso. En biología, esta forma de avisar de que eres malo se conoce como aposemasis y significa que, si besas esa ranita de colores, tú te morirás y ella no se convertirá en un príncipe. También vale para las serpientes, los moluscos, las salamandras, los peces, las orugas o las mariposas, pero no para tu cuñada, aunque se ponga mucho colorete.
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