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Pontevedresas para un callejero paritario

La ciudad gallega, con un 90% de calles ‘masculinas’, rescata a aviadoras, escritoras, taxistas o lavanderas para reequilibrar

La taxista Dolores Trabado, en 1964.
La taxista Dolores Trabado, en 1964.
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Amalia Armesto fue la activa Iris, militante de la logia masónica Helenes nº 7, fundada en Pontevedra hacia 1920. Descendiente de una extensa familia de aristócratas de la ciudad, su apasionante historia fue casi coetánea de la de otras dos mujeres adelantadas a su tiempo: la escritora y miembro de la Real Academia Gallega María Vinyals, conocida como La Marquesa Roja por sus ideas progresistas en defensa de los derechos de la mujer. O la intrépida Elisa Patiño y Meléndez, la primera aviadora de Galicia —algún cronista local dice que de Europa—, que voló sola por primera vez en octubre de 1913 y cuya carrera fue truncada por la epidemia de gripe de 1918.

Ellas, junto a otras 27 pontevedresas de biografía singular, quedarán inmortalizadas en el callejero urbano de una ciudad que hasta ahora solo acogía prácticamente a hombres. Hasta el 90% de las calles son masculinas. Así, una de las urbes más imitadas y premiadas por su fórmula urbanística, prácticamente diseñada para caminar, quiere seguir evolucionando. Después de idear el Metrominuto, un plano peatonal de tiempos y distancias que ya han copiado otras capitales europeas, Pontevedra se ha puesto a buscar en la memoria colectiva de la ciudad a mujeres que hayan destacado en los sectores más variopintos para empezar a equilibrar el género del callejero.

La indagación retrospectiva de los expertos en busca de candidatas se ha remontado hasta el siglo XII. “Es un reconocimiento a aquellas mujeres con nombre propio que son referente de nuestra historia local, por lo que una apuesta así, con tan largo recorrido, no se había hecho nunca”, afirma la concejal de Cultura, Carmen Fouces, del BNG, partido que gobierna Pontevedra desde 1999. Otras candidatas para guiar al peatón en la sexta ciudad más poblada de Galicia (83.000 habitantes) son la actriz dramática y compañera del Ramón del Valle-Inclán, Josefina Blanco Tejerina; la navegante del siglo XVI, Isabel Barreto de Mendoza, o la principal impulsora del Museo de Pontevedra, Virxinia Pereira, esposa de Alfonso Castelao, y depositaria de su legado.

La marquesa roja.
La marquesa roja.Manuel Alviach

La capital pontevedresa también ha sido una de las primeras ciudades gallegas en erradicar del callejero los vestigios del franquismo aplicando hasta ahora criterios que primaban el uso de la toponimia tradicional. El próximo cambio se hará en la avenida que lleva el nombre del último político y militar que queda en el callejero, el de José María Fernández Ladreda, pero esta vez ya será sustituido por una mujer, la escritora María Victoria Moreno, a la que se le dedicará el Día das Letras Galegas en 2018. “Pero queremos hacerlo con el consenso de todos los partidos, incluso el de la familia afectada por el cambio para que nadie se sienta agredido, porque no se trata de ganar sino de homenajear”, incide la portavoz municipal.

Para bautizar otra avenida de próxima apertura en el acceso sur de la ciudad, ya se ha propuesto el nombre de Josefina Arruti Viaño, la que fuera mujer del alcalde republicano de Pontevedra Bibiano Fernández. Encarcelada y sometida a arresto domiciliario durante tres años, Arruti está considerada un símbolo de la solidaridad para numerosos vecinos de Pontevedra. Arruti abrió el panteón familiar para que víctimas del franquismo fueran enterradas allí. Pontevedra tampoco quiere olvidar a Dolores Trabado, la primera taxista de la ciudad. Conducía un inmenso Citroën que heredó de su hermano y que igual servía para llevarte al sanatorio, al altar o a la plaza de toros.

También se recupera el nombre de la lavandera del estadio del Pasarón, Dolores Calviño, entrañable hincha del equipo local, y a la vendedora de chuches de la plaza de la Herrería, María Luisa Olañeta, que vio crecer a varias generaciones desde su carrillo, un puesto con dos grandes ruedas que estaba unido a su figura. También subirá al callejero la curandera Vasquida García, que en 1650 fue acusada de hechicería por la Inquisición y condenada a la hoguera.

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