Elena de Borbón, más libre que nunca a los 54 años
La hermana mayor del rey Felipe VI celebra su cumpleaños alejada de la presión mediática, sin formar parte de la Familia Real y con más apoyo popular
Las vidas cambian y la de la infanta Elena no es una excepción. En su caso, el paso del tiempo y las circunstancias que han variado los papeles de casi todos los miembros de su real familia han beneficiado su imagen pública. Repasamos cinco momentos claves de sus 54 años de vida, en el día de su cumpleaños.
Primogénita sin corona. Elena de Borbón y Grecia, cuyo nombre completo es Elena María Isabel Dominica de Silos, nació el 20 de diciembre de 1963 en Madrid, fue bautizada en el palacio de la Zarzuela y estudió magisterio. Trabajó durante un tiempo como profesora de inglés en el mismo colegio en el que ella había sido estudiante, Santa María del Camino, y también habla francés. Si su nacimiento hubiera ocurrido ahora, su destino podría haber sido muy distinto pero en España aún no se ha derogado lo que se conoce como la Pragmática Sanción, que data de 1830, y cuya esencia recoge el artículo 57 de la Constitución española: “La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos”. Una normativa discriminatoria que en la actualidad sería ampliamente cuestionada, pero que cuando Elena de Borbón nació, en plena época franquista, no fue siquiera motivo de discusión. Como tampoco lo fue cuando la casi recién nacida democracia española ratificó la ley fundamental que rige la convivencia de los españoles: la Constitución española de 1978.
Boda en Sevilla. Su juventud transcurrió entre estudios y centros hípicos, deporte que practica y del que es gran aficionada. En este círculo se relacionó con quien fue su primer amor conocido, el jinete Luis Astolfi. Una relación que nunca se oficializó, pero que duró dos años. Poco más se sabe de su vida sentimental hasta que apareció Jaime de Marichalar, hijo de los condes de Ripalda y con un trabajo discreto en la banca. El enlace, el primero de la familia desde que sus padres llegaron al trono, se celebró en el Altar Mayor de la catedral de Sevilla el 18 de marzo de 1995. La infanta llegó del brazo del rey don Juan Carlos, un padre emocionado por la boda de su hija favorita, que ejerció de padrino con un brazo escayolado a causa de un accidente en la nieve.
La incorporación de Marichalar a la Familia Real cambió sus dos vidas. Él trabajó en puestos de mayor responsabilidad de entidades financieras, fundaciones y empresas. Y ella se benefició del gusto por la moda de su marido, quien transformó la imagen anodina que hasta entonces había ofrecido la Infanta en sus actos públicos y convirtió a su esposa en una referencia de estilo vestida con prendas firmadas por marcas internacionales de lujo.
Cese temporal de la convivencia. La historia de amor se truncó en 2007 con un comunicado políticamente correcto que utilizó el eufemismo “cese temporal de la convivencia” para decir separación y posterior divorcio, legalizado dos años después. La hija mayor de los entonces Reyes de España se lanzaba al ruedo de la normalidad y rompía un matrimonio que no funcionaba sin que su condición de Familia Real le supusiera un lastre para tomar la decisión. Pasado el primer revuelo, continuó con su vida de madre separada de dos hijos, Felipe Froilán y Victoria Federica, se trasladó de residencia –en la actualidad vive en una amplia casa en el barrio del Niño Jesús, a escasos metros del parque del Retiro– y continuó participando en los actos de la Familia Real para los que era requerida.
Las infantas ya no son Familia Real. En 2008 Elena de Borbón vuelve al trabajo y se incorpora a la Fundación Mapfre como directora de Proyectos Sociales y Culturales. Su sueldo, del que siempre se ha dicho que roza los 200.000 euros anuales, escandalizó a muchos, pero ni ella ni la empresa de seguros ha confirmado ni desmentido nunca esta cantidad que le permite tener una independencia económica. Situación que cobró especial significado cuando tanto ella como su hermana Cristina dejaron de ser Familia Real para convertirse solo en familia del rey cuando don Juan Carlos abdicó y su hijo fue coronado con el nombre de Felipe VI.
Una de las consecuencias es que las dos hermanas del nuevo monarca dejaban de tener agenda oficial y por tanto también dejaban de cobrar los 25.000 euros anuales que tenían asignados como gastos de representación. La infanta Cristina ya había llegado a esta situación un año antes debido a su implicación en el caso Nóos. Elena se ha enfrentado a su nuevo papel y, aunque su hermano la ha seguido reclamando para actos puntuales, su presencia en actos públicos es muy pequeña y no tiene asignación fija, sino que cobra por acto realizado.
Hijos y libertad. Como madre tiene una relación excelente con sus dos hijos Felipe y Victoria, de 19 y 17 años respectivamente. Comparte con ellos viajes, tardes de toros, su afición por la gastronomía y el carácter campechano heredado de su padre y que tanto le ha unido a él. Los dos viven ahora con ella en Madrid, donde Felipe Froilán estudia Administración y Dirección de Empresas en un centro privado de la capital y Victoria Federica, el último curso de secundaria previo a la universidad. El primero ha heredado de su madre la afición por la fiesta taurina, y la segunda su pasión por la hípica y el gusto musical de su abuela doña Sofía.
Ella sigue su vida en solitario desde su ruptura hace diez años con Jaime de Marichalar y aprovecha la independencia que le otorga esta condición y la disminución evidente de su presencia institucional. Discreta, simpática, sincera, españolista de pro y trabajadora divorciada, es la hija que más ha acompañado al rey emérito desde que abdicó y la que se siente más libre de toda la familia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.