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harry pater
Columna
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‘Adventureland’ | Bienvenidos al parque de atracciones

¿Valen la pena las colas y el gasto para llevar a un niño pequeño a un sitio del que no se acordará?

La principal atracción del parque son las colas.
La principal atracción del parque son las colas.

De pequeño me llevaron pocas veces al parque de atracciones. Así que crecí creyendo que era un lugar mágico y a nuestra hija la quería llevar mucho.

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Hasta que hemos ido y he entendido a mis padres.

Hace poco “disfrutamos” el Parc d’atraccions del Tibidabo, el clásico de Barcelona, y el Parque Warner de Madrid, que nos sirven para generalizar a lo bestia. Ambos están lejos de la ciudad. Ya me imagino que las norias no te las dejan construir en la Gran Vía, pero conducir un mínimo de media hora para hacer cola para divertirte, los críos no lo valoran mucho.

Y de las colas no te salvas, por mucho pase vip, pulsera superplus o capa de invisibilidad que lleves. Muchos otros padres también han tenido la misma idea, y coincidimos todos, esperando de pie, avanzando lentamente y a pleno sol. La aventura no es dar vueltas en “los caballitos”, sino impedir que el crío se te escape de la fila durante la espera.

Antes de hacer la cola, mirad la altura mínima requerida para subir a la atracción, porque algunos novatos esperan desesperados para después descubrir que por debajo del metro de altura no te dejan pasar. Consultad sus webs y llevadlo estudiado para evitarles frustraciones a los niños.

La atracción con más cola no es la más espectacular sino la más necesaria: los restaurantes. Porque en Warner no te dejan entrar ni comida ni bebida y eso obliga a esperar más para acabar zampándote un chute aceitoso nada recomendable con las horas de sol y caminata que aún te tocan.

Mentalízate también para castigar tu VISA. Entiendo que hay que mantener una infraestructura enorme y muchos trabajadores, con shows en directo y muchos lavabos limpios a todas horas. Pero una unidad familiar que pague entradas al parque y varios menús acaba encontrando baratas las palomitas de los cines.

Mucha gente nos decía: “La niña es pequeña, no gastéis dinero que de mayor no se acordará”… Con las fotos y videos que le hice, aunque no se acuerde tendrá un documental entero de esos días. Y por esta misma regla de tres la tendríamos encerrada en casa hasta los 12, porque para qué hacer nada si después lo olvidarán…

Pero algo de razón tenía su advertencia. Muchos euros después de entrar, nuestra niña de dos años y pico lo que más disfrutó en ambos casos fue saludar a una mascota y mojarse en unos surtidores de agua. Los espectáculos con ruidos fuertes la agobiaron, algunos personajes disfrazados la hicieron llorar (con lo que somos de Batman en casa), las atracciones prohibidas la pusieron de mal humor por no poder subirse y hubo rabieta en las tiendas porque lo quería comprar todo. Y nosotros, gracias a que íbamos con amigos, pudimos entrar por turnos a las atracciones con menos tiempo de espera, pero no era viable visitar las más conocidas.

Y nosotros sí que nos acordaremos de todo esto cuando ella quiera volver.

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