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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El agua también falta para las personas mayores

Hay que hacer más para comprender las prácticas discriminatorias que limitan el acceso de los ancianos al agua y al saneamiento y encontrar soluciones

Una anciana y su nieto en Burundi, en 2013.
Una anciana y su nieto en Burundi, en 2013.Vockel (UNICEF)
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Tenemos una deuda vital con nuestros padres y abuelos, y una deuda de educación y experiencia con tantos otros que han enriquecido nuestras vidas. Desafortunadamente, también debemos reconocer que esta deuda a menudo no se paga, y a las personas a quienes debemos tanto se les deja sufrir de una forma que se podría aliviar fácilmente.

En Saneamiento y Agua para Todos estamos trabajando para asegurar que todos tengan acceso adecuado a estos dos servicios. Reconocer las necesidades de las personas mayores es esencial para nuestro futuro común.

A medida que envejecemos, nuestro sistema inmunológico se debilita y nos hacemos más vulnerables a las enfermedades, entre ellas las causadas por la mala calidad del agua y los inodoros mal gestionados. La falta de acceso al agua y al saneamiento también puede exacerbar otros problemas de salud. La incontinencia, por ejemplo, es un problema frecuente entre las personas mayores, y no disponer de un inodoro cerca empeora la situación. Esta es una cuestión importante para las personas que viven en barrios marginales o viviendas informales en los países en desarrollo, pero también es un problema en Occidente, en Europa. La falta de baños públicos puede llevar a que las personas mayores queden confinadas en sus casas, porque un viaje a la ciudad podría llevar a una situación embarazosa, ya que en nuestras ciudades cada vez hay menos baños públicos o son inaccesibles porque no se gestionan adecuadamente.

Los problemas como la incontinencia en las mujeres se deben a menudo a que recibieron una atención inadecuada cuando la mujer era más joven. El parto puede provocar que se debilite el control de la vejiga y el intestino, un problema que se remedia fácilmente cuando el individuo es joven, pero que si no se gestiona adecuadamente puede provocar incontinencia en la vejez.

Las personas mayores suelen disponer de ingresos reducidos y, en muchos países, puede que no tengan acceso a una pensión. Esto genera problemas de asequibilidad en el acceso a muchos servicios, entre ellos el agua y el saneamiento, así como la salud y la vivienda y otros servicios esenciales. En muchas culturas, las personas que son mayores y ya no trabajan activamente pierden estatus y poder, y con ello su capacidad para reclamar recursos o para que sus necesidades sean escuchadas y comprendidas. Esto también puede afectar su capacidad el acceso al agua y al saneamiento, particularmente cuando se requiere agilidad física para bombear agua, o para caminar a través de un terreno desigual hasta un inodoro. Las viudas pueden perder el derecho a su hogar, lo cual afecta su acceso a servicios como el agua y el saneamiento.

Reconocer las necesidades de las personas mayores es esencial para nuestro futuro común

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS) exigen que nadie quede atrás, y esto debe incluir activamente a las personas mayores. Específicamente, el ODS 6 requiere que todos, incluidas aquellas personas susceptibles a quedar vulnerables o marginadas, tengan acceso a servicios adecuados de agua, saneamiento e higiene.

Desafortunadamente, hay poca información disponible sobre el acceso de las personas mayores al agua, el saneamiento y la higiene, y esto podría agravar el acceso de estas personas mayores a los servicios. Hay que hacer más para comprender las prácticas discriminatorias que limitan el acceso de las personas mayores al agua y al saneamiento, así como para encontrar soluciones a fin de hacer frente a este problema.

La participación activa en la vida familiar y comunitaria, la participación en las decisiones sobre el acceso al agua y el saneamiento, incluidas las que se refieren a las tecnologías y la ubicación de los servicios, son esenciales para el acceso de los ancianos a los servicios. Las ciudades y los pueblos deben reconsiderar la forma de configurar la infraestructura urbana para que las personas mayores puedan participar en la vida pública sin preocuparse de si van a poder encontrar un baño y si su utilización no presenta riesgos. A medida que la población de muchos países envejece, esta cuestión se convertirá en un problema más urgente que no es posible dejar de lado.

Catarina de Albuquerque es presidenta ejecutiva de la Alianza Mundial Saneamiento y Agua para Todos.

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