La España afro es invisible
Los afrodescendientes españoles se quejan de racismo e invisibilidad y reivindican la inclusión social y política
El mismo fin de semana que se llevaba a cabo el referéndum ilegal del 1 de octubre en Cataluña tuvo lugar en Madrid el festival de la "Afroconciencia". Ambos eventos parecieran no tener nada que ver, pero cerca de 15.000 personas se reunieron ese día en el Matadero de Madrid con un objetivo. “Asumir que España va más allá de catalanes, andaluces o vascos: los afrodescendientes formamos parte de la sociedad desde que nació este país”, explica Lucía Mbomio, una periodista madrileña de padre guineano y madre española. “A mí no me tienen que integrar, yo he nacido aquí; a mí me tienen que visibilizar”, sentencia.
¿Pero qué significa el término afroconciencia? Para el rapero y escritor madrileño Domingo Antonio Edjang Moreno, más conocido como El Chojín, es "el mejor invento que se ha creado en referencia a lo afro”. Une a distintas comunidades afrodescendientes de América Latina, Europa y África en torno al reconocimiento de su historia y la construcción de una autoestima sólida, a través del sentimiento de orgullo de sus raíces. “La afroconciencia significa recuperar algunas cuestiones identitarias que el colonialismo nos robó”, explica Rita Bosaho, la primera diputada negra de la historia de la democracia española (con Podemos en Alicante, en 2016). La parlamentaria de 52 años, nacida en Guinea Ecuatorial cuando aún era colonia de España, se pregunta por qué no aparecen los afrodescendientes en los libros de texto.
“En un momento en el que la diversidad parece estar denostada, la afroconciencia viene a reivindicar igualdad y a enriquecer el mundo” explica el director de cine Santiago Zannou. Como primera generación de afrodescendientes en España, el ganador de un premio Goya a la mejor dirección novel siente la responsabilidad de tender un puente entre la cultura africana y la europea.
A mí no me tienen que integrar, yo he nacido aquí; a mí me tienen que visibilizar
Lucía Mbomío, periodista
Entre los asistentes al evento también se encontraba Daude Dieye, un jornalero y activista senegalés que pertenece a la asociación de manteros de Barcelona. Lleva puesta una camiseta con el logo Top Manta y dice que todos sus actos son ilegales. “Si te definen como una persona ilegal, todo lo que haces está fuera de la ley”. Dieye señala un problema común a todos los afrodescendientes: el racismo. “Da igual que seas latinoamericano, europeo o africano. Si vienes a este mundo vas a encontrar discriminación por ser negro”. En este sentido, Mbomio añade: “No hace falta que me maten para que hablemos de racismo. En España existe racismo sí, pero más refinado”.
Mbomio es directa y tiene seis respuestas para cada pregunta. Aclara con exactitud a qué clase de racismo se refiere: “Me preguntan más veces de dónde soy que cómo me llamo. Parece imposible que una persona con mis características sea española”. No entiende que en el cine no existan personajes negros que sean como su padre, un profesor ya jubilado. “Los actores negros siguen teniendo que poner el acento de sus padres para conseguir un papel”. Tampoco entiende por qué solo se entrevista a los negros para hablar de racismo. “Hay que tener en cuenta la perspectiva de raza porque igual te vamos a contar una España que es la tuya pero que tú nunca has visto.”
La negación constante de la existencia de racismo es el principal problema para Annette Davis, una activista francesa de 32 años que ha viajado a Madrid para participar del festival. Annette presume de tener el mismo apellido que Angela Davis, la reconocida activista afroamericana. Viste de negro, lleva el pelo afro y habla como si estuviera en un estrado frente a una multitud. “Francia es un país blanco y colonial que niega la realidad de los afrodescendientes. Si no la reconocemos, es como luchar contra algo imaginario”, explica, “pero el racismo institucional está presente en España, Francia, Bélgica o Reino Unido”.
Cuando no veamos el color en las personas sino a la persona, podremos hablar de una sociedad que se acerque a la justicia social El Chojin
Davis explica que en Europa se trata como criminales a los migrantes que quieren cruzar la valla. “Los criminales son los dirigentes europeos blancos que con sus decisiones, la venta de armas y la influencia política en los países de origen provocan la pobreza y desigualdad”, opina.
Mamadou Dia, activista y escritor senegalés, realizó ese viaje hacia el primer mundo y se dio de bruces contra la realidad de la vida en Europa. “Salí de mi país en búsqueda de El Dorado y tuve la suerte de desmitificar muy pronto la mentira del desarrollo europeo”, cuenta. Dia vivió varios años en la clandestinidad y decidió retornar a su país. Escribió un libro, A las 15, donde denunció la violencia policial sufrida por siete jóvenes negros en Madrid. Mamadou vive entre España, donde da conferencias, y Senegal, donde coordina una ONG centrada en la educación.
Y precisamente la educación es la herramienta más potente, según Dia. “Una educación eurocéntrica muy bien pensada para adoctrinar a los africanos. Pero también a los europeos para que piensen que son los maestros de las soluciones y los responsables de la civilización”. Se reconcilió consigo mismo cuando comprendió que la civilización no está en Europa, sino que se construye en cualquier parte del mundo.
Para Daude Dieye, el activista senegalés de 33 años, la afroconciencia es “saber que todos nuestros actos condicionan nuestras vidas”. Daude explica que esos actos deben estar encaminados a que la comunidad afro sea reconocida más allá de las artes y el deporte. “Tenemos que ser abogados y diputados. Tenemos que tener referentes negros que sean un ejemplo para nuestros hijos”, afirma.
Inevitablemente, Zannou se considera uno de esos referentes. Un joven negro lo saluda al pasar. Le comenta que quiere ser director de cine. “Que existan referentes es bueno porque generan una línea donde otras personas se pueden mirar y decir si Santiago Zannou lo ha hecho, yo también lo puedo hacer”. La diputada Bosaho también comparte la responsabilidad de ser un ejemplo para los afrodescendientes. “Cuando me eligieron, no solo me estaban mirando las personas que me votaron, sino que me miraban desde África y América Latina”, explica.
Tenemos que ser abogados y diputados. Tenemos que tener referentes negros que sean un ejemplo para nuestros hijos
Daude Dieye, activista
“Yo tengo un altavoz, que es la música”, explica El Chojín, rapero de 40 años. Mediante sus letras, muy encaminadas a la denuncia social y a la identidad, ha hecho que muchos afrodescendientes se sientan identificados con su mensaje. El músico entiende que no se trata de formar un guetto. “Convivimos con semejantes que en muchas ocasiones no nos reconocen. Al compartir nuestras experiencias y normalizarlas somos más capaces de relacionarnos con nuestros semejantes blancos de una manera más positiva y constructiva”.
Mbomio afirma que con sus denuncias no pretende fastidiar a nadie. “Queremos mejorar la sociedad a la cual pertenecemos hayamos nacido aquí o no”. A lo que El Chojín añade: “Cuando de verdad no veamos el color en las personas sino que veamos a la persona, podremos hablar de una sociedad que se acerque mucho más a la justicia social”.
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