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Esta silla, ¿es tan fea que es bonita o al revés?

Juzga tú mismo. Tom Hancocks, uno de los diseñadores que más prometen de Nueva York, no piensa darnos ninguna pista

La silla DPDR es en la que se hubiera sentado Sharon Stone en ‘Instinto básico’ si Paul Verhoeven supiera tanto de muebles como Pedro Almodóvar. Tampoco desentonaría en el consultorio de un ginecológo.
La silla DPDR es en la que se hubiera sentado Sharon Stone en ‘Instinto básico’ si Paul Verhoeven supiera tanto de muebles como Pedro Almodóvar. Tampoco desentonaría en el consultorio de un ginecológo.

Esta silla, que podría estar en la casa especialmente decadente de un coleccionista de muebles de los setenta, pertenece en realidad a Tom Hancocks, un creador nacido en Melbourne pero metido en los círculos arty de Nueva York y que se mueve como un anfibio entre el mundo real y el virtual. La silla DPDR parte de un diseño digital que se ha impreso y montado sin llegar a tener ninguna función real, por pura experiencia visual, y que se expuso este año en la galería Chamber de Nueva York junto a otros muebles imposibles de Andy and Dave o Jochen Holz. Esta clase de ambigüedad dice mucho del trabajo de Hancocks, que cree que sus obras físicas tienen “algo de aparición, como si tuvieran tantas ganas de estar en el mundo real que simplemente lo copian”. Su estética es la de alguien que ha pasado tanto tiempo en Internet, con su forzado darwinismo hacia las cosas bonitas, que vive lo analógico como una liberación feísta.

¿Es un huevo de Pascua, un balancín o el sillón que Melania Trump quisiera añadir al Despacho Oval si le dejasen rediseñar con su equipo habitual? El prototipo Swing demuestra que Hancocks no tiene miedo a experimentar con materiales y estéticas que 'a priori' parecen muy alejados de su trabajo gráfico.
¿Es un huevo de Pascua, un balancín o el sillón que Melania Trump quisiera añadir al Despacho Oval si le dejasen rediseñar con su equipo habitual? El prototipo Swing demuestra que Hancocks no tiene miedo a experimentar con materiales y estéticas que 'a priori' parecen muy alejados de su trabajo gráfico.
Hancocks siente predilección por los colores pastel, a los que ha despojado de todo vestigio de 'cuquismo'. Sin embargo, esta silla baja con respaldo envolvente, de un minimalismo sensual –si eso es posible–, le pedía el blanco más inmaculado.
Hancocks siente predilección por los colores pastel, a los que ha despojado de todo vestigio de 'cuquismo'. Sin embargo, esta silla baja con respaldo envolvente, de un minimalismo sensual –si eso es posible–, le pedía el blanco más inmaculado.

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